domingo, 29 de diciembre de 2013

Mamporros y confianza.



Cascarrabias´Kid y el Agente Naranja tienen sus cosas, como todos los hermanos, pero hasta ahora nunca se habían peleado violentamente, los intercambios de pareceres siempre habían sido más dialécticos que físicos. Hace unas semanas se ha roto la tendencia. Se canearon pero bien.

Reconstruyamos los hechos. Mientras Culo Gordo cocinaba ellos jugaban al parchis en el salón. Al parecer El Agente Naranja recogió el dado a toda prisa sin que a Cascarrabias´Kid le diera tiempo a ver el número y se quejó. Como la queja no podía ir más allá ( ya no había manera de probar si el número que había dicho el primero era ése y ya había movido en el tablero), Cascarrabias´ Kid tiró el dado de manera que su hermano tampoco pudiera ver el número y claro, El Agente Naranja protestó y se negó a seguir jugando. Lo demás es todo un poco confuso pero conociendo a los artistas, me puedo imaginar que Cascarrabias´Kid continuó calentando la cabeza a su hermano con algún comentario poco afortunado y éste la arrojó el dado con no poco rencor, el mayor hizo ademán de pegarle y el pequeño lo esquivó y se lo devolvió. Cuando llegué al salón, tres décimas de segundo más tarde, ya había habido un veloz intercambio de patadas y puñetazos y habían cesado las hostilidades físicas y verbales, no así las ambientales. En el salón permanecía un penetrante tufo a "Eau de Caín": el perfume. Eso y la oreja. Cascarrabias´Kid tenía la oreja descomunalmente hinchada del puñetazo que le había largado su hermano a las primera de cambio. 

Intenté enterarme de lo que había pasado y les llamé a la cocina por separado para que cada uno me contará su versión.

- Mentira- se oyó en el salón mientras el otro desgranaba los hechos según su visión.

Si algo me quedó claro es que lo que más había salido dañado de aquella trifulca- además de la gigantesca oreja- fue el amor propio de ambos y la certeza de que los dos eran plena y dolorosamente conscientes de que algo inexpresable se había roto definitivamente en su relación filial. Nada volvería a ser como antes. Habían traspasado un umbral que les conducía a lo desconocido y que sentaba las bases de una nueva relación entre ellos. La sensación era que estaban tan arrepentidos como disgustados.

A un padre no les gusta ver a sus hijos pegándose.( ¿¡ porque no nos gusta, verdad!?). Sin embargo, de manera excepcional, yo estaba satisfecho de que el pequeño Agente Naranja por fin le hubiera marcado los límites a su hermano mayor. Era necesario. Al menos estaba convencido en ese momento. Pero esa misma semana me di cuenta de mi grave error. Mi diagnóstico no podía ser más errado. Porque esa misma semana el pequeño volvió a canear a su hermano. ¡Menuda afición!

Estaban jugando en el parque junto con otros compañeros del equipo de rugby y el mayor hacía uso y abuso de su fuerza física para mantener la posesión de la pelota. Estas cosas no suelen tener buen desenlace y acaban despertando la agresividad de todos los participantes. En un momento dado que los dos hermanos pujaban por la pelota, el pequeño Agente Naranja se desatendió de la pelota y le soltó una buena colleja a su hermano. Afortunadamente estaba lo suficientemente cerca para que parara ahí la cosa física, porque la agresión verbal no hubo manera de cortarla y no fue precisamente edificante escucharla. 

El pequeño alegaba haber actuado en legítima defensa, porque su hermano le había mordido. 

Si alguna vez había albergado alguna duda, ésta estaba ahoradefinitivamente despejada. A los padres no nos gusta nada ver a nuestros hijos pegándose. Por lo menos la segunda vez. 

Cuando lo del parchis les había manifestado mi tristeza porque hubieran dirimido a mamporros sus diferencias y traté creo que con éxito de que se sintieran avergonzados por ello, más allá de quien de los dos tuviera la razón. Pero en esta ocasión los dos esperaban que impartiera justicia. ¡Me cagüén la leche! A priori el culpable era el mayor, por morder a su hermano y le castigué por ello. Pero luego resultó que no.  El mayor aseguraba que era mentira y se negaba por ello a acatar el castigo. La actitud de su hermano era mientras tanto ciertamente sospechosa.  

- ¿ Es verdad que te mordió tu hermano?
- Sí.
-¡Mentira!
- Pero lo intentó.
- Mentira. Eso es mentira- dijo el mayor y pudieron escuchar los vecinos a tres kilómetros a la redonda.

Vaya, vaya, vaya. O sea que primero afirmaba que le había mordido y luego confesaba que sólo lo había intentado. Olía mal. Y yo no soy Salomón. Me puse serio y le pregunté al mayor si había intentado morder a su hermano y aseguró categóricamente que no. En ese caso, y aún albergando dudas razonables, tuve que dar por buena su respuesta y determinar que era el Agente Naranja quien se había equivocado y quien debía disculparse antes su hermano.  Se negó en redondo. Seguía convencido de que había intentado morderle.

- Si tu hermano me dice que no lo hizo, tengo que creerle. Si él dice que no lo hizo, yo debo creerlo y tú debes creerlo también.

- Pero si miente.

- Si miente el problema es suyo y sólo suyo, primero porque no habrá hecho lo correcto y segundo y más importante porque habrá dilapidado el tesoro más valioso que tenemos las personas, la confianza, el crédito, el valor de nuestra palabra. 

Porque todos en la vida mentimos. Mentimos en el trabajo, mentimos a la familia, a los amigos, a la pareja, a los hijos y, sobre todo, nos mentimos a nosotros mismos con todo éxito, pero hay ocasiones en las que las personas debemos saber que no debemos mentir, que podemos habernos equivocado, que podemos haber actuado mal y con nuestra actuación haber causado mal o perjuicio a otros, en esas ocasiones bajo ningún concepto debemos abdicar de nuestras responsabilidades, por más duras que sean las consecuencias. Si somos capaces de mantener ese criterio a lo largo de nuestra vida seremos personas dignas de confianza. Que la gente reconozca el valor de tu palabra, que sepan que vas a decir lo correcto aunque vaya en contra de tus propios intereses marca la diferencia entra las personas y los personajes. Todos son necesarios en el gran teatro del mundo, pero a la hora de la verdad son las personas quienes marcan la diferencia. 

( ¿ Habrán aprendido la lección?)



lunes, 9 de diciembre de 2013

Cuándo se come aquí?

La historia tiene un movimiento circular, siempre acaba volviendo.  En mi tierna adolescencia me abrí al mundo de la música y de las artes de la mano de Siniestro Total. Qué mejor grupo para tan solemne iniciación. Me sabía sus canciones de memoria y mis libretas y cuadernos de instituto recogían sus profundas y atinadas sentencias filosóficas y su exquisita estética punk. Tampoco me perdía ninguno de sus conciertos. No puedo decir que escuchara sus discos, porque yo era más de cinta de cromo, de las que se rebobinaban con el boli, pero las cintas, que las tenía todas, las escuchaba hasta que se deshilachaban. Aún conservo muchas de ellas, pero ahora la dificultad reside en encontrar el aparato tecnológico adecuado para poder volver a escucharlas. En esto el tiempo y la historia también son circulares: cuando había vinilos yo no tenía dinero para un tocadiscos y ahora que quiero escuchar las cintas magnetofónicas no tengo magnetófono. Han pasado los años y me he recuperado del trauma: entre los regalos de boda había un tocadiscos y años más tarde, por mi cumpleaños, mi amigo Bili tuvo el tino de regalarme el vinilo que tantas tardes de gloria y alegría nos brindó. Aún es el día de hoy, cuando consigo quedarme sólo en casa que doy rienda suelta a la nostalgia y lo pincho a un volumen nada razonable.

Pero no era de esto de lo que quería hablar, o también. Porque, sarcasmos de la historia, la frase que da título al long play y que tan feliz me hizo en el pasado, se ha convertido en una frase recurrente en mi vida, pero con unas connotaciones radicalmente opuestas, vamos, una pesadilla. Para mis hijos empiezo a convertirme en ese que suele estar en la cocina y me tienen sometido a un tercer grado insoportable. No han entrado por la puerta y ya lo están preguntando, o se meten en la cocina y husmean entre mis tarteras, o preguntan por el menú, o critican su confección, o rechazan su contenido, o me apremian para que lo termine. ¡ Ante todo, mucha calma!, me defiendo, pero ellos erre que erre. Cualquier día bailarán sobre mi tumba.

sábado, 30 de noviembre de 2013

Derechos, libertades y otras liviandades


En este país sin saberlo hemos tenido muchos motivos para sentirnos orgullosos. La transición española instauró un sistema político con un gran margen para el disfrute de las libertades civiles y aunque se pudiera pensar que un sistema que aspiraba a denominarse democrático era lo normal, lo cierto es que ahora que vemos que todas las costumbres y vicisitudes que considerábamos normales y que han empezado a estar en tela de juicio, la educación, la sanidad, la vivienda, el trabajo, por nombrar cuatro, nos debemos dar cuenta que en esta país de excesos y estridencias hemos sido unos privilegiados, por gozar de esas libertades y por el buen uso que hemos hecho de ellas.

Ayer el Consejo de Ministros ha decidido poner coto también a nuestro sistema de libertades públicas, al derecho de reunión, de queja, de disidencia, de protesta, de oposición cívica. Nos quieren amordazar. Sólo espero que en el proceso que media entre las aviesas intenciones de nuestro anacrónico Ministro del Interior y la letra final de la ley, impere el sentido común.

