domingo, 29 de noviembre de 2009

Instrucciones previas


Si ya no puedo llevarme el pan a la boca
Si un día no devuelvo la mirada que me habla y me requiere
Si me habita la ausencia
Si se vacían los cajones de la memoria
Si un día me cago encima y no soy capaz de pedir perdón
Si me abandona la vergüenza
Si la gratitud me es ajena
Si la palabra se apaga
Si el pensamiento zozobra
Si el dolor es terco y puntual
Si un día descubres pegollos de clorofila bajo mis uñas
Si el sufimiento se pasea por mi cuerpo sin tapujos
Si una máquina me da la vida que la sandre no sostiene
No sólo si, pero también; entiéndaseme bien
Si los seres que me quieren y quiero,
solo esos,
los que yo quiero,
ya no quieren verme así
entonces que se apague la luz.

Pero si ellos quieren, los que yo quiero y me quieren,
yo también quiero y les acompaño animoso y sin titubeo,
sostenido por su fuerza mientras ellos quieran y puedan.

Pero si no hay acuerdo, que se apague la luz.

Cuando digo quiero digo pocos
Digo sangre, digo piel, digo saliva, digo cuerpos
digo día y noche, digo proyecto, dígo compromiso.
Digo tres, digo vosotros, digo amor y besos.
Digo confianza y dolor.
Digo siempre.

Espero también que reciclen mis entrañas

6 segundos





El otro día se celebró la Cumbre Mundial sobre la Seguridad Alimentaria organizada por la FAO. A tenor de este evento escuché una entrevista en la radio con el Director General de la FAO, un extranjero que hablaba un español diáfano y elaborado que ya quisiera Belén Esteban, y venía a denunciar que en el mundo muere de hambre un niño cada seis segundos
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Han pasado seis segundos. Descanse en paz.

Es posible que tras los seis segundos se esconda tan sólo un titular de prensa y que los datos que lo sustentan sean una pura exageración. No nos desviemos. Con una sola persona que se muera de hambre es ya una tragedia.
Pensadlo. Morir de hambre. Como un naufrago privado de todo retorciéndose de dolor y sufrimiento. O como una rana en una olla cuya agua se va calentando poco a poco. Morir con el estómago vacío y las entrañas sangrando. Una muerta lenta y extenuante, débil y minado por la enfermedad.

Decía el director de la FAO que en el año 2005 se había elaborado un programa internacional para reducir a la mitad el número de los 800 millones de seres humanos que pasan hambre. El año límite era el 2015. Bien. En el año 2009 no sólo no se había logrado reducir ese número, sino que nos acercamos a los 1000 millones de personas que pasan hambre.

Las cifras son muy muy gruesas, pero detrás de esos 1000 millones de personas hay una persona con un nombre, un raza, un género, una nacionalidad, una aspiración personal. Manuel, Carmen, Mohamed. Ponedle vosotros el nombre que queráis.

La población actual mundial se acerca a los 9000 millones de habitantes. Casi el 10% de la población pasa hambre en el año 2009.

Se quejaba el director de la FAO que el hambre en el mundo es un problema que es eterniza porque no hay voluntad política de solucionarlo y daba cómo ejemplo la actitud de todos los gobiernos del primer mundo para salvar el sistema financiero cuando hace un año los bancos amenazaban con la banca rota. Todos los gobiernos ante una catástrofe de esa magnitud fueron capaces de ponerse de acuerdo y insuflar millones y millones de euros para salvaguardar la estabilidad del sistema. Si la lucha contra el hambre fuera una prioridad, con mucho menos dinero, se podía dar una solución a un problema estructural en manos de iglesias y organizaciones no gubernamentales.

Los números son muy gruesos, tan gruesos que como individuos no sentimos abrumados, tan abrumados que no nos sentimos responsables de la solución. Qué puedo hacer yo, pobrecito de mi, para saciar el hambre de 1000 millones de individuos, si todos los gobiernos, las FAO, la UNO, la Iglesia, Manos Unidad ,etc ,etc, no pueden hacer nada con todos los medios de que disponen. Qué fácil es que el problema sea tan grande y no podamos hacer nada.

