jueves, 30 de abril de 2009

El discreto encanto de la Hipocresía




Dame una cama de espinos y las haré pasar por plumas.
Ay de los poetas que loan las nubes y aborrecen la lluvia.

100.000 vírgenes pasean su desdén por la alameda,
Sus pechos se agitan de emoción
Los atardeceres son propicios a ciertas vaguedades
Al amparo de la luz más contagiosa.

Hoy se proclama una pandemia de pompitas de jabón.
Arden las rotativas, explotan los micrófonos, gran alarma en la televisión.
El escándalo adquiere dimensiones colosales.
La salud pública se tambalea.

La edición vespertina decreta la calma, ¡ qué contrariedad!
Al final no era para tanto.
Un poco de viento encerrado.

Brindemos con la copa del mejor vino
Ahora que detesto tu amistad.

La verdad se oculta en pozos más profundos cada día.
La civilización ha desarrollado herramientas endemoniadamente sofisticadas.

domingo, 26 de abril de 2009

Autobiografia, Charles Darwin


Se conmemora este año los doscientos años de su nacimiento y por sorprendente que parezca sus teorías son todavía hoy un caballo de batalla entre evolucionistas y creacionistas o negacionistas, entre los que asumen que las diferentes especies son fruto de una evolución y de una adaptación al medio y quienes defienden que detrás de esa evolución hay un diseño inteligente de origen celestial. Con la salvedad de que quienes defienden esta segunda postura lo hacen apoyándose en el relato bíblico, al que no le restan ni ápice de literalidad. Delirante.

El bueno de John Scopes, profesor en el estado de Tenesse fue condenado en 1925 por enseñar las teorías evolucionistas en su escuela. Cabría pensar que este tipo de actitides forman parte del pasado. Pues no. En varios estados de los EEUU está prohibido corromper a la juventud con estas ideas científicamente provadas bajo amenaza de prisión. Viva la Ciencia, el Progreso, la Cultura y la Libertad de Cátedra.

El "origen de las especies" es una lectura de referencia universal, por lo que significó en el momento de su publicación para el mundo de la ciencia y por lo que significa hoy en día en el ámbito de la lucha ideológica.

Esta semana ha caído en mis manos un libro delicioso y que merece la pena leer. Se trata de la breve autubiografía que escribió el señor Darwin para puro consumo familiar. Unas notas ágiles y sencillas en las que explica a sus hijos quién es su padre y qué le movió a hacerse ciéntifico.

En su relato no hay afán de protagonismo ni siquiera de reivindicar su obra. Tan sólo el interés en recordar su infancia, sus padres, sus amigos, sus maestros, sus viajes, sus experimentos, sus enfermedades y sus libros. Su lectura nos nuestra un hombre llano, que amaba su trabajo y su familia, un científico quisquilloso y un ser humano que sabía vivir, buen anfitrión, mejor conversador y al que le gustaba mucho divertirse.

El señor Darwin era, sin embargo, plenamente consciente del revuelo que podían desatar sus teorías y era precisamente esa responsabilidad la que movía a ser aún más escrupuloso en la preparación de sus experimentos y en la contrastación de todos los datos, en el rigor de sus exposiciones. Él fue su mayor crítico y su única motivación era el amor por su profesión y por la verdad. Posiblemente esa dedicación al trabajo y honestidad con su profesión fuera la única manera de soportar una responsabilidad tan grande.

Varias han sido las autobiografías que han salido estos días a la librerías. Yo he manejado la de la Colección Verticales, del Grupo Editorial Norma.

La recomiendo porque viene con una texto del hijo de Darwin que no tiene desperdicio y con otro pequeño anexo en que se recojen algunas de las cartas que Darwin se cruzó con diferentes personajes en relación con sus creencias religiosas.

Tranquilos, no les desvelaré cuál era el sentimiento de Mr Darwin en relación con la existencia de Dios una vez comprobado que la cronología bíblica era pura chufla. Hasta en eso era un personaje excepcional.

jueves, 16 de abril de 2009

El alma




Es la sensación en Youtube. La llaman la fryki británica del programa tienes talento.

Se llama Susan Boyle y es una solterona en paro de cincuenta años que reconoce que nadie la ha besado nunca. Miss Boyle tampoco es una mujer agraciada físicamente, tiene el cuerpo cuadrado de los armarios, sin atisbo de curvas; en peluquería y esteticien tampoco ha realizado grandes dispendios y la ropa más o menos elegante le sienta como a un santo unas pistolas, pura impostura. Pero Miss Boyle tiene algo que muchos, si alguna vez lo tuvimos, lo hemos perdido hace mucho tiempo: Miss Boyle tiene alma.

El mismo alma que en algunas ocasiones reconocemos en la carcajada desbordada y deshinibida de los niños, en las personas que saben el momento exacto en que te deben tocar o callar o levanterte el ánimo con un golpe seco de mirada.

