jueves, 27 de mayo de 2010

Esto es terrible



Ayer cuando llegé a casa estaban Cascarrabias´Kid y el Agente Naranja viendo ese programa de pura vanguardia que se llama "El Hombre y La Tierra". Les encanta. El programa de ayer iba de ciervos que eran atacados por lobos. Estaban sorprendidos con la mama ciervo que escondió en el bosque a los cervatillos y se expuso ante la manada de lobos para desviar su atención, alejar a los depredadores y proteger a sus hijos. Heroico. Salvo la vida de milagro.

Al final del programa, cerrando el círculo cinegético estaba el hombre, mejor dicho el cazador. En cuanto Cascarrabias´Kid vió aparecer al tipo con el sombrero tirolés y la escopeta exclamó muy serio y compungido "esto es terrible", sin poder comprender por qué el ser humano se servía de una arma para cercenar la vida de otro ser vivo. Luego daba saltos de alegría cuando se escuchó el disparo y la cámara dejó congelada la imagen del ciervo. El muy ingenuo estaba convencido que el cazador había errado el tiro.

Me sorprende el amor que estos chavales sienten por los animales. Es un sentimiento fraternal, de vínculo entre especies, de consanguineidad de raza, de puro instinto común de conservación. Me soprende la fuerza de ese amor por los animales porque entre otras cosas no se puede decir que se lo haya inculcado yo o su madre. Personalmente para ese tipo de cosas soy totalmente insensible.

El otro día que echaban una corrida de toros por la tele les llamó mucho la atención y me pidieron verlo. Les dejé. A medida que avanzaba la faena del torero, mayor era el estremecimiento de los chavales. Cuando mataron al toro, los chorretones de llanto corrían en silencio mejillas abajo. Ninguno habló, ni falta que les hizo.

En fin, que cómo el futuro de la Fiesta Nacional dependa de personas como mis hijos, las corridas de toros serán pronto historia. Sin traumas, por muerte natural.

viernes, 21 de mayo de 2010

Es un pequeño paseo para el hombre, pero un gran paseo para la humanidad




Cuando yo tenía la edad de mis hijos estaba echado a la calle. Vamos, que no entraba en casa ni por error. Los de mi generación tuvimos todavía la gran suerte de educarnos en la calle, compartiendo el espacio público con nuestros compañeros y vecinos, sin la estricta vigilancia de nuestros padres. En aquellos tiempos era normal cruzarse a un mocoso encaminándose sólo a la escuela aplastado tras una mochila descomunal o a una pandilla de muchachos jugando a fútbol en el medio de la calle hasta que pasara el próximo coche.

Ay amigo. La situación hoy en día a cambiado un poquito. Tengo ya cuarenta y dos años ( aunque sólo aparento cuarenta y uno y medio) y les aseguro que en la actualidad a ningún padre en sus sano juicio se le ocurre dejar sólo a un muchacho de 7 años en una ciudad, aunque sea de pronvincias.

La ciudad se ha llenado de peligros. Están los reales: esos animales tan agresivos que llamamos coches, que tienen la costumbre de atacar en manada, comportamiento éste que sólemos denominar tráfico. Y están los peligros imaginarios y/o potenciales: el hombre del saco, el violador de la esquina, esos adolescentes ruidosos y peludos, esos locos que andan genéricamente sueltos por ahí, también están los "quiénsabeloquepuedepasar", los porreros, los drogatas, los depravados, los degenerados, en fin, que ahora las ciudades están barnizadas de puro pánico. Es poner un pie en la calle y resbalar de lo que brilla el miedo.

Ni Campanilla ni yo estamos en nuestro sano juicio. Somos los padres de Cascarrabias´Kid y el Agente Naranja, pero somos de los que pensamos que no los tenemos en propiedad y que, por lo tanto, no debemos sobreprotegerlos y debemos fomentar su autonomía e independencia. La teoría es cojanuda, pero la realidad a menudo se da de bruces. Dicho en otras palabras: una cosa es predicar y otra muy diferente dar pan.

Muchas veces les hemos venido diciendo que poco a poco deberían ir asumiendo responsabilidades: ni qué decir tiene que la cama se la hacen ellos, que la ropa que se ponen y se quitan la doblan y que los juguetes tienen que estar recogidos. El siguiente paso fue que dejaran en el fregadero los platos y los cubiertos con los que habían comido y ya están empezando a bajar la basura a la calle o a hacer pequeños recados. El domingo Cascarrabias´Kid compró su primera barra de pan.

