viernes, 3 de enero de 2014

L´último volador.







Si algún poder tiene la literatura es el de ensanchar las medidas del universo y como todo el mundo sabe el universo empieza y acaba en uno mismo, alfa y omega, principio y fin. Sanseacabó, catapún chis pon. Más allá sólo existe la duda y los vecinos.


 Los libros, antes de la era digital, eran de gran y múltiple utilidad: servían para calzar las patas de una mesa, para prender la cocina de carbón, para embellecer las estanterías del salón, para ir a la cárcel o al infierno, o, cuando los lees, ayudan a pasar el tiempo, algunos entretienen, otros divierten, otros cansan, otros interesan, otros ilustran, otros ayudan a aprobar exámenes, pero a mi últimamente sólo me interesan aquellos que son capaces de ensanchar los límites de mi universo. No son muchos, pero jamás pierdo la esperanza de que el siguiente que cae en mis manos sea uno de ellos. Muchas veces son libros recomentados, otras veces son libros clásicos, otras veces no es el libro soy yo y mis circunstancias quienes los ponen en valor, en ocasiones son libros inesperados. Estos son los mejores.

El libro del que voy a hablar fue un libro prestado y recomendado ( ¡gracias Miki!), inesperado y que obró la mencionada expansión universal. Aunque debería ser sólo anecdótico, lo cierto es que parte de su excepcionalidad radica en que está escrito en asturiano. Es un libro recopilatorio de artículos, o cuentos o historias o anecdotas publicadas durante varios años de la pasada década en las páginas del suplemento cultural del periodico local La Nueva España. Leído en bloque, en formato de libro, es lo más parecido a una especie de diatario, tipo Josep Plá, pero a la asturiana, cuidadín.

Si acaso en algún momento de mi etapa de estudiante sentí la punzada romántica de interesarme por el bable, ¿ o debería llamarlo asturiano?, el interés, la curisodad o lo que fuera, no tardó en disiparse. No sé si el asturiano - llamemosle así- debe ser considerado lengua o dialecto, a pesar de haber sido uno de los últimos alumnos de don Emilio Alarcos. Me cansa la discusión de si el asturiano debe ser reconocida políticamente como lengua oficial, tampoco tengo al respecto una posición determinada, ni me quita el sueño. Escucho con respeto y atención los argumentos de mis amigos asturinistas, pero sin que ello azuce mi compromiso ni propicie mi inexistente cambio de posicición en uno u otro sentido. Reconozco, sin embargo, que en determinados contextos sociales me expreso en asturiano, por ejemplo o además en muchas de mis entradas en facebook o en según qué correos electrónicos. No hay en ello ninguna premeditación, la uso con la mayor naturalidad, es algo tan mío como el dolor de espalda y hago uso del asturiano a discreción. El asturiano es un registro lingüístico muy emparejado con la amistad y la familiaridad, creo que jamás se me ocurrría usarla con un extraño, aunque la entendiera o me hablara en ella. Átame usted esta mosca por el rabo, pero así son las cosas.

Cuando han caido en mis manos libros escritos en asturiano, los he leído. Más poesía que prosa. Abunda lo costumbrista. Unos me han gustado más y otros menos, pero hasta ahora sólo La Historia Universal de Paniceiros, de Xuan Bello y el libro objeto de este artículo han llamado mi atención y han contribuido significativamente a ensanchar las medidas del universo conocido. No sólo por estar escritos en una lengua minoritaria y agonzante, sino por su intrínseca calidad literaria.  En ambos libros la lengua asturiana traspasa los límites de los cotidiano para codearse con la vastedad del mundo y sus añagazas. Son libros de gran aliento que no se ciñen a lo meramente local si no que se relacionan de tú a tú con la gran literatura y los grandes temas. Sirva como ejemplo una de las entradas en las que el autor emula el estilo Kafka y de Joice, eso sí, con el humor corrosivo y socarrón tan de la tierra. Ningún libro de Paul Auster ( que no me cae bien y me parece un autor sobrevalorado) vale más que L´ultimo volador. Nadie, nunca dijo cosas tan duras, con una fondo de humor tan negro y eficaz. Un maridaje tremendo.

Lo recomiendo.