Yo y mi obstinación nos hemos acantonado en estos riscos.
La razón me asiste sin duda.
La empalizada es inexpugnable.
De todos modos la desconfianza me atenaza.
Aún tengo muy presente a todos mis enemigos.
Por si acaso he dinamitado todos los puentes.
Ya nada me puede salvar.
La razón está por fin a salvo.
Pasa el tiempo.
Me vence el desasosiego.
Cuanto más lo miro,
más que cuesta distinguir todos los matices de la acacia.
1 comentario:
Canción para un resistente (de otro resistente).-
No mires ese tronco seco,
corroído,
húmedo y viejo.
Ahí lo plantaron los bárbaros.
Llegaron con sus lanzas de medievo.
Cavaron un hoyo en la tierra del invierno,/
y en el fondo lo hincaron cien esclavos.
Vino luego el viento y la lluvia.
Cuando el sol y la luna
llegaron cogidos de la mano,
cayó sobre él el cielo lleno.
Vino también la muerte vestida de fiesta/
y habló con el madero.
No lo mires, hermano.
Nunca tuvo ramas frescas/
que fueran la casa de los pájaros.
Y la brisa siempre olvida su dejar caricia/
al sorprender sus brazos de agujas.
No. No lo mires.
No mires ese leño muerto.
Es en la solapa azul de tu chaqueta
de obrero,/
de carpintero de las ideas,
de arquitecto del verso,
de músico de la palabra;
allí es donde brota,
bajo un manantial nuevo,
la rama dorada
con la que conquistar el cielo.
No. No lo mires.
No mires ese leño muerto.
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