lunes, 9 de febrero de 2009

Orgullo herido


En el artículo anterior al que leen ahora, mostraba mi orgullo por ser miembro de un país que legisla para que la costa sea un bien público para el disfrute de todos los ciudadanos. Va a ser verdad que la felicidad es un estado de ánimo, peor que eso, las uñas de la fatalidad acechan a la vuelta de la esquina.
La ley de Costas es un ambicioso proyecto que además de permitar el disfrute de la costa, legislaba para que en un plazo de sesenta años todas las edificaciones construídas durante los años del boom turístico y que fueron erigidas en primera línea de playa fueran expropiadas y derruidas como parte de una política de recuperación de unos entornos muy degradados y sobreexplotados durante muchos años.
La ley prevee que desde su aprobación hasta trascurridos los sesenta años de plazo, ninguna de las edificaciones afectadas podían ser vendidas ni remodeladas sin una autorización explícita emitida por la autoridad competente.
La ley, que se promulgó a final de los años ochenta, no empezó a plasmarse hasta la llegada al Gobierno de la anterior Ministra de Medio Ambiente, Cristina Norbona, con veinte años de retraso. Esa aplicacion de la ley significó el desarrollo de una serie de estudios por todo el litoral español identificando todas las edificaciones afectadas por la ley y notificando a sus propietarios el nuevo e inexorable "status".
Al parecer los teléfonos de las embajadas españolas en el extranjero han estado al rojo vivo en los últimos meses. Uno de los colectivos más afectados por la nueva ley eran los británicos, los alemanes, los holandeses y las suecas que tantos momentos de gloria le brindaron a nuestro Alfredo Landa y a nuestro José Luis López Vázquez.
En fin, a nuestros socios europeos, tan ecologistas y modernos, palabras como nacionalizacion o expropiación sólo les parece bien cuando no les ateñe personalmente y el Gobierno español, según publica la prensa, se ha bajado los pantalones. Han dulcificado la ley. Dicen que es una modificación nimia, unas alteraciones relacionadas con las aplicaciones técnicas de la ley, que el espíritu de la ley se mantiene intacto, inmaculado, etc, etc.
La próxima vez habrá que pensárselo dos veces antes de sacar pecho. (¡ Me caso en Soria!)

Lectura recomendada: Miguel Ángel Asturias, " El Señor Presidente"

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