Yo soy de los que creo en el Efecto Mariposa, de los que cree que “ el aleteo de las alas de una mariposa pueden provocar un Tsunami al otro lado del mundo", que nuestras acciones tienen un efecto en algún lado aunque no siempre lo veamos o seamos conscientes de ello, que muchos gestos pequeños conforman un gran gesto y que cada uno de nosotros, como ciudadanos individuales, podemos hacer mucho en nuestra vida cotidiana para modificar las condiciones generales, ciertas reglas del juego.

Como ciudadanos individuales podemos elegir nuestros hábitos alimenticios, nuestros hábitos de consumo, nuestros hábitos financieros, nuestros hábitos de ocio, etc. Porque no es lo mismo consumir verdura que carne, o economizar que derrochar, o comprar en la tienda del barrio que en las grandes superficies, o invertir en un banco que en otro, o comprar los productos de una empresa que los de otra, o votar a un partido que a otro, o hablar que callar, o pagar impuestos que no pagarlos. Pensadlo y veréis que es mucho lo que podemos hacer, sólo con poner un poco de atención.

El hambre no se soluciona con limosnas ni con conciertos beneficos, se combate con actitudes y políticas firmes y correctamente financiadas.

martes, 10 de noviembre de 2009

domingo, 8 de noviembre de 2009

De niños refalfiaos y de papás alibabá ( I I )



Harto de que destrocen la ropa, de que descuiden sus cosas, de que crean que se merecen premios y chuches por el simple hecho de respirar por las mañanas, harto de que crean que todo lo que tienen o desean es un derecho irrenunciable e indiscutible, les llamé al orden, me los llevé a la cocina y llené un caldero con agua. Cascarrabia´s Kid y el Agente Naranja no disimulaban su asombro antes mi arrebato.

-Chicos- les dije - El agua que contiene este cubo es el dinero que dispone la familia para salir adelante durante todo un año. Si se acaba el agua del cubo, no hay dinero para nada más- Y comencé a sacar agua del cubo a vasos llenos.

- Este vaso es lo que nos gastamos al año en comida, éste lo que nos gastamos en la casa, éste en gasolina para el coche, éste en ropa, éste en libros, éste en chuches, éste en tal, éste en cual - Y asi hasta que el cubo se fue vaciando. Cuando el cubo estaba completamente vacío les anuncié que lo que quedaba en el fondo era precisamente el dinero para poder irnos de vacaciones en verano. Me miraban atónitos. Sus miradas iban del fondo seco del cubo a mi persona, haciéndose cargo de la magnitud de la catástrofe, esperando que papá chistera encontrara una solución a ese nuevo drama familiar: ¡ no quedaba agua en el cubo para irse de vacaciones!

Volví a llenar el cubo de agua y suspiraron con cierto alivio.

- Ahora os voy a contar lo que debemos hacer para que nos quede dinero a final de año para irnos toda la familia quince días de vacaciones a la playa. Tenemos que ahorrar y el ahorro es responsabilidad de todos y cada uno de los miembros de la familia.

Saqué del cubo los vasos relacionados con los gastos generales del presupuesto familiar y centré la atención en aquellos aspectos que me interesaban.

- Este vaso es lo que nos gastamos al año en ropa para vosotros, ¿ lo veis ?- asintieron-, pues si en lugar de destrozar los zapatos dando patadas a todo lo que se menea o rompiendo los pantalones tirándoos por el suelo, cuidaís un poco la ropa, todo este agua se queda en el cubo- Y eché de nuevo en el cubo medio vaso de agua.

Así fuimos haciendo un repaso de todas aquellas partidas presupuestarias donde todos los miembros de la familia podíamos contribuir al ahorro general. Al final del repaso, cuando tocaba la partida relacionada por las ansiadas vacaciones familiares, en el fondo del cubo quedaba una buena remesa de agua.

Los aplausos y vítores resonaron por toda la cocina. Paris era una fiesta, que dijo el otro.

Habían captado el concepto a la primera y, aunque una cosa es predicar y otra dar pan, Campanilla y yo estamos razonablemente satisfechos del compromiso de los muchachos con la economía familiar.

Ahora, cuando amenzan con ponerse pesados con algún capricho, les recordamos: ¿ qué prefieres, el caramelo o las vacaciones?

A día de hoy ganan las vacaciones por goleadas.