Que por qué tenemos motivos para sentirnos orgullosos. Porque esté país ha vivido décadas bajo la presión de una sangrienta y poderosa organización terrorista y a pesar de todo las instituciones de este país, que es como decir nuestro políticos, tuvieron el suficiente sentido común como para no emplear el argumento de la seguridad para recortar nuestras libertades, porque nuestros medios de comunicación no cargaron las tintas para meternos a todos el miedo en el cuerpo ni para presionar al legislativo para que las cosas fueran de una manera diferente a como en realidad fueron. Alguien podrá argumentar que si los GAL o si el señor X, pero yo no pretendo defender que todo haya sido idílico, sólo digo que en otro país, con el mismo problema de terrorismo y a la misma escala, a la mejor las cosas no hubieran sido como fueron en nuestro país. Porque en nuestro país, no nos olvidemos, en ningún momento se fomentó ni la venganza, ni la revancha, las declaraciones de nuestros políticos sólo hablaban de la aplicación de las leyes para los asesinos, de la convivencia pacífica y de la paz, a nadie se le pasó por la cabeza meternos el miedo en el cuerpo y ni un sólo atentado cambio una agenda ni tuvo la más mínima repercusión en la vida cotidiana de los ciudadanos. Era un problema gordo, pero la vida seguía su curso. Para mi eso es haber sido unos privilegiados, sobre todo viendo cómo están  cambiando las cosas.

Miren lo que pasó en Los EEUU a raíz del 11-S y comparendo con la reacción de nuestras instituciones, que es como decir de nuestros políticos, con nuestro 11-M. Al otro lado del charco se instaló la paranoia, el país entró en pánico y el señor Bush instauró un régimen de pavor, donde las libertades cívicas estaban supeditadas a la seguridad de no se sabe muy bien qué o quién: Guantánamo, la Guerra de Irak, la vulneración sistemática y sin control judicial de las comunicaciones, que es como decir de nuestra privacidad, en fin, que un atentado terrorista fue la excusa perfecta para poner el país patas arriba. Sinceramente me quedo con el modelo español de afrontar el horror.

En los últimos cuatro años las calles de nuestro país se han llenado de gente que protesta: el movimiento 15-M, la plataforma antideshaucios, los mineros, los escraches, rodea al congreso, la marea blanca, la marea verde, en fin ,vivir en el centro de Madrid debe ser cualquier cosa menos aburrido. Y al Gobierno de la Nación se le han inflado las pelotas y han decidido acabar con todo eso. " Teníamos un problema y lo hemos resuelto", ¿recuerdan?. Se hace una ley ad hoc y como tenemos mayoría absoluto que vayan comprando vaselina.

Alguno puede pensar que es ahora precisamente ahora, cuando nuestro mundo se tambalea, cuando de verdad tenemos necesidad de hacer uso de la libertad de asociación y de reunión, de poder ir delante del Congreso a protestar y de presionar a nuestros políticos para que tomen conciencia de la magnitud de la tragedia, es ahora cuando la única salida que nos queda es protestar, cuando necesitamos hacernos visible en la calle, es ahora cuando nuestras instituciones, que es como decir nuestros políticos, deben tener aquello que se llamaba altura de miras, y paciencia, y aguante y empatía y compasión.

No lo hagan. Se arrepentirán.

domingo, 24 de noviembre de 2013

De pisporris y tiparracos



Igual que Julio Cortázar nos contó la historia de los cronopios y de las famas, alguien tiene que contar la historia de los pisporris y de los tiparracos.

Ambos especímenes son variantes del liante que esgrime la mentira para escurrir el bulto. El tiparraco es el individuo que cuando miente pretende inculpar a su interlocutor. El piporris es el mentiroso que necesita la mentira para tapar la gravedad de sus faltas.

Supongamos una situación sencilla. Has concertado una cita con una amigo a las once de la mañana en una cafetería de tu barrio. Tu acudes puntual a la cita y el otro no. El tiparraco se presentará media hora más tarde y tratará de convencerte de que en realidad habías quedado a las once y media, por muy enfadado que estés, la culpa es sólo tuya por haber llegado media hora antes. El pisporris habrá llegado tarde porque cuando se dio cuenta de que se iba a retrasar cogió las llaves de tu coche para hacerte el favor de que después tú pudieras regresar a tu casa con él, con tan mala suerte que al maniobrar en el aparcamiento subterráneo lo ralló contra la columna y al verte se disculpará por el retraso, dirá que no había donde aparcar, que tras estar más de media hora dando vueltas por la ciudad buscando una plaza libre, al final tuvo que ir al aparcamiento, te entrega en mano el ticket de pago y del rayonazo no te dirá ni mu.

A primera vista cabe pensar que la actitud del tiparraco es más censurable que la del pisporris, pero no nos dejemos llevar por las primeras impresiones. El pisporris tiene una tendencia natural para invocar la catástrofe nada desdeñable que lo hace extremadamente peligroso.

Hay verdades eternas y universales que rondan durante siglos o milenios fuera de nuestro alcance y alejados de nuestro conocimiento, flotando en el espacio como partículas independientes  y que de pronto, un bien día se acaban condensando, toman forma y se nos presenten con toda su clarividente certidumbre. La existencia de los tiparracos y los pisporris es un buen ejemplo de lo que estoy hablando. Hasta este viernes sospechábamos de su existencia, pero jamás su presencia se había hecho tan patente.

Estábamos en la oficina. Estaba siendo una semana de trabajo intensa, era ya viernes por la tarde y todos estábamos cansados. Aida hablaba por teléfono con Cristi Langstrumpf. Al parecer se le había olvidado realizar una gestión importante, pero la culpa era de mi compañera por no haberle proporcionado la información a tiempo. Al colgar el teléfono la conclusión era evidente.

- Tiparraca.

Luego vino a la oficina Micky Inciso. Le contó al jefe otra historia fantástica para justificar que había llegado tarde, cuando el jefe ya sabía que lo que traía era una bonita multa bajo el brazo.

- Este tío es un pisporris. Concluyó con acierto profético.

A partir de ahí nos pasamos el resto de la tarde clasificando a clientes, colaboradores y compañeros entre tiparracos y pisporris con dedicación de entomólogos. Ojalá todas las semanas pudieran concluir en un ambiente tan estimulante y científico.

martes, 5 de noviembre de 2013

El Dandi


- Mamá, ¿ para hoy dan agua?
- …
- ¿Pues entonces me pongo los carapijos!

Tenía que llegar. Era inevitable. Cascarrabias´Kid cayó enamorado de la moda juvenil. Se veía venir. Al principio sólo tenían dudas en la nacionalidad de la camiseta para ir a entrenar al rugby: no se si embarrarme con la de France  o la de New Zeland, pero ahora las cosas han ido un paso más allá.

El otro día negoció con su hermano celebrar sus cumpleaños conjuntamente e hicieron lobby para convencernos.

 -Sólo invitamos a dos amigos por cabeza, nos lleváis al cine y ni merienda ni nada.


¿ Cómo negarse ? Es lo que tienen los lobbies y la gota malaya, que acaba haciendo agujero en la piedra más dura. El asunto fue que sabe dios cuándo Campanilla había adquirido una americana talla prepuber y que una vez conseguido el objetivo principal: celebrar el cumpleaños, quedaba conseguir otros logros no menores, como se demostró más adelante.

- Y llevo la chaqueta.

Cascarrabias´Kid nació adulto y responsable y la americana le sentaba como un guante a su personalidad: parecía un paisano en toda regla y se sentía a gusto consigo mismo con la prenda de marras. Es posible que el hábito no haga al monje, pero hay monjes que con el hábito adecuado lucen pintiparados. Ese era Cascarrabias´Kid.

Sólo espero que no le dé por Armani.

viernes, 11 de octubre de 2013

ACRÓSTICO


"Jugaba el rey, éramos todos tahures; estudia la reina, somos agora estudiantes"
Epístola Exhortativa a las letras.. Juan de Lucena

Con los pies siempre firmes y limpia la mirada
Un amigo ( o más) con los que conversar
La vereda más larga se hace amena, andar
O hablar, estar tan sólo con la gente apropiada .

Guarda ciertas palabras y tenlas siempre a mano:
Oficio: el trabajo eleva y dignifica.
Razón: la mejor guía, luz que jamás claudica.
Dolor: que no te asuste, él te afirma como humano.

Orden: que para todo hay tiempo cuando sabes
Elegir prioridades. Modales: sin rivales
Si de abrir se trata las puertas principales.
Compromiso: se miden las personas graves

Reparando en su don para hacer y cumplir.
Ilusión: compañera útil y necesaria,
Bien estimable para tu vida diaria.
Ironía: que nada mejor sabe fundir

Ora escepticismo, ora genio y humor.
Paciencia: pues vivir exige temple, tomarse,
Antes de actuar, tiempo para esperarse.
Respeto: para ti y para el mayor

Acopio de personas que en el mundo halles.
Esfuerzo: pues placer hay más en la verdad
De porfiar con denuedo que la comodidad
Impropia del haragán y de los trotacalles.

Favor: la calidad de los hombres se mide
Ilustres por su don especial para estar
Cuando no les espera nadie y auxiliar
A todo el que necesita y su intervención pide.

Cuando alguien te critique y en tu contra grite
Imagínate que es fruto de su misma torpeza
O quizás valga más su criterio con firmeza
Negar, si fuese el tuyo tenaz, aunque se irrite.

Desde luego amor, con cariño y ternura
Explora con premura y derrocha sin tasa
Siempre será mejor una pasión que abrasa,
Una mala experiencia, que ignorar la aventura.

Sigue tu criterio, más allá del frenesí
Hostil de cada día, desoye el descontrol
Interesado y piensa, que no hay día sin sol,
Jaula sin abertura y recuerda: "etiamsi

Omnes ergo non". Sí, la multitud
Suena, pero lo hace sin virtud. 

martes, 8 de octubre de 2013

El clarinete



Cascarrabias´ Kid toca el clarinete, el Agente Naranja, el piano. Lo tocan poco, más bien nada. Nos cuesta un mundo conseguir que se sienten a practicar y a estudiar. La música es un complemento para su formación, aunque ahora lo vean como una imposición. Se les atragantó el solfeo. La verdad es que es un coñazo, por el horario y por el contenido. A Cascarrabias´ Kid le hemos relajado la disciplina. Este año no le hemos obligado a continuar con las clases de solfeo. Tres año nos parece más que suficiente, va creciendo, se va haciendo un paisano, tiene ya cierto criterio para decidir qué si y qué no y hay que respetarlo. También hay un componente económico. Su no clase de solfeo nos ahorra una pasta, que, tacita a tacita.. pues eso, que empezamos a estar ahogados con tanto gasto.

