lunes, 28 de diciembre de 2009

Cogito, ergo sum




La susodicha frase siempre me había parecido una memez inconmensurable, pero a medida que avanza la enfermedad de la Reina de Saba caigo en la cuenta que la cita revela una realidad incontestable. La realidad no es objetiva ni inamovible ni universal, sino que es fruto del tamiz de lo que perciben nuestros sentidos. Hechos que a mi me pueden parecer evidentes y rectos, comentados por la Reina de Saba adquiren un sesgo inquietante y parcial, desde luego diferente del mío. La Reina de Saba miente, o vive en la mentira por si incapacidad de aprehender todos los aspectos de la realidad o por la necesidad de completar la realidad y su lógica con detalles que se han ido diluyendo en su desmemoria.

La edad y el viejo Doctor Alzh están recluyendo a la Reina de Saba en un recinto oscuro y reducido cuyos ventanales al exterior se van volviendo cada día más y más angostos.

Hay que imponerse la obligación de evocarla siempre en su plenitud. Se lo debemos. No es tarea fácil.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Soneto con estrambote



Estoy leyendo estos días una novela de Marío Vargas Llosa muy entretenida: "Las travesuras de la niña mala". La prosa del peruano es exótica, brillante, divertida.

Leyéndola me vino a la cabeza la desconcertante idea de que una persona como Don Miguel de Cervantes, uno de los padres más insignes de la lengua castellana, con toda probabilidad no entendería la mayor parte del texto que tengo entre manos, a pesar de estar escrito en su mismo idioma y poder reconocer todas una cada una de las palabras.

Puede parecer una gilipollez y tal vez lo sea, pero la idea me resultó inquietante. Cualquier ciudadano actual con un mínimo de formación tiene acceso a cualquier texto español del siglo de oro ( ¿ verdad que sí?), pero dudo que los autores clásicos entendieran la mayoría de las novelas, de los periódicos o de los programas de radio o televisión que se leen y escuchan cada día.

Y en el caso de la novela mencionada, su presunta incomprensión no tiene nada que ver con que el texto esté trufado de anglicismos y americanismos, que lo está, o por el tono coloquial de alguno de sus pasajes, o por la dispersión geográfica, o por los sobrentendidos y las elipsis, sino porque quizás a los largo de estos cuatrocientos años el diccionario se ha venido plagando de acepciones diabólicas y porque las realizades narradas están en algunos casos muy alejadas de las de aquel siglo... los tonos de voz, los matices, el humor, las ironías, el erotismo, la pura realidad reflejada con sus objetos de ciencia ficción, la tecnología, la cotidianeidad de oficina y discotecas, la moral inaprensible de nuestra época... En fin, que se iban a correr una juerga. Ni siquiera "El Tesoro de la Lengua Castellana" de Sebastián de Covarrubias le iba a sacar del apuro. Lo dicho, vivir para ver.

AL TÚMULO DEL REY FELIPE II EN SEVILLA (Miguel de Cervantes)

Voto a Dios que me espanta esta grandeza
y que diera un doblón por describilla,
porque ¿a quién no sorprende y maravilla
esta máquina insigne, esta riqueza?

Por Jesucristo vivo, cada pieza
vale más de un millón, y que es mancilla
que esto no dure un siglo, ¡oh gran Sevilla,
Roma triunfante en ánimo y nobleza!

Apostaré que el ánima del muerto
por gozar este sitio hoy ha dejado
la gloria donde vive eternamente.

Esto oyó un valentón y dijo: "Es cierto
cuanto dice voacé, seor soldado,
Y el que dijere lo contrario, miente."

Y luego, incontinente,
caló el chapeo, requirió la espada
miró al soslayo, fuese y no hubo nada.

viernes, 18 de diciembre de 2009

Tienes carta



Hoy me ha llamado por teléfono la reina de Saba. Me sorprendió la llamada ( yo estaba en el trabajo) y su contenido.

LA Reina de Saba estaba emocionadísima y me daba las gracias por la carta que le había escrito. La acababa de leer.

Al principio no entendí y no sabía de qué carta me podía estar hablando. Le pregunté, pero la emoción le impedía articular palabra. De pronto cai en la cuenta de que lo más probable es que fuera alguna de las muchas cartas que escribía a casa, hace más de veinte años, durante los años en que viví en el extranjero.

