viernes, 27 de febrero de 2009

Febrero


Febrero es un mes de luto y estufa.
Las calles adquieren un aire de rosa deshojada
mientras díscolas llamas recitan mi nombre
de memoria.


Febrero es un mes de niebla y marmol.
Las tormentas acechan tras las esquinas
con las uñas afiladas
y el dolor es un cuadro con marco de plata.


Febrero en el calendario
cae como una estampida
de aceros candentes y acerados.

Una lluvia de alfileres resbala ahora mismo
cadenciosa por mi espalda

Febrero podría ser un mes insoportable

No te alejes.


( A mi Hermano Khana)

lunes, 23 de febrero de 2009

Kultura empresarial


Si en este país siempre ha estado mal visto trabajar, ser empresario roza ya lo diabólico. El oficio de empresario nunca ha gozado de buena prensa en España, ha sido una profesión muy denostada. Los empresarios siempre han sido unos explotadores, unos avaros, unos ladrones, unos bárbaros sin escrúpulos, en resumen, unos hunos.

La casta empresarial en esta país ha remado contracorriente desde el origen de los tiempos. Voto a brios que algunos, con sus trajes a medida, su puros habanos, su vehículos de importación y sus cabellos engominados se lo han ganado a pulso. Sin embargo hoy más que nunca es necesario romper una y mil lanzas en favor del empresariado de este país, es necesario recordar que la riqueza que hace más cómoda nuestra vida cotidiana no surge "ex nihilo", ni llovida del cielo, ni por generación espontánea, sino por el esfuerzo, por el riesgo, por la avaricia, por el ingenio, por la dedicación de muchos ciudadanos que un buen día se lían la manta a la cabeza y deciden fundar una empresa.

Porque una empresa, entre otras muchas cosas, es un compromiso. Es el compromiso de trabajar y dar trabajo, es el compromiso de abrir las puertas todos los días a las 8:00, de la mañana ,es el compromiso de pagar impuestos y afiliar a la seguridad social y es el compromiso de generar riqueza para tus vecinos, para tus paisanos, para tus compatriotas. Otra cosa es que algunos ciudadanos hagan un uso espureo de ese comprimiso, pero para eso ya está el parlamento y los tribunales de justicia. Las ovejas negras no desmejoran la calidad del lechazo.

Es necesario el reconocimiento público de nuestros empresarios, porque son ellos y sólo ellos quienes tienen la clave para nuestro bienestar. Pero ellos solos no pueden subir la montaña, necesitan ayuda y los gobiernos legislando pueden y deben fomentar esas ayudas. Y cuando digo ayuda no me refiero a subvenciones públicas de turbia concesión, ni a concesiones administrativas mangoneadas, ni a movimientos puramente especulativos, ni a reglamentaciones laborales ultraliberales, no me refiero a nada esto. Me refiero a que los gobiernos tienen en su mano los medios para instaurar o mejorar una mejor cultura empresarial más sana, con unas reglas de juego más claras, más ágiles, más equitativas y más racionales.

No soy ni economista ni... empresario, soy un asaliariado raso. Qué le vamos a hacer. A pesar de los pesares me atrevo a recoger algunas ideas para la mejora de esa cultura empresarial.

Por ejemplo las formas de pago. Cuando vamos al supermercado pagamos al contado los productos que adquirimos, mientras que el supermercado paga esos mismos productos a sus proveedores a 90 o a 120 o a 150 días, cuando no más tarde. Y esto es asi porque el mercado lo permite, porque los pequeños productores tienen que plegarse a las condiciones de las grandes cadenas de distrubución para ver sus productos en las estanterías. El mercado lo permite, pero le gobierno puede impedirlo, legislando y exigiendo, por ejemplo que las transaciones comerciales, independientemente del tamaño de la empresa, se paguen a 30 días o, a lo sumo a 45, como sucede en la mayoría de los países de nuestro entorno.