Ya tenemos asumido que no tenemos en casa ni un Goodman ni un Feidman, ni un Baremboim ni un Monk, pero insistimos en que no dejen la música porque cuando crezcan sabemos que será un buen compañero de viaje. Creo que lo conseguiremos. Y espero que nos lo agradezcan. Cascarrabias´ Kid le pone pundonor al clarinete, se esmera, le gusta, pero musicalidad... cero patatero. Oír la melodía de Piratas del Caribe no sé cuántas veces seguida, tocada nota a nota, una detrás de otro, pero sin la más mínima armoniosidad, puede ser una tortura. El Agente Naranja, que es alérgico  a la teclas negras y también a las blancas cuando están pegadas a las negras, no toca una mierda, pero se le cae un dedo en una tecla y suena bien. Es delicado, sutil, da gusto cómo suena incluso cuando improvisa. No desafina el tío ni aunque se lo proponga.  Qué cosas.

En fin lo que quería contar es que el domingo pasado les pedimos a los muchachos que practicaran un poco. Les forzamos, digamos, con la sutilidad habitual: propinas menguadas, entrenamientos fallidos y las amenazas de rigor. Mal que bien los dos fueron a sus cuartos a practicar. Mientras en la cocina les preparaba la cena. Sin prestar mucha atención. Sólo me faltaba además de oírles tener que escucharles. Mientras servía los platos llego Cascarrabias´ Kid con signos evidentes de haber llorado: ojos enrojecidos y el ánimo abatido. Su hermano fue quien percibió su estado y le preguntó

- ¿Por qué lloras?

Nos miró sorprendido por nuestra perspicacia y nos comunicó que no pensaba decírnoslo.
Al principio pensé que podía ser un golpe, o una trastada o algo similar, pero estaba blando de ánimo: había gato encerrado y daba igual que su hermano y yo insistiéramos.

- No os lo pienso decir... si acaso a mamá

Así fue como me enteré que el tío, practicando con el clarinete, a sus once añitos, se había emocionado conmovido por los sonidos de la música que salía de su propio instrumento.

Creo que a partir de ahora no nos va a resultar tan penoso convencerle para que practique un poco.





viernes, 16 de agosto de 2013

CAMPAMENTOS DE VERANO








Ayer volvieron de quince días de campamento. Uno en la Vecilla, el otro en Castropol. De campamento siempre por separado, por romper la endogamia que se traen. Son autosuficientes. No necesitan a nadie.  Estando los dos, el resto del mundo es circunstancial. Se atraen y se repelen, según el momento del día. Esos quince días les obliga a enfrentarse al mundo y a si mismos. Todo un reto. Uno lo lleva mejor que el otro. Cascarrabias´Kid tiene menos problemas para empatizar y desenvolverse en el nuevo entorno, les gusta participar y se divierte en lo que hace. Disfruta.. El Agente Naranja asume el nuevo estatus como algo temporal y pasajero, pero la diversión es menos diversión sin su hermano, los otros niños le dicen poca cosa, y se siente, en fin, fuera de cacho, hace lo que se le dice, no da problemas, pero no se involucra sentimentalmente, sólo aspira a que pase el tiempo. Son diferentes.

El Agente Naranja extraña. Nos llamó casi todos los días. Tiene necesidad física de escuchar y sentir a su gente. El primer día rompió en llanto. Cascarrabias´Kid si no te ve, te olvida; cuando te tiene delante, le pesa de golpe todo el tiempo en que estuvo alejado.

Lo mejor es el relato posterior. Las influencias recibidas, aunque no siempre buenas, siempre necesarias. Hablan con nuevos acentos, traen nuevas expresiones, cuentan nuevas historias. Cascarrabias´Kids coincidió con unos burgaleses de los que tomó nuevas y divertidas expresiones con el acento en ocasiones llamativo de los castellanos.

- ¿ Qué me dices?. Dicho con la dicción de Gracita Morales, que contagia y provoca la risa de toda la familia. Y al Agente Naranja se le adivinan expresiones escuchadas a chicos mayores, usadas con tino y con gracia, a pesar del descaro o precisamente por ello.

En fin , misión cumplida. Regresaron sanos y salvos y, sin que lo sepan, cambiados y mayores.






domingo, 30 de junio de 2013

El Campo San Francisco II


Había pavos reales. Uno estaba familiarizado con perdices, codornices, vencejos y golondrinas, pero en el Campo de San Francisco había palomas y pavos reales. Las palomas vivían de la sopa boba y de sus propias enfermedades degenerativas. Las abuelas compraban barquillos y los nietos cebaban a las palomas.Yo si quería que también comieran de mi mano o que me cagaran en el pelo como a los niños ricos, tenía que llevar un trozo de pan de casa o unos granitos de arroz o pelearme con las mismísimas palomas para rapiñar del suelo las miguitas de las clases pudientes. Si se fijan las palomas son una aves muy cínicas, por una parte portan la ramita de olivo y por otra se picoteaban unas a otras con tal de obtener el trozo de pan, o de el grano de arroz o la miguita de barquillo, mutilándose a picotazos unas a otras. La paz es un valor universal, qué duda cabe, pero más cornadas da el hambre. El palomar está arriba, encima del estanque y debajo del paseo del bombé. Los barquilleros solían estar situados estratégicamente, donde la fuentona, o delante del quiosco de la música o en el estanque de los patos, en fin, donde se aglomeraban las chachas, las abuelas y las madres con los niños y también las rastreras palomas y los pequeños gorriones, cuyo interés ornitológico era nulo pues jamás de los jamases picoteaban la comida de las manos de los individuos del género homo.

Los pavos reales solían asentar sus reales en el quiosco de música o más abajo, donde el estanque de los patos. Eran los pájaros más grandes que había visto en mi vida. Y eso que aún no les había visto cuando estaban en celo y desplegaban su cola llena de intimidatorios ojos y batían el trasero espasmódicamente, como en un ataque epiléptico, que de tan excéntrico estoy seguro de que la parada nupcial ha dado pie a varios bailes de moda, tipo los pajaricos, la macerana o la lambada. Los pavos, a parte de tener un canto estridente y espantoso, a parte de sus llamativos colores y su larguísima cola, por la que todos los niños nos peleábamos y les perseguíamos con tal de conseguir una de sus plumas coronada por un ojo insomne, eran unos soberanos cabrones y se comían a los niños crudos. Daban unos picotazos que daban miedo. Sin avisar, sin motivo, sin provocación, porque sí, estabas cerca y zas, picotazo que te crío. En Oviedo las madres no amenazan a sus criaturascon el hombre del saco.

- A que te llevo a ver los pavos reales al parque de San Francisco. Era una amenaza suficiente y real como la vida misma.

Con este panorama los niños de Oviedo podían ser cualquer cosa, menos ornitólogos. Sería poco científica su descripción del comportamiento de los pavos

Pavo Real Común (Pavo Cristatus), es una especie de ave galliforme de la familia Phasianidae, es originariodel sur de Asia y tiene un fuerte disformismo sexual, los machos son unos cabrones metrosexuales con voz de haber consumido grandes cantidades de cazalla, mientras que las hembras no se arreglan ni los días de fiesta. Alcanzan la madurez y el éxito social tras haber aterrorizado a varios niños, preferentemente con picotazo de por medio.


domingo, 16 de junio de 2013

El Campo San Francisco I


La familia se mudó a Oviedo en el verano del 75. Acabó el curso, hicimos el petate y cruzamos el Pajares. Yo tenía 8 años y sigo siendo el menor de cinco hermanos. Oviedo era una ciudad hostil, grande y fría. En verano, sin amigos y viniendo de un pueblo donde me movía con absoluta libertad, no se puede decir que lo nuestro fuera amor a primera vista., al contrario, la primera impresión no pudo ser peor. La única perspectiva de que mejoraran algo las cosas era que empezara el curso, pero el verano se antojaba largo y sólo el Campo de San Francisco palió la soledad y el aburrimiento. El Campo de San Francisco es una mancha cuadragunlar y verde en el centro de los planos de la ciudad de Oviedo, nuestro Central Park, salvando las distancias. Era al único sitio que recuerde al que me dejaban ir sólo y ,claro, me agarré al clavo ardiendo. Salia del portal, cruzaba dos calles y tres semáforos, apenas dos cientos metros en total y ahí estaba yo, sólo con mis aires de palurdo, espiando niños, mamás y meriendas, sorprendido por la intensidad del verde y harto de la lluvia y la humedad.

 En la parte de arriba había una zona de juegos para niños. Había un fuerte de madera, a imagen de los del oeste amerícano, con ínfulas de laberinto y olor a orines, que todos los niños recorríamos haciendo equilibrios por encima de la tablas, con riesgo cierto para nuestra integridad y , sobre todo, para nuestra partes pudendas. Había también alguno de esos columpios de acero y toboganes donde todos los niños de laquella época rasgamos los pantalones con algún tornillo mal acoplado y furruñoso. En Oviedo, además, el columpio acababa rematado indefectiblemente en un gran charco de agua sucia. Había también una balancín con anillas, donde los mayores se ponían en pie, agarrados a los postes para balancear y, o te agarrabas con todas tus fuerzas, o salías despedido. Había por último un gira-gira o mini tío vivo donde, si no estabas muy ducho, tenías el mareo asegurado. Los columpios eran en general ciertamente novedosos y fantásticos... si tuvieras amigos para compartirlos... pero recuerdo que mis primeros contactos con los aborígenes fueron fríos y decepcionantes: me llamaban guaje y no entendía muchas de las cosas que decían con esa melodia cantarina y nueva para mis oídos. Hacer un amigo era una misión imposible, nos separaba un abismo cultural y el foráneo, yo, tenía todas la de salir perdiendo. Y lo peor era que cuando regresaba a casa me aseguraban que la pesadilla no era temporal, era para siempre.

