lunes, 20 de octubre de 2014

Les notines up



Los mis fíos non tienen telefono elegante, ni falta que-y-os fae. Les gustaría tener uno, por aquello de no sentirse menos que nadie y porque eso de guasapear les parece la leche. Todo llega y cada momento tiene su afán. De momento, en el seno de la familia, para suplir al guassapo, hemos recurrido a les notines-up, que ye lo mismo pero en analógico.

Ahora que Cascarrabias´ Kid ha empezado el instituto y la logística familiar conoce nuevos frentes y debemos cubrir más campos de acción, hemos tenido que echar mano del papel y del boli para comunicarnos. Ellos seguirían prefiriendo el teléfono presuntamente inteligente, por aquello de la inmediatez, pero como demostró el gran físico alemán, el tiempo es un concepto relativo y da igual que escribas una nota por teléfono ahora mismo o una nota en papel hace tres horas, el mensaje surte sus efectos en el mismo momento que lo lees, independientemente del formato.  Y de eso se trata, de que se enteren en el momento justo.

Al final, el sistema funciona, cumple su objetivo y no deja de tener su gracia. Cascarrabias´ Kid lo primero que hace al llegar a casa es buscar la notan- up que le dejó Campanilla encima de la mesa de la cocina. Luego ya come. La tecnología, no siempre es la solución, es la coartada. De momento ningún día se olvidó de preparar el bocadillo de su hermano. Lo de tocar el clarinete ya es otro cantar ( o sonar).


miércoles, 8 de octubre de 2014

La bronca.



El pasado viernes salí de alterne con Lola y Eduardo. Qué bien lo pasamos. Llegue a casa tarde y muy perjudicado. Por la mañana la cabeza pesaba y la saliva  faltaba. Todos estaban ya despiertos. Bajé a desayunar. Habíamos planificado con semanas de antelación que ese fin de semana nos íbamos a Picos de Europa, a dormir en el refugio de Vegarredonda. Me apetecía tanto marchar de fin de semana con resaca como de correr una marathon, sin embargo mi intención no era otra que cumplir a pesar de que el día para mi iba a ser duro de solemnidad. Campanilla no debía esperárselo y ya estaba convencida de que se cancelaban los planes y así me lo hizo saber. Me enfadé muchísimo. No porque ella no quisiera venir de fin de semana, sino que con nuestra discusión y sus argumentos había puesto a los muchachos de su parte y no me parecía justo. Ella es muy libre de venir o quedarse, pero a los muchachos se les debe aleccionar siempre, y más a la edad a la que irremisiblemente se acercan. Su actitud - la de los muchachos- , ante cualquier plan es la de negarse y no participar, sea lo que sea, aunque luego sean los que más se divierten y lo disfrutan.

 - Ellos no quieren. Decía ella.

- Va a llover- Decía ella.

 ¿ Desde cuándo deciden los chicos los planes de la familia?, ¿ desde cuándo era una novedad que ellos se negaran a hacer algo que requiere un esfuerzo?, ¿ desde cuándo habían empezado a salirse con la suya?

 Exactamente desde el sábado por la mañana.

Por la ventana lucía un sol radiante.

La bronca fue de su buen calibre en la escala de Richter  y luego cada miembro de la familia se centró en otras actividades diferentes a las que estaba destinado ese glorioso día. El ambiente en casa no era bueno. Los chicos estaban asustados por la bronca de sus padres. Campanilla estaba disgustada por mi reacción y yo me sentía un incomprendido: Calimero dixit.

No estaba aún todo dicho. A la hora de comer volví a sacar el tema.

- ¿ En el colegio hay niños que faltan reiteradamente a clase por enfermedad ?

Sí. Los dos nombraron a tal o cual compañero que solía faltar más o menos a menudo por un catarrín, una diarrea o unas décimas de fiebre. Pues bien. Ellos rara vez han faltado a clase en todos estos largos años, ni se han puesto enfermos durante el curso escolar, porque aún estando enfermos les hemos mandado al colegio, aun sabiendo que lo más probable es que nos llamaran para que fuéramos a buscarles. O cuando nos han llamado porque decían que se sentían mal y hemos tenido que ir a recogerles, nada más llegar a casa, si veíamos que el mal no estaba inapelablemente contrastado, volvían de nuevo a clase apenas unas horas mas tardes. Cascarrabias´Kid  y el Agente Naranja no se ponen malos porque les va a dar igual. Eso es un aprendizaje que tienen ya instalado en su ADN y que nadie te enseña en el colegio y que es muy importante para desenvolverse en la vida. Ante la obligación y el deber no valen escudas baratas, ni dolores de tripa, ni catarritos, ni pánico, ni angustia.  Si el deber se asume, ni rastro de síntomas somáticos. De eso se trata.

Siempre me he empeñado en que lo que empiecen, lo acaben: me daba igual que fuera una partida de damas o un curso de inglés o la práctica de un deporte. Cuando se toma una decisión hay que tirar para adelante hasta terminarla. Nunca se deja nada a la mitad. De eso también se trata. De que no sean unos veletas, ni unos picaflores.

Para mi era importante haber mantenido los planes de subir a Picos de Europa, a pesar de mi deficiente estado físico, a pesar de la tromba de agua que cayó unos horas más tarde, porque creo que es un aprendizaje muy necesario que sólo se aprende cuando te lo han inculcado y lo has vivido con todas las consecuencias. La primera vez que intentamos hacer la ruta del Cares tuvimos que regresar empapados, pero no fue una salida en falso. Nunca lo son. Los planes, los objetivos, los compromisos son para cumplirlos, gusten más o gusten menos. Nos lo agradecerán ellos mismos. Se lo agradecerán quienes tengan tratos con ellos. Serán personas de fiar. O no. Pero por lo menos el que lo aprendan, que no quede de mi mano.