lunes, 29 de octubre de 2012

La Segunda Infancia


La Reina de Saba ya no conoce a sus hijos. Nos reconoce. Si estamos con ella, aún sabe que somos sus hijos, pero si le preguntas sobre los hijos ausantes, es incapaz de evocarlos. A los allegados, yernos o nietos, ni siquiera los reconoce, sólo los relaciona. Cuando les ve, no sabe exactamente quienes son, pero por lo menos sabe que tienen algo que ver con ella y con alguno de su hijos. Esto es lo que hay. El deterioro se acelera.

La Reina de Saba vive una segunda infancia. Los bebés necesitan la sonrisa de sus padres para afianzar su personalidad, para encontrar su lugar en el mundo, la Reina de Saba también. Los bebes al principio son totalmente dependientes de su padres, la Reina de Saba también. A los bebés hay quedarles la comida, partirles el filete, quitarles las espinas, estar pendiente para que no metan la mano en el plato lleno de pure. A los bebés hay que bañarles y secarles e hidratarles, y vestirles. A los bebés hay que cambiarles los pañales.

Pero no es lo mismo. En ningún caso es lo mismo. Aunque sólo sea porque los bebés aprenden en el proceso, aunque sólo sea porque los bebés tiene todo un proyecto de vida por delante. Aunque sólo sea porque detrás de la Reina de Saba hay toda una memoría de otro tiempo muy diferente, el recuerdo de una mujer fuerte y decidida que nos sonrió, nos enseño a caminar, nos dio la comida, nos bañó, nos cambió los pañales, nos educó, nos aconsejó, nos riñó y nos sustuvo con todas sus armas y encantos en todo tiempo y condición y que ahora ve su dignidad de ser humano reducida a carne, afecto y excrementos.

lunes, 22 de octubre de 2012

Nacimiento a la belleza

" He oído el cuco por primera vez este año. Su canto es, como siempre, de una soberana dulzura en estas mañana de primavera, algo que realmente merece anotarse como los cronistas de Corte anotaban los hechos más importantes y fastuosos. Hoy no hace falta leer el períodico, ni casi ninguna otra cosa."

José Jiménez Lozano, Los cuadernos de letra pequeña. Editorial Pre-Textos.



Naci tarde a la belleza. De hecho pienso que aún estoy en los mismos pañales. El mundo físico, cuando era niño, era algo que estaba ahi y molestaba. Ni sentía el sol, ni la lluvia. El campo, la montaña, la playa era una fuente de problemas, de manchas, de verdín, de arena, de charcos, de piedras y pedradas, de cercas con pinchos, de cristales rotos, de hortigas y zarzas, eran campos de fútbol improvisados, eran canchas de juego del tamaño apropiado, el hábitat de los animales que perseguía o me asustaban. Los arbustos eran los adosados de los pájaros. Si descubríamos el nido, estaban jodidos. Había dos tipos de árboles, los que daban frutos y los que sólo se podían trepar. Mi relación con la naturaleza era casi táctil: jamás vi nada más allá de mis narices y sólo me interesaba lo que estaba suficientemente cerca para dejarme alguna mancha en la ropa o postilla en el cuerpo. Con los años ha llegado a sorprenderme tanta ceguera. O no. A lo mejor por eso mismo ahora mismo disfruto tanto tantas cosas pequeñas, inasibles, efímeras y escurridizas.

Cascarrabias´ Kid, en eso no salió a su padre. El otro día vino de un torneo deportivo en otra ciudad diferente de la nuestra. Le fuimos a recoger al autobús y en el coche, de vuelta a casa, quisimos que nos contara cómo lo había pasado. Sólo se sacamos monosílabos y hastío. No insitimos más. Cuando llegábamos a casa, salió de su mutismo y nos hizo un comentario sorprendente: " en esa ciudad caía una lluvia muy fina. Nunca había visto una lluvia tan pequeña". Su alma, que duda cabe, estaba transfiguraba. En otra ocasión la sólida y cierta silueta de una montaña al atardecer le sugirió un comentario de sorpresa.

Se empieza así, advirtiendo los precisos cambios en el tamaño de una borrasca y se acaba distinguiendo todos el espectro de matices en el olor de la piel de la persona que amas o la exacta densidad de su piel bajo tu tacto.

Bienaventurados los que alguna vez han sido capaces de percibir el canto del cuco, porque ellos conocen la verdadera esencia de la belleza.

viernes, 12 de octubre de 2012

El corazon en un puño

Habíamos amenazado varias veces, pero esta vez cumplimos. Cascarrabias Kid dispone ya de su Bonobus con título de propiedad y las tardes de los martes, al salir de clase se música a las 20:30, debe volver a casa solo y en autobús. Tiene diez años.

Yo con diez años me movía ya sólo por la ciudad ( o al menos eso creo), pero eran otros tiempos. Lo cierto es que Cascarrabias Kid nos parece un individuo enteramente capaz de abordar el reto. Aunque bien pensado el reto es para sus padres, él lo vive con la mayor de la normalidades, incluso se sorprende de que no le hayamos dado cuerda antes.

Empezó el otoño. Los días son más cortas y la noche empieza antes de que Cascarrabias Kid termine su clase de clarinete. Esta semana, cuyo martes fue el día D, yo estaba de viaje. A las ocho de la tarde o así llamé a Campanill:.que si que tal el viaje, que si te fue bien, que si estás cansado. Tonterías. Los dos sabíamos que el motivo de mi llamada era sobre todo por Cascarrabias Kid

- Hoy es el día

- Sí.

- Avísame cuando haya llegado a casa.

Esa hora y media se me hizo larga. Estaba pendiente del teléfono cada ¿ cinco minutos?, ¿ tres minutos? ... y el guasap no llegaba. Tenía que calmarme y dejar de apretar el móvil como si fuera un churro o un bloque de plástilina. Imposible. Y volvía a mirar el móvil.

En mi imaginación era noche cerrada, las calles de la ciudad estaban solitarias y húmedas, veía a Cascarrabias Kid sentado solo a oscuras en la parada de autobús, con su mochila y la funda de su clarinete. De vez en cuando se oía el chasquido de un coche cruzando por delante. Por los alrededores de la parada merodeaban el Coco, el Hombre del Saco, el Ogro, el Lobo Feroz con un trozo de trapo rojo colgándole de la comisura de los labios, Buster Keaton ( que sería un cómico, pero que se siente al lado en una parada de bus con esa cara de palo y ya me dirán si acojona o no acojona), incluso estaba Kim Bassinger cuando todavía era Kim Bassinger ( la imaginacion tiene estas cosas)

El guasap llegó a las 21:10, cuando ya no me quedaban pelos de los que tirarme de cuello para arriba. Todo había salido bien, tal y como sus padres les hemos inculcado muchas veces: nunca, nunca pasa nada, estad tranquilos.

Pero que lo digamos y que queramos que nuestros hijos crezcan sin la custodia del miedo, no quiere decir que seamos unos inconscientes ni unos jipis y también se llevan la lección bien aprendida: se saben nuestros números de teléfono de memoria y saben que si hay algún problema, o se diriguen a un guardia o a una persona mayor o deben entrar en el comercio o bar más cercano. No sé si estas directrices servirán de algo, pero seguro que son mejor que improvisar o no saber qué hacer. A ustedes les podrán parecer tan útiles como matar moscas a cañonazos, pero ¿ quién no se siente seguro empuñando un cañón?