viernes, 3 de abril de 2009

A Usted también le habrá pasado...



Le habrá pasado que alguien de su familia se ha quedado embrazada y de repente la calle se puebla de mujeres embarazadas, o se parten un brazo y de repente parece que los parques se llenan de lisiados, o roza el coche con la columna del garaje y de pronto todos los coches con los que se cruza están llenos de abollones también.

Pues a mi me pasa igual. Cuando paseo por la ciudad cogido del brazo de la Reina de Saba, la ciudad se puebla de reyes, faraones, emperatrices, duques y otros grandes de España que pasean su desmemoria del brazo atento y solicito de sus familiares.

Es imposible no reconcocernos. La Monarquía pasea con el asombro perpetuo en la mirada, con el brillo de quien ha hecho un gran descubrimiento, con la admiración del estudiante de arte ante la Capilla Sixtina una primera vez. Porque para la monarquía los paseos cotidianos y pausados son ya para siempre una primera vez.


Ya pocas cosas importan. Ni las palabras que les digamos valen- ya ha sido dicho casi todo-, ni las miradas que les dediquemos sirven - ya ha sido visto todo-. Sólo queda ese paseo cotidiano del brazo con la Reina de Saba mientras compartes la admiración infinita de una ciudad que es nueva cada día. Irrepetible.

Bendito tacto, cercano tacto, irremplazable tacto.

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