Por una parte es un orgullo, por otra, da mucha pena verlos crecer.

Ayer, sin embargo, la situación dio una vuelta de tuerca importante. Al salir del colegio, mientras Campanilla esperaba a que el Agente Naranja saliera de clase, por propia iniciativa Cascarrabias´Kid aprovechó para solicitarle permiso a su madre para ir SOLO caminando hasta la piscina. No quería esperar. Alguna vez les habíamos comentado que en breve tendrían que empezar a moverse solos por la ciudad, pero lo cierto es que sólo lo contemplábamos desde un punto de vista eminentemente teórico.

En este caso estamos hablando de un tratecto de unos 800-900 metros, en el que se deben atravesar un pequeño parque y cruzar varias calles atestadas de coches y de peligros imaginarios: lestrigones, cíclopes, esfinges, etc. La primera reacción de Campanilla fue aceptar. La segunda fue recordar todos los peligros imaginarios, pero no se echó atrás. Le dio las instrucciones pertinentes: no hables con extraños, no cojas caramelos envenenados, cruza la calle cuando el semáforo esté en verde y le miró partir.

Dos minutos después Cascarrabias´Kid estaba de regresó donde su madre.
" No se atrevió" pensó Campanilla.

- Te olvideste de darme el bocata- Le dijo Cacarrabias´ Kid.

Y partió a Ítaca de nuevo, contento y confiado, devorando su merienda.

A Campanilla los minutos hasta que el Agente Naranja salió del aula se la hicieron eternos. La angustia tiene un sabor horrible. Luego se encaminó a la piscina tras los pasos de Cascarrabias´Kid conteniéndose para que las piernas no echaran a correr e impacientándose cuando en el camino había otro semáforo en rojo.

Ver la cara de Cascarrabias´Kid cuando su madre y su hermano llegaron a la piscina diez o quince minutos después debió merecer la pena. Dudo que el señor Armstrong hubiera estado más contanto el día que hoyó con su pie la superficie de la luna.

viernes, 14 de mayo de 2010

El ratoncito Pérez



Esta noche visitó mi casa el Ratoncito Pérez por segunda vez. La primera que viene por causas naturales. La vez anterior que vino fue por vía traumática. Fue hace dos años, cuando Cascarrabias´Kid contaba con algo más de cuatro años de edad y se arrancó un paleto de cuajo jugando con un palo. El golpe fue tan fuerte que se tragó su propio diente. Y como no había diente que dejar debajo de la almohada, le dijimos al muchacho que tenía que dormir con la boca abierta para que el Ratoncito Pérez pudiera meterse, llegar hasta el estómago y recuperar el diente.

¡Que ingenuidad!, ¡ Bendita Candidez! Todo el mundo sabe que el Ratoncito Pérez no se mete por la boca, se queda acechando en el inodoro esperando a que el preciado objeto caiga por su propia peso. Luego le quita el sarro y nadie nota la diferencia.

Esta vez tampoco hubo diente. Cascarrabias´Kid no había notado que se le había caído y estaba intranquilo por no tener nada que darle la roedor.

- No sé papá, como no esté en el cole o en la piscina, no sé dónde podrá estar.

Su tono traslucía solemnidad y preocupación. El asunto no era menor. Se había caído un diente y faltaba una parte importante de la carga de la prueba: estaba el hueco en la boca, pero faltaba el diente.

Soy de los que opina que todo tiene solución en esta vida y le propuse engañar al Ratocito Perez. Nada tan sencillo como poner un señuelo, algo que se pareciera a un diente y a correr.

No les voy a tener más tiempo sobre ascuas. La treta funcionó. El Ratoncito Pérez picó como un pinín, se llevó el señuelo y dejó la moneda y los caramelos.

De lo que no estoy convencido es de la conveniencia de la estrategia adoptada, se empieza engañando al Ratoncito Pérez y se acaba diciendo " creeme, cariño, no es lo que parece". A un paso.

jueves, 13 de mayo de 2010

Las piedras ( 3 )



Los Ruanos llegaron al desierto con todo el esplendor de su civilización: sus calzadas, sus acueductos, sus foros, su idioma, sus monedas de plata cuñada, su comercio, sus leyes y sus dioses de quita y pon. Ahí por donde pasaban lograban imponerse por la fuerza de la razón y el empuje de su cultura. Donde no alcanzaban esas sutilezas, echaban mano del apoyo de sus ordenados ejercitos, sus catapultas y sus galeras. Luego invitaban a los reclusos a participar en sus expectáculos de circo.

