miércoles, 15 de agosto de 2007

El progreso según los poderosos.

Hace poco el premio nobel de economía y antiguo presidente del banco mundial, Joseph Stiglitz vaticinó que debemos acostumbrarnos a que las generaciones futuras tendrán un nivel de vida peor que las generaciones actuales.

El vaticinio es menos inocente de lo que pueda parecer, porque hasta ahora el devenir de la humanidad siempre había sido justo el contrario, que las generaciones pasadas siempre habían sido capaces de legar a sus sucesores una mejoría en todos los sentidos, intelectual, tecnológico, cultural y, sobre todo, económico. ¿Significan las palabras del señor Stiglitz que hemos tacado techo?, ¿ que hemos exprimido al límite los límites de nuestra querida y maltratada Gea?, ¿ que el talento del hombre no tendrá capacidad de darle la vuelta a la tortilla ?

El pronostico me devuelve a mi época de bachiller, cuando en clase de geografía nos enseñaban que un tal Malthus probó ciéntificamente que la humanidad se dirigía poco más o menos que a la extinción, ya que mientras las cosechas y los alimentos aumentaban en progesión aritmética, la humanidad se reproducía en progresión geométrica, por lo cual, en breve, perecería de hambre los humanos excedentarios. El señor Malthus debió dormir a pierna suelta tras debanarse los sesos de esa manera, a pesar de lo ridículo de semejante predicción con la perspectiva tan certera que da el Tiempo.

Tanto el señor Malthus como el señor Stiglitz adolecen del mismo mal: la falta de fe en el ingenio humano y su capacidad de adaptación al medio. Suele pasar. No seré yo quien se lo reproche.

De alguna manera la humanidad en su conjunto siempre se las ha arreglado para progresar, para encontrar soluciones donde otros sólo han podido ver el apocalipsis. Bien es cierto que muchos de los avances o soluciones o vicisitudes se han encontrado de chiripa, sin comerlo ni beberlo y en muchas ocasiones, por no dejer en todas, no han sido todo lo limpios o claros que cabía suponer. Siempre ha habido "daños colaterales", pero el avance de la sociedad no ha dejado de producirse en ningún momento.

La energía nuclear convive con la bomba atómica; la democracia, con la corrupción; la teología de la liberación, con la conferencia episcopal; los viajes espaciales con el cambio climático; Mahatma Gandhi fue coetáneo de Stalin, últimamente se comenta que los biocombustibles están incidiendo en el precio de alimentos básicos como la soja o el maiz, lo que no viene a mejorar las situación en el tercer mundo. En fin, los ejemplos pueden ser muchos y variados a la hora de ilustrar los "daños colaterales" y sus efectos.

Los Malthus y los Stiglitz están radicalmente equivocados. Es cierto que una gran parte de la humanidad pasa hambre hoy en día, pero no es necesariamente por falta de alimentos. Es cierto que vivimos tiempos de zozobra y incertidumbre, de inestabilidad geoestrategica, que dicen los entendidos, pero no es menos cierto que el género humano siempre ha tenido maña para arreglárselas, aunque la solución no haya sido siempre perfecta.

No sé cómo será la sociedad en el futuro, pero estoy seguro que seguira siendo y será mejor de lo que el señor Stiglitz augura. Y, si no, al tiempo