El deseado comienzo del curso coincidió con la celebración de las Fiestas de San Mateo. En aquella época el Campo de San Francisco era el centro de las celebraciones festivas en la ciiudad. En la parte de arriba, pero debajo del parque infantil, en la zona que llaman de la Herradura, cercaban una parte del parque con una gran explanada y dentro las orquestas estelares montaban sus escenario y se celebraban los bailes de tergal y moñiga. El cercado era blanco y azul y todos los niños buscabamos las mejoras ranuras por todo su perímetro para espiar los bailes de los adultos que en realidad no nos interesaban absolutamente nada. También durante la semana de fiestas, en los días previos a la celebración del desfile del Día de América en Asturias, la ciudad y el parque más exactamente, se llenaban de grupos folclóricos de los lugares más remotos del planeta tierra, o al menos eso me parecía a mi. En mi memoria permanece indeleble la huella de unas majorettes francesas que faldas muy breves y bastones muy largos que hacían volar acrobáticamente, a una altura celestial, mientras giraban en la tierra varias veces antes de recogerlos milagrosamente sin que se cayeran el suelo, otros franceses ataviados con boinas y pieles de animales que se desplazaban en zancos sobre los que bailaban con gran habilidad, y, esto era muy muy "heavy", unos turcos de Turquía que danzaban temerariamente con descomunales y afiladísimas zimitarras y después de cada exhibición se pasaban la mercromina de mano en mano para curarse las heridas.

Indudablemente la perspectiva sobre la ciudad y sobre mi verdadero hogar por aquellas fechas: el parque, habían empezado a mejorar sensiblemente.


sábado, 8 de junio de 2013

Pan

El otro día estabamos cenando y a Cascarrabias´Kid, sin mediar provocación, se le desató la lengua.

- Las chica de mi clase son tontas. No se puede decir nada. Se ríen de todo.

El Agente Naranaja y servidor seguimos cenando sin saber a dónde quería llegar.

- Dices pan y se ríen.

Dejamos nuestro cubiertos y le miramos. Evidentemente, eran tontas, pero aún menos y por otros motivos que en esos momento ni sospechabamos.

- Dicen que pan es pirula.

¡Madre de dios, tenía que suceder! La semana anterior había estado cuatro días de colonias con su compañeros del colegio. Cuatro días encerrados una treintena de niños y niñas en una casa rural, visitando, museos, cuevas, granjas, asistiendo a talleres, realizando gympanas, en fin , conviviendo día y noche con las misma personas con las que comparte aula, comedor y patio, pero en otro hábitat y de manera intensiva. La premili, vamos. Al parecer a las chicas ya les ha empezado a picar la chirimolla de manera generaliza, mientras a la mayoría de los chicos aún no se les ha presentado la ocasión de cuestionarse sobre la natulareza del eterno femenino. Suele pasar.

Lo cierto es que Cascarrabias´ nos estuvo relatando ejemplos del frenesí verbal y ñoño de sus compañeras, de la competición de algunos de sus compañeros machos por estar a la altura de su incipiente desorientación de su despertar sexual y cómo otros, entre los que se contaba él, padecían con resignación los excesos verbales y omnipresentes de unos y otros. En fin, que desde el primer día el grupo se dividió entre las chicas y los que les seguían el juego, y la minoría de los chicos para los que pan era la base del bocadillo y el lapicero la herramienta más apropiada para dar rienda suelta a las musas en la clase de dibujo.

El Agente Naranja, siempre muy interesedo en las vivencias de su hermano, en la experienza que transmitía su discurso, en esta ocasión estaba literalmente a uvas. No se estaba enterando de nada. Estaba tan sorprendido como un Zulú en una cena de gala en la Palacio de Buckingham. No participó en nuestro frenesí edípico dialéctico: broca, termómetro, plátano, flauta.

- No lo pilló. sentenció sin envidia ni rencor.

Tampoco reaccionó cuando Cascarrabias´Kid comentó que uno de sus compañeros les decía a las chicas "cómemela". No llegaba a identificar el sustantivo contenido en el pronombre personal de tercera persona. Pero le hacía gracia que se lo dijera cogiéndose los güebos con la mano. La procacidad visual es más comprensible y jocosa.

Empieza una nueva etapa que veremos en qué acaba y cómo.


martes, 28 de mayo de 2013

Gratitud y Absurdos


Si corremos el riesgo de olvidarnos cómo era la Reina de Saba cuando sobre sus dominios no se ponía el sol, otras personas se encargan de recordárnoslo a menudo. Esta semana me pasó dos veces. Paseaba con ella por la calle y dos señoras, a las que no conocía de nada y huelga decir que ella ya tampoco, se abalanzaron sobre ella para abrazarla, besarla y transmitirle su recuerdo, su cariño y su gratitud. Una de las señoras no estaba al tanto de su deterioro cognitivo, la otra sí. Y fue precisamente la que si lo sabía la más afectuosa. Otro lenguaje no, pero el afecto es un lenguaje que la Reina de Saba reconoce y celebra sin problema. ( Hablando de lenguaje, me sorprende que a pesar del debastador deterioro de su mente, todavía puede leer sin problema, con soltura. Hasta hace poco también podía cantar y recordar canciones, ahora ya creo que no. Las melodias más persisitentes, las que suelen forjarse en nuestra infancia, parecen haberse ido también por el desagüe). La Reina de Saba se deja querer con los ojos iluminados de los niños condecorados y quienes la acompañamos agradecemos esos gestos que nos remiten al tiempo en que la Reina de Saba todavia era una persona, que tenía una vida social, que se relacionaba con sus conciudadanos y era valorada y apreciada por la comunidad. Nosotros también lo necesitamos, aunque nunca jamás lo hayamos olvidado

- Tu madre - me decia una -, era patatin o era patatán.

Luego estaba lo que me pasó en la oficina de correos.Fui con ella a recoger una carta certificada. La senté en una silla y me acerqué al mostrador con el recibo y su DNI. La funcionaria relleno sus papeles y me pidió que la levantara y la llevase al mostrador para firmar

- Mi madre - le adverti - no está para firmar nada.

La funcionaria erre que erre. Me sonsrió ( qué sabría yo de formalismo burocráticos) e insistió. Sin problema. En ese momento yo era el primero de la cola. Asi que fui a buscarla, la leventé de la silla, caminamos despaciiiiiito hasta el mostrador y la puse delante de la funcionaria que esgrimía un aparato electrónico y un papel donde mi madre debía firmar. Mi madre claro, le sonreía. La funcionaria le explicó no sé cuántas veces , lo que debía hacer. Yo callado.

- Firmar, Fulanita, firmar aquí, firmar, papel - le decía como si hablara con el indio Jerónimo - Una firma, aquí- y movía la muñeca en el aire, a modo de ejemplo.

Mi madre, clara, la sonreía también. Es tan afectuosa ella. Y yo, claro callao y pensando de qué tamaño tenía que ser la cola para que la funcionaria se enterara de que Fulanita, la reina de Saba, como le había informado, no estaba para firmar nada.

içLa funcionaria, pobre, se dio por vencida y decidió saltarse las normas. Permitió que yo firmara por ella todos los papeles. Era un clara infracción, como me dejó caer, pero si va el titutlar, le acompañana su hijo, que es una fotocopia con un poco más de memoria y lleva su carnet, que me explique dónde está el problema.

La carta que recogímos certificaba curiosamente que la incapacidad de la Reina de Saba es ya del 80% y que precisamente necesita de cuidadores para cualquier gestión de sus asuntos.

La gente de la cola lo pasó pero que yo.




martes, 21 de mayo de 2013

MODALES



Estoy en plena época de regresión cultural y social. En cuestiones de protocolo social retrocedo a pasos agigantados. A estas alturas de la película mis modales están ya a la altura de los de un Australopiteco, y bajando. Cada vez llevo peor las reuniones sociales por conveniencia, los eventos con la familia propia o política, las ceremonias donde uno debe hacer acto de presencia porque es de buen tono o porque lo dicta no se qué extraña norma que sirve para distinguir a los civilizados de los salvajes. Cada vez  valoro más la cercanía de personas que de verdad me importan y me satisfacen, con las que no debo fingir ni aparentar ser lo que no soy, donde no debo preocuparme de ser lo que otros esperan que sea. Tampoco es que gruña ni me restriegue la espalda contra la pared para marcar el terriotrio, pero ganas a veces no me faltan.

Este fin de semana sin ir más lejos asistí a una celebración ( bueno, debería decir mejor que fue un amigo mío, para no despertar suspicacias), bautizo más comunión en un mismo día, que cumplían todos los cánones que dicta la enciclopedia de las buenas normas sociales y del más alto copete: toda la familia convocada y en perfecto estado de revista, celebración religiosa primero, opipara comida  posterior en Club ( privado) de Golf de la ciudad, sobremesa con bebidas y partida de tute para rematar. No le faltó detalle, nadie reparó en gastos, pero todo sonaba a falso y cogido por los pelos; todo un derroche de oropel y una puesta en escena impecable, pero a todos los adultos se nos notaba que preferíamos estar en cualquier otro sitio menos allí.

