sábado, 15 de agosto de 2009

La reina de Saba



Los próximos quince días me mudaré a la casa de la Reina de Saba, mi madre, para cuidarla. Tendré que cocinar, sacarla de paseo, atenderla y contestar una y mil veces las mismas preguntas de siempre, escuchar los mismas historias, encajar los mismos reproches.

Creo que llevamos ya en esta situación casi cinco años entre los cinco hermanos y la enfermad de la desmemoria sigue avanzando sin pausa. Esa enfermead que se bebe el alma y deja intacta la carcasa.

Cada vez es más duro de llevar.

La reina de Saba además no da ninguna facilidad: la soberbia la mantiene despierta y en guarda permanetemente.

Sé que durante esos quince días perderé la paciencia varias veces, me enfadaré alguna más u seré insolente y despota con la reina más veces sin duda de las que se merece.

Aunque cada vez me cueste más reconocerla y me resulte latosa y pesada, y frágil,la reina de Saba es mi madre. Y hubo un tiempo en que lo fue todo para mi ( no sé por qué uso el pasado)

Es bueno en este duro trabajo que se ha convertido su senectud, recordarla en sus buenos tiempos, en los momentos de esplendor físico, mental y afectivo.

Cuando yo tenía veinti pocos años, en el año 93, me dieron una beca para trabajar como lector en una Universidad austríaca. Yo había estado todo ese año en Alemania haciendo que estudiaba y, como hace casi un año que no veía a madre, que ya estaba viuda, quedamos en encontrarnos en Madrid para hacer turismo juntos y, de paso, firmar en las oficinas del Ministerio de Asuntos Exteriores los papeles de mi lectorado. Estuvimos juntos en Madrid cerca de una semana. Visitando museos, pateando la ciudad, tapeando y conociendo juntos la capital de España. Porque por muchas veces que hayas estado en una ciudad, nunca es la misma si regresas con otra persona, como era el caso.

Disfrute mucho de mi madre esa semana. Ya no era una mera relación de madre arriba e hijo abajo; era una relación de madre que te abre su corazón, con sus abismos y sus cúspides, e hijo que ya está plenamente emancipado y ha dejado de ser una carga u objeto de protección permanente.

Uno de esos días acudimos juntos al Ministerio a firmar mis papeles. Como llevábamos toda la semana juntos, fuimos también juntos. Nada más normal. Subimos juntos y esperamos juntos a que me atendieran.

Mientas esperaba junto con mi madre, pensé en un momento lo ridículo de la situación. Un hombre hecho y derecho acude con su madre a una entrevista de trabajo. Para más vergüenza, cuando salió a buscarme la funcionaria con la que me debía entrevistar, mi madre se levantó tras de mi y nos acompañó al despacho de la Directora General o lo que fuera. No nos acompañó, no, en el trascurso del paseo de la sala al despacho se hizo íntima amiga de la funcionaria mientras yo las seguía por todos esos pasillos llenos de gente, dos pasos por detrás, callado y muerto de vergüenza: sin dar crédito.

En resumen, la funcionaria no me entrevistó a mi, si no a mi madre, que le contó todas las excelencias de la calidad humana de su retoño. Yo quería que me tragara la tierra y, a la vez, la situación no podía ser más cómica.

Salió todo bien. Supongo por el toque humano de la reina de Saba. Pero cuando salíamos del edificio y le comenté lo absurdo de la situación que acabábamos de representar, ella sintió más vergüenza que yo.

Te quiero mamá.

viernes, 7 de agosto de 2009

Las gaviotas


Las gaviotas son aves marinas.
Vuelan en círculos, planeando o batiendo las alas,
apoyándose en las corrientes de aire caliente.

Los ornitólogos denominan a ese vuelo esquivo circunloquio.
Las gaviotas no afrontan los problemas, los sobrevuelan.

Hay quien dice que las gaviotas tienen un ramalazo de carroñeras.
Son ganas de calumniar.

Muy limpias, no son.


Las relaciones entre otros miembros de la especie
son eminentemente políticas:

Edifican sus nidos en zonas protegidas...
Ocupan el nido de sus congéneres...
Ejercen la violencia y otras formas más sutiles de coacción...
Dirimen sus desencuentros en los juzgados...
Compran a los jueces...
Sus conversaciones son ensordecedoras...
El instinto anida en su estómago...
La gula les pierde...
Conocen la corrupción...
Conocen la lascivia...
Van a misa...
Se emborrachan...
Ensucian todo...
Van a la guerra...
Se pasean desnudas...


Las gaviotas se han adueñado del paseo marítimo.
Silenciosa e implacablemente.
Su mierda copa ya todo el territorio.

Dónde iremos a pasear ahora.
Cómo nos ha podido pasar.

Joder con las gaviotas.