viernes, 29 de abril de 2011

Lo que se empieza se acaba.



Hay homes, homiños, macacos y macaquiños ( suegra dixit). Pues desde que eran unos macaquiños les hemos inculcado a Cascarrabias´Kid y al Agente Naranja que las cosas que se empiezan, se terminan. Verbigracia: si empiezan a jugar una partida de damas, de parchis, de cartas, de lo que sea, no se levante uno de la mesa hasta que se termina; si atacan una pieza de fruta, no vale dejarla a medio comer; si a principio de curso deciden apuntarse a un curso de dibujo en el cole, o de yudo, o de informática, se asiste hasta que acaba el curso, te guste o no te guste. Se trata de que sean disciplinados y respetuosos con el prójimo, de que no coman con los ojos, que a la hora de tomar una decisión, no se dejen llevar por el primer impulso, que sean capaces de calcular los pros y los contras, de que sepan que nuestras decisiones conllevan siempre consecuencias, compromisos, daños colaterales.

Cuando trabajaron como figurantes en la ópera, la decisión la tomaron ellos, asesorados por nosotros de la mejor manera que pudimos de lo que aquella decisión podía suponer. Efectivamente hubo días duros, donde los ensayos se alargaron hasta bien entrada la noche, en que estuvieron a punto de tirar la toalla. No somos padres que nos guste ver sufrir a nuestros hijos, pero no se lo permitimos. También este año seleccionaron a Cascarrabias´Kid para realizar un curso piloto de tecnológias de la información y la comunicación. Por una parte era una oportunidad única, por otro significaba sacrificar cinco mañanas de sábado para acudir a los cursos, a parte de las horas de trabajo en casa entre curso y curso. Aceptó el reto y... se arrepintió; pero ahí seguimos, dándole apoyo logístico y anímico, o sea, dándole la matraca a base de bien para que encuentre motivacion y ganas donde no las hay. Ni que decir tiene que todas estas actividades también tienen una carga de trabajo importante para nosotros.

Lo que ya no mola tanto, cuando les llamas para que vengan a cenar y acaban de empezar una partida de cartas, o cuando se ventilan una tableta de chocolate y tratas de dosificarla, es escuchar ese soniquete desafiante: ¡ah!, ¡ lo que se empieza se acaba! Cria cuervos..

No quiero ponerme sentimental, pero la frase también encierra una profunda verdad: Todo lo que empieza, se acaba; también este tiempo feliz e irrepetible: su infancia. Esta bien así.

domingo, 24 de abril de 2011

La France.



Cuando éramos pequeños mi madre enseñaba francés a mis hermanas. Las recuerdo a todas rezongando las tardes de verano en la mesa camilla bajo un sol de justicia mientras mi madre intentaba ilustrarlas en la lengua de Montaigne. Un día, tenía seguro menos de siete años, les dije que yo también quería aprender esas palabras raras. Una de mis hermanas, creo que Carmen, me vino a decir que de todas las ideas que había tenido hasta entonces ésa era la peor y que sólo un idiota podía meterse en ese galimatías. Aprendí a decir "la table" y "la maison". Desde entonces mi francés no ha ido mucho más lejos y creo que el comentario de mi hermana me condicionó de por vida. Todos estos años se han venido repitiendo los contactos que he tenido con Francia, el francés y los franceses. Este semana, sin ir más lejos, hemos disfrutado en familia de una semana de vacaciones en Francia: la Gascuña, el Quercy y el Perigord.

Me he llevado un impresión fantástica del país. Los franceses se lo saben montar muy bien. Es un país limpio y ordenado, un país cívico, muy bien cuidado, con un ritmo de vida agradable y no necesariamente caro.

El viaje trascurrió por la campiña francesa, un puro lujo. Me llamó la atención lo bien que tienen organizado los ayuntamientos los servicios y la información para los turistas. Me pareció un país pensado para disfrutarlo, tanto los mismos franceses como los visitantes. Me llamó la atención la cantidad de bosques y que de todos los árboles, ninguno era un eucalipto. Si las autoridades asturianas quieren reforzar el turismo rural, que se den un paseo por Francia y aprendan lo que es informar, facilitar, proponer, diversificar. En Francia cada ayuntamiento es su propio embajador pero todos los ayuntamientos ofrecen al visitante las mismas infraestructuras, la misma información, el mismo concepto, lo que facilita al visitante de una manera intuitiva la orientación y el disfrute.

Por otra parte, Félix Rodríguez de Lafuente está causando estragos en la familia. Los muchachos entablaron una guerra sin cuartel por dilucidar quien de los dos era el "chacho" dominante de la manada. Doy fe que ambos atesoran suficientes méritos para ostentar el título.

También los patos han sido un tema recurrente en todo el viaje. El Perigord es la tierra del pato y de la oca, del foie, del confit, del magret. Pato pa-tó. Vimos granjas de patos ( Cascarrabias´Kid quedó traumatízado al ver cómo alimentaban a las ocas), en todas las tiendas te ofrecen productos relacionados con los ánades y es difícil ir a un restaurante y que no te ofrezcan algún plato relacionado con el pato. Lo dicho pato pa-tó. Incluso durante el viaje hicimos un "pato": ellos se portaban bien y nosotros no nos enfadábamos. Cumplieron con creces.

La foto es de la abadía de St Amand de Coly.

viernes, 8 de abril de 2011

Horrorescencia


El otro día, un ejemplo como tantos otros, fui a buscar a Casacarrabias´Kid al salir de música y nos montamos en el coche. Conduzco siempre con la radio encendida. Pero al gachó no le gustaba lo que sonaba.

- ¿ Quítalo?