Admiro a la gente que es capaz de moverse por esos ambientes refinados y de alta sociedad con naturalidad y frescura, gente con la suficiente sensibilidad para percibir que uno se encuentra fuera de su ambiente y son capaces de bajar, ponerse a tu nivel sin perder su altura y, lo que es más dícifil, sin que se note ni tengas porqué sentirte incómodo. No es el caso. Al contrario, parecía como si los organizadores se hubieran tomado un esfuerzo especial en sorprender y agasagar a la rama proletaria de la familia, y todo lo que consiguieron fue acentuar nuestro desasosiego y afilar nuestros ya de por si retorcidos colmillos.

El patriarca de la familia es un empresario que tuvo éxito en los negocios a base de trabajar y trabajar. El típico hombre hecho a su mismo, con esfuerzo y un puntito de suerte, que supo hacer una fortuna en el sector de la construcción del tardo franquismo. A continuación tomó posesión del estátus social que se supone a las personas con su nivel de ingresos, el colegio privado para sus hijas, la casita a pie de pista de esquí, el club de golf, los viajes transoceánicos. En fin, el pack entero. Dichosos ellos que se lo pueden permitir, pero lo cierto es que aún se les nota el pelo de la dehesa. Lo que Natura non da, el Banco Central Europeo non lo presta. La clase.

El colmo y el botón de muestra. Uno de los matrimonios tuvo el mal gusto de acudir a la celebración con su "nurse" filipina. Es como si sus hijos fueran también un deber social más, un engorro, un tema de conversación en la cafetería de la pista de padel, pero en ningún caso un compromiso o un proyecto. A mi me produce tristeza ver a esos niños que nadan en la opulencia material pero que carecen de lo más básico en la formación y equilibrio de un niño: el afecto y atención de sus padres. Lo de la "nurse" filipina, sin embargo, me indignó. No porque me parezca un trabajo indigno "per se", si no por la actitud de los padres con esa trabajadora. La "nurse", la extranjera con acento irreconocible que le partía el filete a los niños, que los entretenía y les limpiaba los mocos, la persona que decidía en último caso lo que estaba bien o no, las normas morales que regirán sus decisiones futuras, la persona que tendrá más influencia, aunque sea solapada, en su formación, no formaba parte de la familia, era un ente extraño, necesario, pero en ningún caso cercano y todos los gestos denotaban su exclusión y su cosificación. El colmo, decía, es que nos impusieran al resto de matromonios con hijos ahí presentes a la "nurse" para atender la mesa de nuestros propios hijos y a la que no nos atrevíamos a dirigirnos, a tratar como la persona que era, por pura cobardía, por lo absurdo de la situación y por no hacer aún más evidente la brecha.

Será de lo más civilizado, pero nunca entenderé esa moda de mezclar en las misma mesa a Churras con Merinas. Qué necesidad hay. ¡Con lo bien que hubiéramos estado los conocidos a solas en nuestra mesa despotricando contra los otros!. Pero no, hay que confraternizar. Hay que joderse. Uno de los dos, o ellos o nosotros estamos equivocados, pero lo que me quedó claro es que no vivimos en el mismo mundo, si acaso en mundos paralelos. Ni siquiera cuando hablabamos nos entendíamos. Era como si entre unos y otros hubiera un muro invisible y que al hablar, nuestra palabras chocaran en el muro, rebotaran y nos volvieran distorsionadas. Como nos vuelven distorsionadas, pensamos que son las palabras del otro porque no suenan como las nuestras, y como en realidad son nuestras propias palabras, y como reconocemos la música, la melodia con que regresan, nos gustan, pero lo único cierto es que en ningún momento hubo comunicación. Si acaso un leve cruce de enunciados, frases lanzadas al espacio con la esperanza de que alguien en algún plantea, alguna vez, las acogiera y ponderara en su justo valor, declamaciones que caían a fin de cuentas en saco roto, mientras yo miraba de reojo la mesa de los niños, reprimiendome las ganas de intervenir por no desautorizar a la "nurse" y hacer aún más profunda la brecha.

Al marchar, para despedirse la madre de los niños de la "nurse" - verdaderamente no tenía ninguna necesidad de hacerlo- halagó a nuestros chicos.

- Son unos niños muy educados- dijo.

Al principio Campanilla y yo nos sentimos tontamente halagados, pero a mi se me puso enseguida la mosca detrás de la oreja. En ese mundo paralelo, ¿ cómo se comportan los niños muy educados?, ¿ qué hechos inconfesables habían cometido mis retoños en el salón donde los recluyeron en la sobremesa para que no incordiaran a los adultos mientras su padre entretenía a la Tercera Edad de la familia y era vapuleado al tute sin compasión? Miedo me da.



martes, 14 de mayo de 2013

Anna Y Ernesto


Anna y Ernesto eran gemelos como nunca nadie lo había sido nunca ni quizás lo volvería a ser jamás. Anna y Ernesto no eran hermanos, descendientes de un mismo padre y de una misma madre, ni siquiera habían nacido en el mismo siglo o en el mismo país; Anna había nacido en Oostende, a finales del siglo XVI ,  en los años previos al sitio de la ciudad por Ambrosio de Spinola y los Tercios Españoles, en la que fue conocida como la Guerra de los Ochenta años. Ernesto sin embargo nació en España también a finales de un siglo, pero del siglo XX, en los años previos al ataque de los Torres Gemelas de New York y del final  y ocaso del sistema capitalista que comenzó con la quiebra de Lehman Brothers. A pesar de la diferencia de sexo, de la diferencia en el tiempo y en el espacio Anna y Ernesto eran dos ejemplares únicos en la Historia de la Humanidad. Eran sentimentalmente idénticos. Ante los mismos estímulos, sentían las mismas emociones y desarrollaban los mismos sentimientos. Sus emociones tenían la misma regulación homeostática, ante un suceso externo, sentían la misma emoción, las cartografías del mapa de sus cuerpos eran exactamente iguales y el cerebro elaboraba respuestas idénticas, en su flujo sanguineo corría la misma dosis de dopamina, serotonina, noradrenalina o acetilcolina, desde las mismas cédulas a los mismo órganos y su respuesta corporal elaboraba el mismo sentimiento. Puede parecer absurdo, pero es algo único y excepcional, porque los humanos, aún compartiendo los mismos órganos y sintiendo las mismas emociones de la misma manera, somos únicos en el posterior procesamiento y externalización de esos procesos: los sentimientos.

Alguien puede objetar que cómo pueden ser gemelos con esos condicionantes, si no compartían ADN, ni siglo, ni espacio. Los humanos somos incapaces de medir el tiempo más allá de nuestras propias dimensiones. En realidad, los cuatrocientos años de diferencia que separan el nacimiento de Anna y Ernesto, medido con la edad del cosmos, es infinitamente más corto que la distancia que media en una carrera de cien metros lisos, desde que el juez árbitro da la salida y suena el disparo.¿ O cuántos milésimas de fracción de año luz separan Oostende de Oviedo? Todo es relativo, pero ellos eran únicos midiese como se les midiese.

Delante de una jauría de lobos, ante la sensación de peligro, el cuerpo reacciona de varias maneras. Unos huyen, el miedo dispara la adrenalina y la mente prepara el cuerpo para la huída. La persona corre, tropieza, se golpea con las ramas, se clava una estaca en el costado que le produce una herida sangrante y profunda  y sigue huyendo sin caer, sin sintir dolor ni cansancio. O bien se queda paralizado, el pánico le bloquea y la impide optar por una respuesta más aconsejable ante la amenaza de los cánidos. O bien les planta cara y es capaz de domeñar la emoción, desoír la llamada del cuerpo que le pide que huya o vencer la paralisis que provoca el miedo y busca un palo a su alrededor con que defenderse o intenta encender un fuego o trepa al árbol más cercano, o piensa, porque lo ha leído en algún libro que es mayor el miedo del lobo al hombre y decide jugar esa baza con aplomo y sanfre fría.

Un hombre y una mujer que se conocen quedan a solas. Se conocen de antes y se caen bien. El hombre puede percibir los estrógenos y la progesterona presente en el cuerpo de ella y su sangre de manera automática y no premeditada comienza a saturarse de testosterona. La cosa puede acabar en la cama o en el confesionario. También puede acabar en una bofetada o en otra oportunidad perdida o en un proyecto de vida en común, plena y fascinante. También puede ser el principio de una gran amistad o de un malentendido.

Anna y Ernesto se aburrían igual, se reían de lo mismo, desobedecían de la misma manera, deseaban con la misma ambición, olvidaban las mismas ofensas y al mismo tiempo, gastaban el dinero con la misma prodigalidad o apreciaban la comida con el mismo deleite, decían las mismas mentiras, tenían las mismas pesadillas, se estremecían por los mismos motivos, suspiraban por los mismos pensamientos. Eran dos seres sentimentalmente indiferenciables.

Lo que la naturalza tan sorprendentemente habia creado vino a destruirlo el ambiente. Un año después del comienzo del sitio de su ciudad, la familia de Anna decidió abandonar Oostende. Anna ayudó a su padre y a sus hermanos a cargar sus enseres y posesiones en la carreta con la que pensaban viajar hasta la ciudad de Amberes aprovechando un alto el fuego pactado entre asediadores y asediados. Nada más atravesar las murallas de la ciudad, cuando más vulnerables eran, alguien en alguno de los dos bandos decidió romper la tregua y un los casquetes de un obus que estalló a su paso le golpearon la cabeza y le arrancaron una pierna. Anna era aún una adolescente a la puertas de la pubertad. Años más tarde aún seguía sintiendo dolor en al pierna ausente o le hubiera encantado poder dar satisfacción al picor que sentía en ese mismo espacio donde antes estaba su rodilla. La familia no le dio mayor importancia a las lesiones en la cabeza y se centraron en parar la hemorragia, pero las alteraciones, aunque no fueron irremediables, si fueron tan profundas como slenciosas. La metralla produjo una lesíón en la corteza prefrontal y con el traumatismo desapareció la magia que unía a Anna y a Ernesto. En Anna hubo alteraciones en la percepción de las emociones que afectaban a su comportamiento social, a su capacidad para seguir la convenciones sociales y a cumplir las normas. Anna seguía siendo una adolescente encantadora, siempre que no se contravinieran sus intereses o se tratase de poner barreras a sus deseos. Anna actuaba de acuerdo a sus propios impulsos, sin capacidad para valorar el mal o el daño que su acciones podían provocar o provocaban en el prójimo. Ernesto sin embargo, continúo desarrollándose de acuerdo a la norma social esperada, con capacidad para soportar la frustación, superar la angustia y edificar su felicidad sin recurrir al dolor ajeno. La maravilla apenas había durado doce años de la vida de ambos. Algo insignificante, cabría pensar, pero no por ello menos excepcional  y valioso.