Últimamente me había encontrado alguna de esas cartas en los rincones más insospechados de la casa. La Reina de Saba las había encontrado en un momento dado entre sus cosas y las había sacado para ir releyéndolas y tratando de recuperar entre sus líneas y sus historias el roce exacto de un pasado cada vez más insolente, esquivo y cruel.

Alguna vez me había comentado lo que le agradabe releer esas cartas. Lo soprendente en esta ocasión es que la carta le pareció actual, fresca, inmediata. Tan actual que sintió la necesidad de llamarme inmediatamente ( no se le fuera a olvidar).

Un motivo más para estar agradecido al servicio de correos, otra vez más había entregado en el momento oportuno.

sábado, 12 de diciembre de 2009

De monte



¡Que recuerdos! Aprovechando el puente subí con los chicos al Monsacro, un monte muy cercano a Oviedo desde el que en días despejados se ve hasta el mar y cuyas vistas son espectaculares.

El martes tuvimos suerte y la montaña nos brindó sus mejores galas.

El Monsacro ha debido ser la excursión con la que nos hemos iniciado en el montañismo la mayoría de los niños asturianos. Es una excursión corta, de apenas una hora, pero desde el primer paso el camino pica hacia arriba sin un metro de tregua, es una ascensión continua y dura.

Ni sé la cantidad y cantidad de veces que habré subido en mi vida. Posiblemente la primera vez haya sido con 8, 9 ó 10 años. Y la penúltima vez con veintipocos, en la época de la Universidad. Ahora que hace ya veinte años que tengo veinte años, hacía realmente mucho tiempo que no subía y fue una emoción especial subir con Cascarrabia´s Kid y con el Agente Naranja.

Recuerdo especialmente la antepenúltima vez que ascendí. Todavía era boy-scout y era primavera. Subimos un grupo de 10 ó 12 muchachos entre 16 y 18 aña con los mochilas y las tiendas de campaña a pasar el fin de semana. El tiempo era fantástico y el ánimo inmejorable. Subíamos cantando y silbando, como quien pasea por la calle Uría ( juventud divino tesoro). Al llegar arriba montamos las tiendas, comimos algo y recuerdo que un fenómeno llevó un balón y estuvimos jugando a fútbol entre riscos y brañas. A media tarde, para nuestra sorpresa, cayó la niebla y la temperatura y el alegre fin de semana campestre se convirtió en una pequeña pesadilla. Se desató el viento y la lluvia se hizo granizo, y el granizo nieve. Nos pasamos toda la noche metidos en las tiendas, escuchando ulular el viento y con serias dudas de que las tiendas aguantaran el embate del temporal. A pesar de todo dormimos. A la mañana siguente, había mejorado el tiempo, aunque el cielo seguía cubierto y amenzante y al abrir la cremallera de la tienda, la nieve se coló dentro y el paisaje de fuera era navideño. Todo estaba blanco y todos teníamos claro que había que organizar la retirada de la manera más rápida posible.La mayoría habíamos subido con playeros y no todos tenían prendas de abrigo. Desmontamos las tiendas como pudimos, hicimos las mochilas con las manos heladas y tuvimos que dejar parte del material en la cima, entre otras cosas el balón de fútbol, porque todas las cosas que habían quedado fuera de las tiendas al empezar el temporal estaban ahora cubiertas por la nieve y no teníamos ni idea de dónde podían estar. La bajada fue entre niebla, con los pies helados y durante los primeros tramos de la bajada, íbamos cogidos de la mano para no despeñarnos: el camino también estaba blanco y había que intuirlo o buscarlo.

También recuerdo de ese día la impresión que me cuasó - que nos causó a todos-, cuando a media bajada la niebla y las nubes se disiparon de golpe y nos brindaron una visión espectacular del valle bañado por el sol. Era la primera vez en mi vida que tenía la sensación de estar viendo algo francamente bello e inusual. Ese recuerdo y la sensación me acompañará siempre.

Los chicos se portaron. Como sucede siempre, trascurrida los primeros quince o viente minutos de la excursión, empezaron a quejarse de la dura subida y a preguntar cuánto quedaba. Pasado ese momento crítico, cuando se les empieza a calentar el cuerpo y rompen a sudar, caminan como campeones. Yo, sin embargo, llegué a la cima pidiendo clemencia. La edad no perdona.