sábado, 4 de julio de 2009

Es volver a sentirse gente



La casualidad no existe, te elije.

En la biblioteca de la familia había un libro de pastas gordas que siempre había tenido ganas de leer. Una vez, en la adolescencia, lo intenté y no debí pasar de la décima página. Desde entonces las ganas de retomar su lectura me perseguía y ya paso de los cuarenta. No es casualidad que precisamente ahora, en estos tiempos de precariedad, pobreza e insolidaridad haya caido de nuevo en mis manos este libro y en esa edición. "Las uvas de la ira" de John Steinbeck.

Es una novela de los años cuarente que narra la época posterior al crack de 1929 en los Estados Unidos, los años en que América fue pobre y los campesinos de los estados del interior, Oklahoma, Arkansas, Texas, perdían sus acres de tierra a manos de los bancos y debían emigrar a otros estados más prósperos, como California en el caso de la novela, con una mano delante y otra detrás, para salir adelante, llevando consigo todas sus pertenencias y la numerosa familia, y eran recibidos por sus compatriotas ricos como animales sucios, malolientes y subversivos: rojos, que dice en la novela, porque no se conformaban con vivir en unas condiciones infrahumanas, trabajando de sol a sol y por un salario de mierda.

La edición de la novela es de finales de los años sesenta, una edición cuidada de una serie que debió editar la editorial Planeta con intenciones de gran difución y popularidad. Cuarenta años después las páginas amarillean y despiden un intenso olor a papel viejo y rancio. La tradución nos dice un poco cómo era la España de aquella época. El traductor se ve obligado a explicar en una nota a pie de página que el "blues" es una típica canción popular de los negros ( no me digan que no es tierno), no traduce al castellano la ropa de los campesinos " Overalls" ( monos) ni váter (water close) y explica a pie de página que la palabra "nursery" no tiene traducción al castellano, cuando posiblemente en aquella época en España no existía el concepto de guardería para niños. Ya se sabe, la mujer con la pata quebrada y en casa.

A lo que iba. La verdadera literatura, las novelas de verdad, narran siempre la historia de un viaje, en el espacio: la Odisea, Tirant Lo Blanc, Don Quijote de la Mancha, Robinson Crusoe, Corazón en las Tinieblas, Todos los hermosos caballos; o en el tiempo: 1984, Los Buddenbrock, Fahranheit 491, Historia de dos Ciudades, 100 años de Soledad, etc. El viaje de la familia Joad desde Oklahoma a California es un viaje por todos los matices de la dignidad humana, es el viaje de un familia humilde, unida y digna que mantiene ante la adversidad la dignidad y sabe que es precisamente en esa dignidad donde reside su mayor fuerza.

La familia Joad nos enseña que en los peores momentos es lo mejor de la condición humana lo que nos salva, el valor al que nunca en las peores circunstancias se debe renunciar. Es el trato humano y la solidaridad lo que nos hace sentirnos gente.

La novela es buena y necesaria y si no creen en la casualidad, abranla y leanla ahora mismo, precisamente ahora que han llegado los años de vacas flacas y todos culpan a todas y nadie hace nada por nadie. Léenla y reflexionen sobre lo que estamos haciendo cada uno de nosotros por mejorar la situación difícil que nos ha tocado vivir.

Yo he aprendido algo y no pienso renunciar a sentirme gente y a que la gente que me rodea, conocida o no, también lo sienta.

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