Bien pensado, el destino de Ernesto fue aún más penoso que el de Anna. Milllones de años de evolución de la especie arrojados directamente a la basura. Al fin y al cabo el deterioro de Anna tenía un motivo fisiológico y respondía a una razón objetiva: un traumatismo provocado por la explosión de un obús y las secuelas subsiguientes. Lo de Ernesto en cierto modo podríamos también achacarlo a un hecho igualmente objetivo, pero quizás menos justificable. La conclusión de sus estudios coincidió con el desplome de la civilización tal y como había sido concebida hasta entonces. La relaciones econímicas, la organización del ser humano para asegurarse la propia subsistencia, las relaciones sociales, el pacto entre ciudadanos, famila, instituciones, poder, recursos y finanzas se vino abajo en un contexto dominado por la revolución tecnológica y digital. Ernesto, como tantos otros contemporáneos suyoes, se pasaba las horas del día delante de la pantalla de plasma de su terminal de comunicación. Su tiempo se consumía visionando historias que otros había pensado para él, deseando imágenes  a las que podía recurrir siempre que lo desaba, hasta que tampoco las imágenes consiguieron estimularle más, jugando partidas en juegos multidimensionales sin parar, que al principio le producían cierta emoción, cierto pálpito y cierta dilatación en la retina, en parte provocado por lo desconocido y por la novedad, pero que a la larga acababa convertiéndose en una rutina más, en cuanto dominaba los pormenores del juego, de cualquier juego, y asumía con la misma impasividad la victoria y la derrota. El apagón cerebral fue lento, pero continúo. Las relaciones humanas eran más frecuentes en las pantallas de plasma que en la vida tridimensional. No había interacción emocial entre la personas. No eran necesarias, no se percibían, no se veían. El sonrojo era una emoticono. La alegría tres signos en un teclado. La ironía era indetectable o malinterpretada. El silencio era la angustia de un visor en blanco o un aparato sin bateria. Para qué suspirar si no habría nadie al otro lado, para qué reir y sobre todo por qué. La vida es necesaria practicarla para que no se olvide, para que no desaparezcan los motivos, para que los sentimientos no dejen de ser nunca una respuesta, una necesidad y una estrategia profundamente humana.

Lectura recomendada.  Antonio Damasio. "En busca de Spinoza"

martes, 7 de mayo de 2013

Risas, carcajadas y cintura

Cascarrabias´Kid no acepta las bromas, sobre todo si él es el protagonista o la víctima propiciatoria. Sin embargo comprende y disfruta como un enano de los juegos de palabras, los dobles sentidos, las sinecdoques, las hipérboles, los retruécanos, la ironía, las analogías. Valora las historias bien contadas, no se le escapan las trampas del lenguaje y empieza a cazarlas al vuelo. No sólo comprende algunas propuestas de lo más descaballedas, en ocasiones se anima a participar y consigue arrancarnos alguna sonrisa, o algo más, con su agudeza y sus ocurrencias.

El Agente Naranja no pilla ni una. Es un chico alegre, desenfadado, que irridia optimismo y buen rollo, pero de humor, de sus trampas, trucos y  añagazas... nada de nada. Hay tanta alegría y felicidad en su interior que no necesita recurrir a sucedáneos. Lo suyo es auténtico y pleno. Un chiste es un puzzle de un millón de piezas, todas despergidas, sin pies ni cabeza. Una perdida de tiempo inncesaria.



El agente naranja aguanta muy bien las bromas. Le resbalan. No se toma las cosas a pecho. Su hermano no. No acepta la crítica y vive la más mínima alusión a su persona como un ataque directo, profundo, doloroso. A mi que me lo expliquen, tan despierto para los juegos de palabras más sutiles y enrevesados por una parte, y tan poca cintura para otras menciones cuyo origen y finalidad no es otra que crear humor, el mismo humor que tanto disfruta y le estimula.. Cascarrabias´Kid no sabe reirse de si mismo.Es un hecho. El Agente Naranja no ha dejado de hacerlo desde el día que nació.

Yo, lo de Cacarrabias´Kis lo achaco al golpe. Cuando tenía tres o cuatro meses se me cayó de la bañera en el cuarto de baño, se golpeó la cabeza y nos llevamos un susto de muerte, que acabó en urgencias hospitalarias. Fue el golpe seguro, le dejó la cabeza como un sonajero. El día que se me ocurrió provocarle y comunicarle mi irrefutable teoría casi le da un pasmo. Dos minutos antes nos habíamos estado riendo a mandíbula batiente de alguna ocurrencia, con esa risa suya tan contagiosa y escandalosa, más limpia que el cielo de Baltanas en verano, que nace del mismo centro del estómago, ahí donde crian las mariposas, y dos minutos después me hubiera clavado un tenedor en el culo. En fin.

Cascarrabias´Kid tiene imaginación. La saca poco de paseo, pero tener la tiene, como todo el mundo. ¿no?. De fantasia, sin embargo, anda más bien escaso. El Agente Naranja, al contrario, es pura fantasia, está siempre en algún lugar lejano, a su bola, en su mundo interior, lejos de nosotros y de si mismo. Contento, fantaseando, hablando solo, viviendo varias vidas por minuto. ¿ es por eso que no entiende ni aprecia el humor?.

Al Agente Naranja cuesta darle cuerda, cuesta otorgarle confianza para que se afience su autonomía: no se fija, no se responsabiliza, no atiende, no ve el peligro, no desconfía. Hay que atarle corto. Cascarrabias´Kid nació hecho un paisano: es responsable, serio y sabe desenvolverse en cualquier situacion a las mil maravillas, y sobre todo no las provoca; las situaciones de riesgo, quiero decir. Tiene, ejerce y reparte sentido común. Quizás sea un poco asustadizo, tirando a lo melodramático, pero un poco de miedo nunca viene mal: no olvidemos que el miedo ha facilitado la supervivencia de la especie. El muchacho ha aceptado y superado todos los retos que sus padres le hemos propuesto.

Mal que le pese no renuncio a chincharle ni a seguir tomándole el pelo. Ahora bien, mi espíritu de supervivencia me aconseja no hacerlo antes de haber recogida los cubiertos de la cena. ¡Ay!

lunes, 29 de abril de 2013

Buda y la Santina

Ayer domingo volvimos a casa antes de los esperado. Estábamos atéridos de frío y la Feria de Pesca que habíamos ido a visitar no daba mucho de sí. Cuando llegamos Campanilla estaba arreglando la casa y nos recluyó a los tres en la cocina.

 - ¡Y no olvidéis quitaros las botas!

Yo en seguida me puse a preparar la comida, al fin y al cabo la cocina es mi hábitat natural: alcachofas con puré de calabazos y merluza.con limón, pero a los chicos el cuarto le quedaba pequeño y para que no molestarán les dije que hojearan el períodico que acababamos de traer.  Se lo leyeron a la limón. Lo que no deja de ser sorprendente. El Agente Naranja, no lee, ve santos, pero Cascarrabias´Kid si presta atención a las noticias de la prensa. A veces, mientras me rapanzingo en el sofá los fines de semana, con mi cojín en la espalada, los pies sobre el arcón y mi períódico, acaso un disco de jazz o de clásica de fondo, se me cuelga encima y lee el períódico conmigo. O lo leería, si le dejara, porque me lo quito de encima con cajas destampladas. La prensa es un placer solitario y proclive a desatar manias, como armar la de San Quintín porque te desmanguen el periódico antes de que lo haya hecho uno mismo.

Cascarrabias´Kid de momento no domina las secciones de un periódicos y de momento se tira a lo seguro: la sección de deportes. Sabe apreciar una buena crónica de Formula 1 o del Tour de Francia y aún le impresionan y estimulan los titulares de las rutilantes estrellas del fútbol. Pero también le interesan otros temas.

Ajenos a mi presencia ayer le llamó la noticia de que una empresa China "arrasará el milenario monasterio budista de Mes Aynak, en Afganistan, para construir una gran explotación minera de cobre". su hermano escuchó la lectura de la noticia sin pena ni gloria, lo que irritó al Gran Cascarrabias´

- ¿ No te das cuenta?- añadió-, es como si viniera alguien aquí y se cargará a la Virgen de Covadonga.

Aseguro que jamás me han oido hablar a su madre o a mi de la Virgen de Convadonga, sino como un destino meramente geográfico, ambos han pisado muy pocas iglesias y sus conocimientos religiosos: históricos o confesionales son de los más rudimentarios, y, sin embargo, Cascarrabias´Kid a sus diez años ya conoce la fuerza de los símbolos y de su importancia para las sociedades.Percibe que más allá del valor económico está el valor de lo que representan y, lo que es más importante, no sólo lo reconoce, sino que lo respeta y defiende. Este chaval...


domingo, 21 de abril de 2013

La Cartuja de Parma

Con esto de la crisis ha habido que restringir también el placer de adentrarse en la librerías a atiborrarse de novelas y libros. Ahora me estoy releyendo la biblioteca personal. No toda, los libros que me han hecho perder el tiempo una vez, no me lo harán perder una segunda, pero los libros que disfruté un día, no me garantizan una segunda lectura venturosa. Algunos, sin llegar a defraudarme, no cumplen las espectativas y me sorprende el deslumbramiento, a todas luces sobrevalorado, que conservaban en mi memoría.