Otra medida. Los impagos. España es unos de los países con más modos de pago de toda Europa, cheques, letras, pagarés, giros, transferencias, factoring, etc, etc. Al final el dinero pasa de mano en mano, generando costes y aumentando el gasto de las empresas y sin redundar en la creación real de riqueza. Mover dinero se ha convertido en un gran negocio... para los bancos. También los bancos tienen derecho a vivir, pero todo tiene un límite. En resumen, las empresas tardan en cobrar por los servicios prestados y, cuando consiguen cobrar, algo que llega a resultar heroico, varios intermediarios han dejado el jamón en los huesos con tanta tajada. Y ambas cosas son evitables, tanto minimizar los gastos financieros como erradicar los impagos. Porque igual que la alarma social ha provocado que se multipliquen los juzgados de violencia de género o los juzgados ultrarápidos para los delitos relacionados con el código de circulación, igualmente es posible instituir una juzgados de lo mercantil ágiles y baratos donde ante un cheque en blanco o un giro no atendido, un empresario puede poner una denuncia y conseguir un laudo ejecutorio en un plazo de 60 días y no de años como sucede en la actualidad. Porque desgraciadamente también hay empresarios que desconocen que las reglas del juego exigen cumpliar los contratos y pagar las facturas en tiempo y forma. La aventura empresarial es un ejercicio de responsabilidad donde debe impedirse el paso a los tramposos.

En un mundo globalizado nuestras empresas necesitan ahorrar costes, ganar en competividad y ser más ágiles. Y esas metas son una responsabilidad de todos, también de nuestros representantes políticos, que para esos los elegimos.

Por cierto, en un día como hoy, España estuvo a punto de perder la conquistada y joven democracia.

miércoles, 11 de febrero de 2009

canción de cuna para un marinero nostálgico

La luz
velada de las viejas cámaras fotográficas
revela el ansía de la imagen
que pudo haber sido.
Esta ahí, pero no la vemos.
Estuvo, fue.
La presentimos y añoramos su fantasma.

Se apaga en ti la luz de África.
Luz única. Irreversible.
Se aburren las teclas en tu boca de sonreir
tan poco.

Tampoco
reconoces aquí el trino de los pájaros.
Todo aquí es extraño.
Cierra los ojos.

El amor quedó para siempre en la otra orilla.


Ya es mala suerte
En esta playa los fantasmas también son blancos.


Duerme.

lunes, 9 de febrero de 2009

Orgullo herido


En el artículo anterior al que leen ahora, mostraba mi orgullo por ser miembro de un país que legisla para que la costa sea un bien público para el disfrute de todos los ciudadanos. Va a ser verdad que la felicidad es un estado de ánimo, peor que eso, las uñas de la fatalidad acechan a la vuelta de la esquina.
La ley de Costas es un ambicioso proyecto que además de permitar el disfrute de la costa, legislaba para que en un plazo de sesenta años todas las edificaciones construídas durante los años del boom turístico y que fueron erigidas en primera línea de playa fueran expropiadas y derruidas como parte de una política de recuperación de unos entornos muy degradados y sobreexplotados durante muchos años.
La ley prevee que desde su aprobación hasta trascurridos los sesenta años de plazo, ninguna de las edificaciones afectadas podían ser vendidas ni remodeladas sin una autorización explícita emitida por la autoridad competente.
La ley, que se promulgó a final de los años ochenta, no empezó a plasmarse hasta la llegada al Gobierno de la anterior Ministra de Medio Ambiente, Cristina Norbona, con veinte años de retraso. Esa aplicacion de la ley significó el desarrollo de una serie de estudios por todo el litoral español identificando todas las edificaciones afectadas por la ley y notificando a sus propietarios el nuevo e inexorable "status".
Al parecer los teléfonos de las embajadas españolas en el extranjero han estado al rojo vivo en los últimos meses. Uno de los colectivos más afectados por la nueva ley eran los británicos, los alemanes, los holandeses y las suecas que tantos momentos de gloria le brindaron a nuestro Alfredo Landa y a nuestro José Luis López Vázquez.
En fin, a nuestros socios europeos, tan ecologistas y modernos, palabras como nacionalizacion o expropiación sólo les parece bien cuando no les ateñe personalmente y el Gobierno español, según publica la prensa, se ha bajado los pantalones. Han dulcificado la ley. Dicen que es una modificación nimia, unas alteraciones relacionadas con las aplicaciones técnicas de la ley, que el espíritu de la ley se mantiene intacto, inmaculado, etc, etc.
La próxima vez habrá que pensárselo dos veces antes de sacar pecho. (¡ Me caso en Soria!)

Lectura recomendada: Miguel Ángel Asturias, " El Señor Presidente"