lunes, 17 de octubre de 2011

¿Quién nos ha robado el norte?



A quien leyere:

Sea cual sea su condición, quiero pedirle disculpas. Por si acaso. Pues yo aún conservo mi puesto de trabajo. Perdón sincero. Mi empresa aún no se ha ido a pique. Motivos y ocasiones no han faltado y hasta el rabo todo es toro. ( Toco madera). De momento sigo madrugando por las mañanas y a final de mes me dan la nómina con los impuestos descontados. El sueldo también ha mermado, pero de momento aún cumple su función de financiar el proyecto familiar y personal. Tampoco necestiamos mucho. Me gustaría que quien gobierne en un par de meses, sea cual sea su condición, continuara gastando el dinero de mis impuestos en salud, educación y en dependencia, sin descartar otros usos igual de necesarios.

Yo sigo trabajando con la misma fe y con el mismo entusiasmo, pensando que con mi esfuerzo estoy colaborando al bienestar y al progreso de mis conciudadanos. Soy, lo que muchos pensarían, un gilipollas. Un gilipollas convencido, por cierto. Mientras otros invierten su tiempo en esquivar al fisco, a mi me reconforta contribuir con parte de mi sueldo al proyecto común de la sociedad en la que me ha tocado vivir. Y me aferro a la Gilipollez como un naúfrago a un flotador. Hoy más que nunca necesitamos flotadores para seguir reconociendo dónde está el norte, para no perderlo definitivamente. Perdón por todo ello.

La crisis tiene nombres y cara y muchos ciudadanos la viven y la padecen en sus propias carnes. En realidad la padecemos todos. En diferentes grados, pero todos. Yo también me despiero por la noche con el miedo a que mañana se cierre el grifo, me quede sin trabajo y me vea obligado a forjar un nuevo proyecto familiar y personal muy diferente del actual, que ni me apetece y ni sé si sería capaz de sacarlo adelante.

Salvo a los optimistas compulsivos, los tontos y los desaprensivos, al resto de los mortales nos cuesta mucho sacar el cuello por encima de nuestras propias preocupaciones y ver aspectos positivos en medio de esta crisis. Pero los hay. Vaya si los hay.

En tiempos de crisis ciertos modos y hábitos se despojan del velo de la costumbre y los vemos en su plena y sincera desnudez. La crisis sería una oportunidad de oro para que en muchos aspectos la razón y el sentido común volviera a imperar en la sociedad. Por poner un ejemplo, ahora que viene las vacas flacas y que se adelgazan nuestros derechos como trabajadores, nos hemos dado cuenta de que había unos señores que gestionaban nuestros ahorros y que cobraban unos sueldos milloniarios que no se correspondían ni con su mérito, ni con su productividad, ni con sus resultados. Me refieron a los banqueros, que han gestionado las cajas de ahorro, que han sido elegidos a fin de cuentas por intereses políticos, que han hundido las entidades a las que debían servir y que han tenido la indecencia de fijarse finiquitos indecentes que se pagan, no lo olvidemos, con el dinero de los ahorradores que depositaron su confianza en las empresas a las que deberían servir.

El otro día salió por televisión un "broker" británico confesando el placer obsceno que le provocaba la desastroso situación económica actual, el río revuelto en que pescadores como él se mueven con gran desenvoltura y saben obtener ganacia ¡ a costa de la estabilidad y el bienestar de la mitad de los habitantes del planeta! ¡ En manos de quién estamos! Al parecer el individuo era un actor, un farsante, pero escenificó como nadie la realidad de lo que está pasando.

Si la crisis sirviera al menos para que sobre ciertos aspectos volviera la racionalidad y el sentido común, habría que darla por buena. Habrá que aferrarse también a este flotador. Y tú, querido lector, qué estás haciendo tú para que las cosas cambien.

martes, 4 de octubre de 2011

Consuelo Guerri



La susodicha es una sexagenaria menuda que dirije un centro de investigación en Valencia, de esos que inauguran los políticos a bombo y platillo, con un vino español, que construyó un promotor repartiendo mordidas con la habilidad de un croupier de casino ( ¡ gana la banca!) y cuyo centro, equipado con su camisita y su canesú y amortizada su inauguración en los medios, cae posteriormente en el más absoluto olvido, languidece por falta de fondos e interés.

La señora Guerri, no obstante, sabe por qué está donde está, tiene una vocación y lucha denodamente por lograr sus objetivos: investigar y sacar adelante a su equipo de colaboradores, becarios y compañeros del Centro de Investigación Príncipe de Asturias de Valencia. Sus trabajos sobre los efectos del alcohol en la sociedad le han procurado varios premios internacionales, imparte conferencias y redacta estudios sobre el tema. La señora Consuelo Guerri es noticia porque ha donado 25000 eur de un Premio Internacional de Investigación que le han concedido para pagar el sueldo de sus becarios y colaboradores, vamos, para que no les cierren el chiringito y puedan seguir investigando y que los empleados puedan mantener con sus ingresos los proyectos personales y familiares. Al parecer esta donación, de la que nos hemos enterado ahora, era una práctica habitual de la señora Guerri.

No pienso despotricar aquí de los políticos corruptos, de las instituciones antediluvianas, del poco interés de este país por el ciencia, el conocimiento, el progreso. No. Me voy a limitar a dar las gracias a la señora Guerri por su actitud tan ejemplar e inspiradora. Gracias de corazón por no sucumbir ni a la decepción ni al desánimo, por su generosidad, por su ejemplo.

La mejora del mundo, la superación de la crisis, la consecución del progreso ni está ni se puede dejar en manos de los políticos, es una responsabilidad que recae sobre todos y cada uno de nosotros, individualmente, con nuestros actos y en la medida de nuestras posibilidades. Gracias por marcarnos el camino, Consuelo; con suelo; consuelo.

Ver http://www.pnsd.msc.es/Categoria4/reunion/pdf/Guerri.pdf