La última relectura ha sido la Cartuja de Parma, de Stendahl, que vino también motivida por la relectura de otro libro de Italo Calvino, ¿ Por qué leer a los clásicos?.  En cualquier caso tanto la lectura de La Cartuja, como Rojo y Negro, del mismo autor, habían sido dos placenteras lecturas en los años 90, nada más abandonar la facultad. Stendahl me parecía una autor esteticista, con un gran ojo para los detalles, con un ritmo narrativo muy contundente. Stendahl era un transterrado, un francés que siempre se sintió italiano, y que como los travestis, adoptó con pasíon y extremismo la defensa del sexo deseado. Stendahl ha sido también uno de esos pocos creadores que han dado su nombre a un síndrome. Se conoce el  síndrome de Stendhal a la ansiedad que experiementan los viajeros cuando se encuentran expuestos a gran número de bellas obras de arte. Es la sensación extrema de asombro que se experimenta ante la contemplación de la belleza y del arte.

En el año 2013, en España, la lectura de La Cartuja no podía ser la misma que a principios de los años 90.  Entonces era una novela de entretenimiento, trepidante, con momentos de onda y elaborada emoción, como escuchar el comienzo del tercer movimiento de la Sinfonía número 2, en Mi Menor, opus 27, de Sergei Rachmáninov. En este año es una novela por lo menos sorprendente, llena de trampas.

La Cartuja de Parma está ambientada en la época en que Napoleón perdió al batalla de Waterloo. Cuenta un mundo en cambio. El Antiguo Régimen de monarcas, aristócratas y eclesiásticos, se enfrenta al nuevo mundo de cuidadanos, burgueses y leyes para todos que trajo consigo la Revolución Francesa. La novela está ambientada en la Italia fraccionada en estados, con pequeñas monarquías que se resistían al cambio de modelo político que suponían las nuevas ideas que venían de Francia. La novela cuenta los luchas de poder en los pequeños reinos del norte de Italia tomando como hilo a un joven aristócrata que a los dieciséis años se marchó a Bélgica para enrolarse en los ejércitos de Napoleón, al que tanto admira y al que sin embargo tan ajeno es y se muestra a lo largo de su vida. La novela no deja de ser un tratado perfecto de la corrupción política, el maquiavelismo encarnado en personajes y contada desde el punto de vista de los poderosos, donde nos familiarizamos con sus privilegios, con su modo de vida exuberante, con su desdén para los inferiores, con la facilidad con que disponen de la vida de las clases bajas a veces con la única pretensión de lograr salirse con la suya, con el pretexto de que triunfe el amor, el suyo. La distancia moral, afectiva y material entre las clases dirigentes que surcan la novela y el pueblo llano no puede ser más contemporánea.

Pero si  todavía necesitan algún argumento más para adentrarse en su lectura, la Cartuja tiene unos de los dones que sólo tienen las únicas y verdaderas buenas novelas: personajes de carne y hueso, reconocibles, únicos y de una vitalidad deliciosa, a pesar de su odiosa moralidad, a la que tan cercanos y comprensivos nos sentimos mientras dura su lectura.

Digna de su síndrome.

sábado, 6 de abril de 2013

Los Planetas


Esta mañana hemos ido toda la familia a ver una representación de la sinfonía de los Planetas de Holst. La novedad era que mientras los músicos tocaban, en una pantalla de cine echaban una recopilación de imágines de esos mismos planetas tomadas por todas las sondas y naves que el hombre ha venido lanzando al espacio en las últimas décadas. Previamente un narrador hacía un comentario entre literario y científico de cada uno de los planetas. Hermoso e interesante.

Descubrí así que la temperatura en Mercurio es de 500 ºC y tiene una concentración de anhídrido carbónico bestial, o que tarda ciento setenta y tantos días terrestres en dar una vuelta sobre si mismo, que Júpiter tiene 63 lunas conocidas, tiene una masa trescientas y pico veces mayor que la de la tierra y esta formado por gas y tiene una peculiar mancha roja que encandila a los astrónomos; que los anillos de Saturno giran a una velocidad 15 veces mayor que la velocidad de la tierra y están formados por pequeñas partículas, o que alguno de sus lunas son más grandes que la misma tierra; que la distancia desde Urano a Neptuno es mayor que la del Sol a la Tierra y que uno de las lunas de Neptuno tiene un cráter por el impacto de un meteórito que abarca todo un tercio de su tamaño, la foto del satélite era la de un temible cíclope.

Estaban todos los planetas menos Plutón, que en el año que se compuso la obra no se había descubierto aún, y la tierra; pero viendo las imágenes, escuchando la música y atendiendo al narrador era difícil no tenerla muy presente. Escuchando lo inhóspito del espacio estelar, las altas o bajas temperaturas, los órbitas, la composición de los planetas era difícil no quedar fascinado por la milagrosa excepcionalidad de nuestro planeta: orbita a la distancia justa del sol para que se dé determinada temperatura, tiene la atmósfera adecuada en la que se estrellan y desintegran la mayoría de meteoritos, rota de la manera idónea, en fin que se han conjugado todas las circunstancias aleatorias y posibles para que en su superficie se formara el agua donde chapoteaba la papilla de moléculas que dieron lugar al ADN y que con el tiempo han acabado convertiéndose en Albert Einstein, Marie Curie, Usain Bolt, Nadia Comaneci, Miquel Baceló, Frida Khalo, Pablo Neruda, Jane Austen, Aristoteles o Simone de Beauvoir.

 El espacio, el universo pueden ser todo lo grande que se quiera, que se conozca o que se pueda imaginar, pero resulta difícil creer que ahí fuera se puedan repetir las mismas circunstancias, en el mismo tiempo geológico, que den como resultado algo similar a la humanidad. Puede haber otras cosas,incluso mejores - la literatura y la imaginación humana no tiene límites en poner cara y ojos ( o antenas) e los extraterrestres-,  pero como la Humanidad creo que no.¿ somos realmente conscientes de nuestra excepcionalidad?

Hoy me iré a la cama sintiéndome más valioso que la mejor de las piedras preciosas. También avergonzado de dilapidar mi grandeza entre corruptelas, vicios, envidias, zancadillas, mentiras, violencia y mediocridad.


lunes, 1 de abril de 2013

El síndrome de la Conciencia Tranquila



Nos gobiernan autómatas. Pase lo que pase ellos siempre tienen la conciencia tranquila. Da igual que les saquen fotos con un narcotraficante, que se gasten en putas y cocaina el dinero del contribuyente, que hayan cobrado sobresueldos, que les encuentren cuentas en Suiza, que se beneficien de amnistias fiscales, que les descubran patrimonio no declarado y de dudoso origen, que presidan fundaciones muy beneficiosas pero sin ánimo de lucro, que defiendan en el Parlamento de todos excepciones legales para beneficiar a cierto tipo de empresarios lúdicos, que se vayan a cazar elefentes a Botswana, que tengan amigas hospedadas a costa del Patrimonio Nacional, etcéterá etcétera, ellos siempre aseguran tener la conciencia tranquila. Por acción o por omisión.

Me considero una persona normal. Hombre, todo es mejorable, pero sin ponernos excesivamente tiquismiquis se me puede encajar, sin faltar a la verdad, dentro de los parámetros de la normalidad; es decir, en el seno de una comunidad de ciudadanos más o menos amplia consideraría que mi comportamiento y mis costumbres se atienen a una conducta moral y socialmente intachable. Pongo así el juicio sobre mi honor en manos de mis conciudadanos, y sin embargo y a mi pesar, no siempre estoy en condiciones de afirmar que mi conciencia esté tranquila. Ni he matado a nadie, ni he robado, ni engañado, ni estafado, ni siquiera le he puesto los cuernos a mi mujer, ¡ asi de triste es mi existencia! y, sin embargo no tengo la conciencia tranquila. No, no la tengo. Ya es mala suerte.

Hay días que pienso que pude haber hecho mejor las cosas, que pude haber callado ese comentario ofensivo, me queda la duda de haber molestado o perjudicado a alguien, me reconcome el alma no haber acertado al haber  tomado tal o cual decisión, lamento no haber sido capaz de disfrutar al máximo de ese momento de asueto por dejarme arrastrar por los rencores de las cotidiana mundanidad. Yo me esfuerzo y me esmero cada día de mi apestosa existencia , pero no consigo asentar en mi conciencia los pilares de la tranquilidad. La muy puta va siempre por libre y me atormenta.  Qué se la va a hacer. Es por ello que como buen ladrón me gustaría que mi prójimo fuera de mi misma condición, esto es, que se les tambalearan los pilares la conciencia varias veces al día, pero no hay manera y es verdaderamente inquietante: en estos casos la conciencia tranquila, no tranquiliza nada.

Con todo, entiendo que nuestro gobernantes, líderes, jueces, políticos, sindicalistas, y todo aquel que esté en contacto con dinero público o tenga la posibilidad de tomar decisiones por su cargo político que favorezcan o perjudiquen los negocios de otros, tienen todo el derecho del mundo a tener la conciencia tranquila, pero también tienen la obligación de poner el juicio sobre su honorabilidad en manos de su conciudadanos, dada su probada insensibilidad. El síndrome de la conciencia tranquila todavía no es un eximente de responsabilidad, pero todo se andará.

domingo, 10 de marzo de 2013

Naranja

El día de hoy amaneció naranja:
Sin matices, pura Fanta.
Del fin de los tiempos llega este eslabón perdido,
de cuando los dioses amasaban el mundo
torpemente,
una mutacion anacrónica del adn geológico
amorfo, difuso y naranja.

A todos nos alcanaza la alegría y la sorpresa.
Los viajeros observan este ladrillo venido del origen de los tiempos,
como jubilados asomados a una obra definitiva.
Los perros callejeros ladran a los dinosaurios.
Un atasco de cometas huye
con trazas del Big-Bang entre los dientes,
la Vía Lactea convoca a sus estrellas.
Todo puede suceder en un día naranja.
Un tonalidad cromática puede revertir los errores primigenios:
la estación final de los viajeros es tornase particula inocua,
con memoria, sin ambición.

