domingo, 29 de abril de 2012

LA MALA HEDUCACION

En mi infancia cabía pensar que yo estaría predestinado a destacar en el mundo de la informática. De hecho sólo bastaba echar un vistazo a mi boletín de notas: estaba repleto de unos y ceros. A pesar de que mi curriculum estuviera dominado por el aburrido e infranqueable lenguaje binario, lo cierto es que no había ninguna otra base para mantener tan altas expectativas. De hecho, los años han pasado y ni siquiera me puedo considerar un usuario de las nuevas tecnologías, si acaso un despojo recalcitrante a remolque de los vertiginosos acontecimientos. Mi teléfono no es nada elegante, mi biblioteca se nutre de esos eficientes viveros de ácaros llamados libros y mi relación con el interfeis del ordenador con el que escribo estas líneas es verbal. Cuando sospecho que me va a dejar tirado le digo: por favor cariño, no te cuelgues otra vez. La relación del ordenador conmigo, sin embargo, si es táctil: parece que siempre está tocándome las pelotas.¡ Me cagüén Turing! El boletín de notas de los chicos tiene ciertas semejanzas con el mío, sólo que en el suyo el uno va siempre junto al cero, pero delante de él. O heredaron la inteligencia de su madre o yo he dilapidado los mejores años de mi vida (intelectual) Ver sus notas da gusto, regocija y despierta cierto sentimiento de estupor y también desconfianza: ¿seguro que son hijos míos? A veces pienso que yo hubiera podido haber sido un mejor estudiante si me hubieran sabido llevar mejor, si me hubieran motivado más, qué se yo, si a todos mis compañeros de clase les hubiera caído encima una bomba de neutrones, si mis maestros no hubieran corregido la hiperactividad, la falta de concetración y el gusto por la animada tertulia escolar con castigos y coscorrones, si Franco se hubiera muerto una década antes, si más allá de los cristales de la ventana no hubiera habido un mundo tan excitante y atrayente, si hubiera habido clases de apoyo y no el lastre de tareas punitivas y sin sentido, si las clases hubieran sido mixtas, si no hubiera sido un vago redomado, maestro en el arte de la peonza, doctorado en cromos y canicas y catedrático en cuchillo, tijera, ojo de buey. Me encantaba ir al colegio y sin embargo no me interesaba absolutamente nada de sus contenidos académicos. Mi jornada escolar era una curso intensivo de escaqueo, donde también llegue a desarrollar una gran destreza. Mi afición a la lectura nace de aquellos años. Me llevaba libros a clase para pasar el rato y luego en casa, donde debía pasar horas y horas encerrado estudiando lo que no había hecho cuando debía, me acabé leyendo la poco recomendable biblioteca familiar. Que digo yo, que aparte de la predisposición genética a la cultura y el conocimiento, y del esmero que ponemos Campanilla y Culo Gordo para que no se relajen ni un minuto, algo tendrá que ver la calidad del sistema educativo público en el rendimiento escolar de Cascarrabias´ Kid y el Agente Naranja, ese mismo que nuestras autoridades están desmontando trozo a trozo. Que yo no digo que eso de controlar el déficit no sea muy importante, pero el futuro lo es más y ahora mismo está en juego. Y no digo más

domingo, 15 de abril de 2012

empezaba el fin del mundo


Empezaba el fin del mundo y nosotros en la cama
Arreciaba la lluvia, el granizo.
Nada hacía presagiar la alegría
qué estalla más allá de las ventana
con la despreocupación con que sólo la primavera es capaz.

Las flores se estiraban con desidia
Los árboles espantaban pájaros batiando ramas
El agua se hacía camino a empujones
ladera abajo.

El fin del mundo avanzaba inexorable
mente lento, con el chirrido programado
de sus engranajas repitiendo: salve.

En un minuto te preparo el desayuno.

lunes, 9 de abril de 2012

Abril 2012



Dicen los papeles que sube el recibo de la luz, llenar el depósito se está poniendo imposible, se anuncián recortes importantes en la sanidad y la educación públicas, se comenta que pueder ser que vuelva a subir el IVA, acabó la Semana Santa, los obispos han sacado a la calle todas sus huestes y se sienten fuertes, dan homilías en el televisión pública de dudoso gusto y limitada inteligencia, los pilotos de Iberia se han puesto en huelga, la incidencia es menor porque ya se viaja menos, aunque haya un aeropuerto en cada pueblo, las familas van en tren o en coche o en foto, en Carrefour han congelado el sueldo de seis mil trabajadores con la escusa de que la reforma laboral se lo permite,van a empezar a cobrar por los servicios jurídicos, como los recursos de segunda instancia, habrá una justicia para quien se la pueda permitir y otra para los que no se la puedan permitir, en Corea del Norte programan una prueba nuclear, se teme que en Argelia ganen los islamistas, en Siria, ay, en Siria..., habrá amnisitia fiscal para los que han robado siempre, quieren endurecer el código penal, meter a la gente en la cárcel por ser joven y gritar en las manifestaciones de Valencia o concentrarse en Sol, quieren crear un paraíso legal, con leyes a medida, para que se instale en el suelo patrio un gran casino tipos Las Vegas, etcétera.

No es el argumento de una película de terror es lo que ponían los papeles un día cualquiera, por ejemplo, hoy.

No me resigno. Me empeño en ser rabiosamente feliz. No renuncio a madrugar y desayunar despacio y solo, llevar a los chicos al colegio, escuchar sus historias, amonestarles, animarles, reirme con ellos y meterles doctrina en vena, ir la trabajo y esforzarme como si no me hubieran bajado el sueldo, por amor a mi oficio, solidaridad con mis compañeros y el afán por el trabajo bien hecho sin contar los días que me quedan para la jubilación, hacer la compra, cocinar todos los días en ese sitio que tanto me gusta: la cocina, beber un vaso de buen vino, planear las próximas vacaciones con Campanilla, jugar a los médicos, todas las noches si hace falta, lo que sea con tal de salvar a la humanidad, reunirme con la gente de la calle Costa Rica, añorar a los amigos, dejarme sorprender por el discurso incesante y extraño que llamamos vida - el otro día un extraño me regaló un pedazo fresco de mi pasado -, desear llegar a casa para leer un libro, o escuchar una pieza muy precisa, comprar la prensa a pesar de su cada vez más sectaria tendencia y sobre todo, ganarme el derecho a sentarme en el

"¡Beato sillón! La casa
corrobora su presencia
con la vaga intermitencia
de su invocación en masa
a la memoria. No pasa
nada. Los ojos no ven,
saben. El mundo está bien
hecho. El instante lo exalta
a marea, de tan alta,
de tan alta, sin vaivén".(Jorge Guillén)

En fin, pretendo seguir dándole más importancia a la verdad de la brisa en la cara, que al ruido y la furia de los medios.

La foto es de una manzana mordida por Cascarrabias´Kid. Fijense en los tremebundos paletos