Miss Boyle tiene alma para dar y tomar, tan grande como el de el mejor de los poetas, como el del más inspirado pintor, como el del músico más vibrante: miss Boyle canta y lo hace desde lo más profundo de su corazón, con la misma cancidez sencillez y autenticidad con la que seguro realiza todos y cada uno de los gestos de su vida, desde calentar el agua para preparar el té, como cuando entabla cotidiana conversación con la vecina en el pequeño jardín que adorna su casa.

Miss Boyle no quería irse a la tumba sin haber gozado de una oportunidad. La tuvo, la aprovecho, muy a su pesar, y ahora se la convertirán en una estrella rutilante y efímera.

La llevarán de la ceca a la meca, la exprimirán y explotarán hasta que de su macizo cuerpo haya salido la última libra esterlina, pero sobre todo, la corromperán. ¡ Que los ángeles lo impidan y la protejan! No dejarán de su pura esencia, de su nívea alma ni la muestra, por más que los científicos sostengan que el alma es tan sólo un virus, una hermosa falta de ortografía.

http://www.youtube.com/watch?v=Il5TBgD9kHI


Lectura recomendada: Bárbara Jacobs y Augusto Monterroso,"Antología del Cuento Triste"

miércoles, 15 de abril de 2009

Infancia corrupta


Es duro descubrir que tu propio hijo de siete años es un corrupto. A pequeña escala, pero corrupto.
Ayer se empeñó en enseñarme su colección de cromos de fútbol. Es asunto olía mal. Jamás le habíamos comprado un cromo y el sospechoso atesoraba ya una colección.
Según él, el del Kun Agüero se lo había dado su compañero Juan y el de Casillas, Sergio. Aparentemente todo era lógico y normal. Pero la pregunta clave, que no se hizo esperar, fue a cambio de qué. Vale, le habían dado los cromos, pero ¿ a cambió de qué?
Había dado en el clavo, pero Cascarrabias´ Kid se plantó. No me lo pensaba decir. Así lo dijo, sin titubear.
Comenzó el asedio sobre el sospechoso y tras emplear varias prácticas disuasorias aprobadas por el Convenio de Ginebra para los presos de guerra y otros métodos menos ortodoxos pero igualmente legales, sólo fui capaz de vencer la plaza con el argumento de que todos tenemos derecho a equivocarnos, que yo, su padre, me equivocaba todos los días, y que si pretendía saber cómo había conseguido los cromos, no era para reñirle ni castigarle, si no para orientarle. Eso y también que cometí el eror de prometerle un premio si cantaba, cuando nunca deben premiarse las actitudes punibles, como era el caso.
Tras tanta reticencia a confesar su culpa me ponía en lo peor. Qué no habría podido llegar a hacer Cascarrabias´ Kid por conseguir esos cromos.
Pues muy fácil: cambiaba cromos por conocimientos. Chivaba la solución de los problemas matemáticos a sus compañeros a cambio de los cromos que su querido padre, yo, nunca le había comprado.
Ahora no sé si debo estar contento por tener un hijo listo y emprendedor, reprenderle por obrar incorrectamente con las normas más elementales del colegio y de su formación, o reflexionar sobre la necesidad de dar a mis hijos de vez en cuando algunos de los caprichos que tienen sus compañeros de colegio, por muy estúpidos que me parezcan ,como es el caso de los cromos.
También tenía el escudo del Valencia y otro con toda la plantalla del Real Madrid.
Qué recuerdos.

viernes, 3 de abril de 2009

A Usted también le habrá pasado...



Le habrá pasado que alguien de su familia se ha quedado embrazada y de repente la calle se puebla de mujeres embarazadas, o se parten un brazo y de repente parece que los parques se llenan de lisiados, o roza el coche con la columna del garaje y de pronto todos los coches con los que se cruza están llenos de abollones también.

Pues a mi me pasa igual. Cuando paseo por la ciudad cogido del brazo de la Reina de Saba, la ciudad se puebla de reyes, faraones, emperatrices, duques y otros grandes de España que pasean su desmemoria del brazo atento y solicito de sus familiares.

Es imposible no reconcocernos. La Monarquía pasea con el asombro perpetuo en la mirada, con el brillo de quien ha hecho un gran descubrimiento, con la admiración del estudiante de arte ante la Capilla Sixtina una primera vez. Porque para la monarquía los paseos cotidianos y pausados son ya para siempre una primera vez.


Ya pocas cosas importan. Ni las palabras que les digamos valen- ya ha sido dicho casi todo-, ni las miradas que les dediquemos sirven - ya ha sido visto todo-. Sólo queda ese paseo cotidiano del brazo con la Reina de Saba mientras compartes la admiración infinita de una ciudad que es nueva cada día. Irrepetible.

Bendito tacto, cercano tacto, irremplazable tacto.