Ni Facundos ni Melitones acogieron su presencia con agrado. Tampoco los Ruanos se adaptaron nunca a esas gentes, jamás llegaron a comprenderles: ni su carácter, ni sus riñas continuas ni su religión de cantos rodados y piedras sagradas.

Con el tiempo los Facundos supieron adaptarse a la nueva situación. Pactaron con el invasor. Los Ruanos respetaban sus costumbres ascentrales y su religión y los Facundos les aseguraron a cambio el sometimiento político y militar a los Ruanos de su tribu y la mayoría de las tribus del desierto.

Los Melitones, sin embargo, nunca se sometieron a la influencia de los Ruanos y rompieron definitivamente todo vínculo con los Facundos. La traición debía ser vengada y las piedras debían ser recuperadas. Pero lo cierto es que a esas alturas de las película el poder y la influencia de los Melitones era inexistente. Su esplendor era puramente espiritual, pero nada más. La oposición a los invasores y a sus cómplices diezmó las fuerzas y las vidas de muchos Melitones. Cuanto más desesperada era la situación, más se aferraban a su fe de cascajos. Poco a poco se extendió entre la resistencia la idea de la llegada de un Mesias, un ser enviado por su dios que les liberaría del yugo de los Ruanos. Pero entre que venía y no venía, seguían oponiéndose a la invasión con poco o ningún éxito, de refriega en refriega.

En una de las refriegas, los Ruanos capturaron a un grupo de rebeldes entre los que había un individuo llegado de las tierras nevadas del norte, de la actual Escandinavia. Era un chico rubio, alegre, de pelo largo, aficionado a fumar hojas de cáñamo y a tañer música con unos instrumentos de cuerda unos ritmos estridentes que en comunión con las hierbas de cáñamo le hacían entrar en trance. Es llamaba Elke Soi. Cuando empezó el interrogatorio y le llegó su turno, el oficial de los Ruanos tuvo problemas para hacerse entender, ni el Ruano se manejaba bien con las lenguas de los desiertos, ni el escandinavo comprendía muy bien la lengua del opresor. De todo el interrogatorio sólo se sacó en claro una cosa.
- Dime, extranjero, ¿ tú quien eres?
- Yo soy Elke Soi.

La fracesilla con el tiempo daría mucho que hablar.

( Continuará)

jueves, 6 de mayo de 2010

Las piedras ( 2)



En fin. Pasaron los años y la hegemonía de los Facundos se asentó definitamente. Ellos dictaban la ortodoxia en todo lo relacionado con el culto a las piedras. Respetaban a los Melitones y se les llenaba la boca recordando que los Melitones y no otros eran los más puros y primigenios adoradores de tan hermosa fe, pero lo cierto es que hacía tiempo que ya no pintaban nada.

Los Melitones continuaron viviendo en el desierto, desarrollando una vida sencilla y anónima, adorando las piedras con sus viejos ritos de siempre que ya nadie reconocía como tales. Tanto había cambiado todo, tan grande era la influencia de los Facundos.

Los Facundos extendieron el culto a las piedras por todas las tribus del desierto. Sólo existía una verdad y no había sitio en el desierto para quienes no reconocieran la única verdad reconocida. El perseverancia de los Facundos, sus intrigas, sus espadas, sus llamas purificadoras exterminaron el resto de la minoritarias creencias que habían convivido durante siglos con el culto manso y tolerante de los Melitones. Desaparecienton todas las pequeñas creencias de origen oriental: la divinidad del hombre, la transmisión de la divinidad por la ingestión de la carne, la concepción virginal de la mujer y muchas otras.

Los Facundos custodiaban el templo, las piedras y el culto. La vida en el desierto continuaba con su pedregosa lentitud donde a menudo trastabillaba toda esperanza.

Todo se tambaleó, sin embargo, muchos años mas tarde cuando al desierto llegaron las hordas de occidente, con sus ejercitos ordenados, sus armas de hierro y los primeros atisbos de civilización.

Continuará...