El tren ha llegado puntual a la estación.
Por un momento pensamos que todo estaba aún por escribir

lunes, 25 de febrero de 2013

Corazón

Parafraseando al Emperador, amigos, más de 3000 títulos me contemplan, y no todos necesariamente malos. Aunque con esto de la crisis no hay panoja ni para libros y he tenido que abandonarme al placentero oficio de las relecturas.

En Navidad todos los suplementos culturales se esmeran en atosigarnos con listados de los mejores libros del año y no son pocos los autores que han publicado sus cánones de lectura: los 1000 mejores libros de tal  o cual, cien títulos que no puede diñar sin haber leído, qué se yo. Cualquiera al que le guste leer podría esbozar su propio listado de referencia de libros para llevarte a una isla desierta. Tranquilos, no lo voy a hacer. Yo no me voy a una isla desierta ni en barco.

Pero sí he descubierto a mis cuarenta y tantos un libro que me marcó mucho, sin yo saberlo. Se trata de Corazón , del autor italiano Edmundo de Amicis. Este libro me lo leía la Reina de Saba cuando yo era un crío entre 7?, 8?, 9?, ( más de 10 no seguro)  años. Todas las noches venía a acostarme y luego me leía ese libro, como antes y después me había léido otros. Yo ahora les leo por la noche el mismo libro, en la misma edición que me regaló mi madre en los años setenta ( ¡ cómo te lo cuento!) a los muchachos. Y me escuchan con la misma consternación y atención con que me imaginó que yo escuchaba a la Reina de Saba.

El libro es infame. Está ambientado en la Italia de las guerra napoleónicas, y es un libro militarista, patriotero, puritano, santurrón, pero tiene una virtud insoslayable. Narra la historia de unos niños en la escuela, de la misma edad de mis hijos, en la que ellos se ven totalmente reflejados, con sus pasiones, sus mismos anhelos, sus mismas angustias, sus misma filias y fobias. Por esos pupitres desfilan el abusón, el diletante, el esnob, el solitario, el buen compañero, el humillado, el  niño pobre, el buen y el mal estudiante, el hijo respetuoso y el gamberro y en todas las acciones de los muchachos siempre subyace una dilema moral sencillo y evidente. Cada noche, cuando empuño el libro, siento el devoto silencio bajo las sábanas, siento sus ojos ensoñadores perdidos en el horizonte, percibo cómo se aceleran sus corazones al mismo ritmo que el de los protagonistas, palpo las imágenes que se forman en sus molleras a medida que avanzan las historias y constato como se congratulan cuando los problemas se cierran correctamente, por la acción valiente, generosa y honesta de sus protagonistas. Corazón plasma un mundo redondo dondas las buenos, no sin dificultades, ganan y los malos obtienen su castigo, donde los protagonistas, para obtener sus fines, se enfrentan en cada capítulo al ataque de sus convicciones más profundas y deben elegir entre el bien, que es un camino pedregosoy comprometido, y el mal, que es una solución evidente y libertadora.

Dentro de muchos años a ellos les quedarán gravabas las historias de ese libro, del mismo modo que tantos años más tarde, reconozco en mi la influencia de ese libro en la voz de la Reina de Saba.

Las historia de Marco que fue de los Apeninos a los Andes en busca de su mamá, está sacado en parte de una de las historias de este libro.

lunes, 28 de enero de 2013

Monserga

- Ya sé lo que me vas a decir.

Asi reacciona Cascarrabias Kid cada vez que la arma, cada vez que se genera una disfunción entre la realidad y mis expectativas.

- Pues te fatidias chato y vas a volver a escuchar el rollo que tengo que soltarte.

La verdad es que la monserga ronda siempre sobre los mismos temas, pero es que soy muy pesado. Que si no me importa que sean tontos, pero no vagos, que si han hecho todo lo que podían, que quiten el codo de la mesa, que no se toquen los pies ni el manubrio mientras comen, que no sorban la sopa, que sean amables y cariñosos con las personas mayores, incluso con el prójimo en general. En fin, nada que millones de padres no hayan dicho a millones de hijos. Nada que de alguna u otra manera no me hubieran repetido mis padres cantidad de veces.

Mis hijos hacen el mismo caso a mis monsergas que yo hacía a las de mis padres, es decir, ninguno.Sin embargo, por alguna razón digna de estudio, la monserga acaba calando y se inscrusta en el occipucio del individuo donde vive en estado latante durante décadas, perfectamente camuflada y anónima, como las garrapatas, saliendo de su letargo cuando más se la necesita.

Nadie puede dudar de la utilidad y necesidad de las monsergas. A mis cuarenta años las de mis padres aún me persiguen y se manifiestan como espíritu invocado en ouija y espero que, cuando crezcan y lo necesiten: recuerdan que el esfuerzo es el único y verdadero alimento del que se nutre el talento, que los buenos modales abren puertas principales, etcétera.

viernes, 18 de enero de 2013

La Tabla de Multiplicar.


- No me importa que seaís tontos, lo que no admito es que seáis vagos

Ni se sabe la de veces que Cascarrabias´Kid y el Agente Naranja habrán oído esta frase de mis labios. Cada vez que me vienen con un boletín de notas también les pregunto, antes de mirarlo:

- ¿Has hecho todo lo que podías?

Y cuando me han respondido, sólo entonces veo las notas. Al principio reconocían que podían haber hecho un poco más, ahora que conocen la monserga, los pillo precavidos y niegan la mayor mientras no se demuestre lo contrario.

Las notas en ambos casos no son malas, al contrario, pero creo que lo importante es que vean que puede tener más valor un suficiente que lleva detrás horas de estudio y esfuerzo que un sobresaliente sin  más ni más.

Conseguir que Cascarrabias´ Kid asumiera que por mucho talento que tuviera debía trabajar en casa, me costó todo un año de mañanas de domingo a la gresca, para conseguir que se sentara y estudiara.. Fue duro, pero creo que un tiempo bien invertido. El segundo año tenía más o menos asumido que no le quedaba otra y, como su hermanos aprende por ósmosis, por la virtud de la observación y según el principio de economía de medios, cuando le tocó ejercer de estudiante, entre discutir con el pasado de Culo Gordo y quitarse los trabajos de encima en cinco minutos, optó por lo segundo. Como dice un certero refrán alemán, lo que Juanito no aprenda, no lo aprenderá nunca Juan.

Con lo que no hay tu tía es con al tabla de multiplicar. No sé si el Agente Naranaja nos toma el pelo o si  por la presión a la que le sometemos, con preguntas espontáneas, en cualquier momento y lugar, para que nos resuelva por ejemplo el resultado de 6 X 6, le entra la duda, le puede la presión y falla. Al final ha confeccionado una tabla completa de su puño y letra y se la hemos colgado de la pared del cuarto de baño, para que aproveche el tiempo en esos momentos de recogimento y creatividad que todo ser humano debería experimientar por lo menos una vez al día.

No se han constatado aún grandes avances en la memorazación de la tabla.. Seguiremos insisistiendo.

sábado, 5 de enero de 2013

Amanecer en otoño

El dibujo que ven es obra de El Agente Naranja. Aparentemente es un dibujo naiv de un niño de ocho años, pero tiene una historia detrás. Todo los animales y plantas que aparecen, inluidos los hongos están debidamente documentados. Hay un halcón de Eleonor y un halcón Peregrino ( dentro del cercado, delante del caballo - sí, que pasa, es un caballo laaaaargo!- ), hay un petirrojo en la rama del castaño. En el suelo hay erizos de castañas y hojas de castaño. Entre las setas hay agáricos, una amanita muscaria - bajo el pino-, una macrolepiota procera delante del paisano que silba, algún cantarellus cibarius y algún otro ejemplar que no hemos llegado a identificar.

Para plasmarlos en el dibujo con las ceras, al Agente Naranaja tiró de los libors de micología, ornitología y arboricultura que hay en casa. Iba del estudio a la esencia. No hay improvisación. Para pintar " El jardín de las Delicias" es necesario haber pintado primero muchos amaneceres en otoño, para que después llegue el viejo del trabajo con sus mega preocupaciones y su archicansancio y despache al ciéntífico-artista con un seco "¡muy bonito!", sin abandonar por supuestos sus cosas importantes y frustrantes

Menos mal que Campanilla rescató la historia.

Luce ahora en el salón.



jueves, 3 de enero de 2013

Carta a los RRMM de Oriente







Queridos RRMM

Os pongo al día del estado de la situación. Al Agente Naranja ya le cascaron en el colegio que Uds son los padres. Ahí Cascarrabias´Kid estuvo regio. Me lo contó Campanilla. 

 - ¿ Quién te ha dicho esa tontería?.

Si su hermano admirado y querido ponía tan rotundamente en duda que los RRMM fueran esos usurpadores, ¿ de qué preocuparse? Golpe aparentemente parado.Bien por Cascarrabias. Este año por lo menos sigue triunfando su magia y su misterio.

En el ascensor de mi bloque hay un estupendo espejo. Este fin de semana la Reina de Saba no reconocío su propia imagen el el espejo y mantuvo una animada charla con la señora del pelo blanco durante los cinco pisos del viaje más el garaje. 
No es necesario seguir prolongando esta inhumana agonía mucho tiempo más

Por lo demás este año no pido nada para mi. Sólo una miaja de sentido común. En este mundo que se descompone, en pleno cambio de época hacia un futuro incierto, en esta efervescencia de la sociedad en que vivimos, quienes deben gestionar este momento no tienen ni capacidad, ni liderazgo ni miserocordia. 
Sólo pido un buen golpe de sentido común. Eso sí, dadles en todo el colodrillo por favor.