martes, 29 de abril de 2008

El cielo, ese gran coñazo.


El otro día paseando con mi madre salió en la conversación una antigua vecina que cerca ya de la cincuentena había tenido a su hijo número 12 ó 13 ó nosécuántos, pero una barbaridad, mire como se mire.

Se quejaba la vecina de que sus conocidos se echaban las manos a la cabeza cuando se entereban de que "otra vez" se había quedado preñada y le agradecía a mi madre que le hubiera felicitado en lugar que alarmarse ( lo cual tampoco dice mucho en favor de mi madre).

Mi madre, muy ufana, le respondió que Dios la premiaría en el momento supremo abriéndole las puertas del cielo de par en par y a la susodicha se le fundían las bragas de puro placer. (Que digo yo, qué tendrá que ver la fertilidad y la inconsciencia con la bondad, pero eso es lo que hay).

La religiones es lo que tienen, que no creen en el ser humano ni en su capacidad para hacer este mundo más habitable y respetuoso y se han visto obligados a proyectar sus premios de fin de carrera en mundos futuros e intangibles, donde manan ríos de leche y miel ( anda, que como además de coneja seas alérgica, ¡ vaya juerga!)

Oyendo a mi madre, que daba por sentado que nuestra vecina estaba claramente destinada a ocupar su adosado en el Paraiso, tuve una visión extremecedora. Me imaginé el cielo lleno de neocatecumenos y toda la gama de piadosos y fanáticos y me entreban escalorfríos. ¡Vaya planazo!

Señor señor, ¿ de verdad es ése el panorama que les espera a los Santos y a los buenos vecinos?, ¿ es que nadie ha pensado jamás en un cielito para crápulas reconvertidos, en un reservado con su mueblebar y su partidita de cartas, para buenos pero menos?

No nos lo ponen fácil, joer, es que no nos lo ponen nada fácil.

Lecturas recomendadas:Miguel de Unamuno, "San Martín bueno, mártir". Julian Barnes,"Una historia del mundo en diez capítulos y medio", leer el capítulo primero.

martes, 22 de abril de 2008

¡No es suficiente!


Video: Una grabación capta a un vigilante del metro mientras patea a un viajero

Todas las televisiones de esta país se han hecho eco del vídeo en que se ven las agresiones infringidas por vigilantes privados a ciudadanos indefensos en el METRO de Madrid.
Las agresiones han sido grabadas con teléfones móviles hace meses y se han dado a conocer ahora.
Los responsables del servicio de seguridad que los protagonistas de las agresiones están identificados y fueron despedidos inmediatamente. Esta muy bien, pero ¡ NO ES SUFICIENTE! Ni mucho menos.
Queremos sus nombres y apellidos, queremos ver su foto, queremos que les pongan delante de un juez y que se les apliquen las penas que les correspandan, queremos que se disculpen pública y personalmente ante los agredidos y que se les inhabilite de por vida para portar un arma o un uniforme o para realizar cualquier trabajo relacionado con la vigilancia.
Queremos que les conozcan en su barrio, que su familia y sus amigos sepan que son unos canallas, unos cobardes y unos indeseables.
Queremos una ley que delimite con claridad los labores de los vigilantes privados y que se les someta a un control riguroso y constante del ejercicio de su actividad.
Se lo deben a los agredidos, nos lo deben a todos.
Yo no me conformo con menos.

lunes, 14 de abril de 2008

El peso específico de la añoranza

Después de muchos años hemos vuelto a experimentar la ilusión de viajar, de hacer la maleta, cojer un avión, escuchar otro idioma, conocer otras costumbres, a veces con sorna, otras con sorpresa, en ocasiones con temor o recelo; la emoción de despertarse por la mañana sin saber de atentamano cómo será exactamente el día que te queda por delante, qué persona, qué paisaje, qué sorpresa te acecha a la vuelta del camino. ¡Hacía ya tanto tiempo!
El Agente Naranja y Cascarrabia´s Kid se quedaron en casa con los abuelos y... nos echaron de menos. Hemos estado fuera diez largos y apacibles días y los dos muchachos nos han echado de menos. No menos que nosotros a ellos. Pero está bien, francamente bien. Está bien que hayan conocido esa espina, que sepan que no sólo somos la máquina de reñir, que ocupamos un espacio con un peso específico importante en su corazón, que hayan tenido tiempo de medir y calcular el tamaño y el sabor del desasosiego... aunque a la vuelta nos hayan pasado su paticular factura de rabieta y sensibilidad a flor de piel. La pago con gusto.
¡Tanto amor!