Mal que le pesó y a pesar de sus quejas(¡es pesao, pesao!) llegamos a casa con la misma emisora y sin que una sola palabra saliera de mi boca. Por dentro fervía. Primero se negó a bajar del coche. Esperé. Cuando bajó, lo cerré y atravesé el garage camino del ascensor. El punto de ebullición hacía tiempo que había llegado a su máxima potencia. Tardó en seguirme y entró como un forajido en el salón de una película de oeste, golpeando la puerta, a patadas. En ese momento era más fácil refrigerar la central nuclear de Fukushima que a mi menda, pero las señales que emitía eran también de normalidad, esto es, pura mentira. Le hice salir de nuevo y volver a entrar sin dar patadas. Una cosa es decirlo, claro, y otra lograrlo. El muchacho era duro de oido y se lo tuve que repatir qué se yo cuantas veces.

- Los animales dan patadas, las personas se comportan como personas.

Parecía un disco rayado. Salió tras mucho insistir y entró, ¡con patada y portazo!. El chico no había captado el mensaje. No se trataba de entrar de nuevo, sino bien. Resumiendo, del garaje al ascensor hay dos puertas, dos putas interminables puertas y debimos estrar entrando y saliendo la intemerata de veces hasta que el muchacho fue capaz de franquearlas sin patadas, puñetazos y portazos. Desde fuera la situación debía resultar la mar de cómica, pero yo no tenía ninguna gana de reir. Lo juro.

Cuando entramos en casa era evidente que las relaciones padre hijo no eran las más cordiales. Campanilla se dio cuenta enseguida, pero no preguntó. Luego Cascarrabias´Kid hizo otra entrada triunfal en la cocina y hubo que volver a repetir la misma obra de teatro. Yo le pido que salga y que vuelva a entrar como dios manda y él mira a su madre para ganarse un aliado. Campanilla se mantuvo entre los países no alineados, aunque financiaba la compra de armas a uno y repartía miradas de ayuda humanitaria a otro. Si la puerta de la cocina pudiera hablar, diría ay!. Pero lo conseguí. Entró sin portazos. No me sentía vencedor, sino acojonado. Todavía tiene ocho años y ya no hay quien le aguante. No quiero pensar lo que puede pasar dentro de cuatro o cinco años cuando Cascarrabias´Kid esté en plena Horrorescencia. El acierto terminológico, que yo sepa, tiene el copiright de mi hermana Isabel. El palabro no puede ser más atinado.

Nos va a costar, seguro que nos va a costar, pero si ahora no somos capaces de dejar asentadas ciertas bases, - no es que hayamos pecado de dejadez, pero quizás ya deberíamos haber empezado antes con el plan de choque -, nos come.

viernes, 1 de abril de 2011

Maria



Para mi hermana

María es el Ángel de la Guardia que cuida a La Reina de Saba. Le Reina de Saba sigue viviendo en su casa, sestea en su sillón, se entretiene delante de su tele y duerme en su cama. Por más empeño que pongamos sus hijos, que lo ponemos, ante el continuo y progresivo deterioro de su estado, esto sólo sería posible si contáramos con el apoyo y ayuda de María.

Maria es una mujer paraguaya de treinta y pocos años que hace poco más de un año dejó su país, su casa, su marido y su hija, su bombilla de mate, su jardín, su corro de comadres, el sol que alumbraba sus mañanas americanas para venir a una tierra extraña, fría y lluviosa donde poder ganarse unos pesos de los de aquí.

Hace un año los hermanos nos veíamos superados por las cada vez más acuciantes necesidades de la Reina de Saba y la suerte unió nuestro destino con el de María. La contratamos para que atendiera a su Majestad y que se ocupara de las tareas de la casa. Su Majestad ya no puede estar sola ni un minuto y ni siquiera la compañía es ya suficiente, hay que acompañar y estar, estar atento quiero decir, porque en cualquier momento, aun estando presenta, su Alteza arma alguna: hacer un apaño doméstico insiginificante con un cuchillo de carnicero y sin red, pintarse el contorno de los ojos con una barra de labios, vestirse de verano en pleno invierno, o escaparse de casa en un plis plas, por citar algunos ejemplos. En este último año que la Reina de Saba tiene Ángel que le cuide, su deterioro no ha parado de crecer y la atención que requiere es cada día mayor y sus facultades físicas, aún considerables, disminuyen.

Al principio fue duro para su Alteza aceptar que una extraña invadiera su cuarto de baño, su salón, su cocina y sus hijos. No fue un proceso de adaptación sencillo, a pesar de que los hermanos estuviéramos apoyando en todo momento el proceso de integración.

Para María tampoco debió ser nada fácil. A parte de lo duro de abandonar su querencia, de verse en un país nuevo, con costumbres diferentes, diferente forma de hablar, diferente moneda, diferente modo de valorar las cosas, diferentes guisos y gustos, diferentes horarios, pero lo peor era tener cinco jefes con cinco criterios diferentes y estar encerrada con una persona mayor y disminuida 5 días a la semana. Eso acaba con cualquiera y no hay sueldo que lo pague.

Es obligatorio recordar a la Reina de Saba en su apogeo y esplendor, cada día, toda vez, pero ahora más que nunca, ahora que ha pasado todo un año y que las alas del ángel empiezan a estar mustias y a traslucir el duro peso del trabajo encomendado, tenemos la obligación de con-sentir, de apoyar, de animar, de reconocer y sobre todo, de agradecer. Agradecer el cariño con que María atiende a La Reina de Saba

Nunca viviremos lo suficiente para agradecérselo. En el colegio de la vida deberían enseñarnos a pedir perdón.