viernes, 12 de octubre de 2012

El corazon en un puño

Habíamos amenazado varias veces, pero esta vez cumplimos. Cascarrabias Kid dispone ya de su Bonobus con título de propiedad y las tardes de los martes, al salir de clase se música a las 20:30, debe volver a casa solo y en autobús. Tiene diez años.

Yo con diez años me movía ya sólo por la ciudad ( o al menos eso creo), pero eran otros tiempos. Lo cierto es que Cascarrabias Kid nos parece un individuo enteramente capaz de abordar el reto. Aunque bien pensado el reto es para sus padres, él lo vive con la mayor de la normalidades, incluso se sorprende de que no le hayamos dado cuerda antes.

Empezó el otoño. Los días son más cortas y la noche empieza antes de que Cascarrabias Kid termine su clase de clarinete. Esta semana, cuyo martes fue el día D, yo estaba de viaje. A las ocho de la tarde o así llamé a Campanill:.que si que tal el viaje, que si te fue bien, que si estás cansado. Tonterías. Los dos sabíamos que el motivo de mi llamada era sobre todo por Cascarrabias Kid

- Hoy es el día

- Sí.

- Avísame cuando haya llegado a casa.

Esa hora y media se me hizo larga. Estaba pendiente del teléfono cada ¿ cinco minutos?, ¿ tres minutos? ... y el guasap no llegaba. Tenía que calmarme y dejar de apretar el móvil como si fuera un churro o un bloque de plástilina. Imposible. Y volvía a mirar el móvil.

En mi imaginación era noche cerrada, las calles de la ciudad estaban solitarias y húmedas, veía a Cascarrabias Kid sentado solo a oscuras en la parada de autobús, con su mochila y la funda de su clarinete. De vez en cuando se oía el chasquido de un coche cruzando por delante. Por los alrededores de la parada merodeaban el Coco, el Hombre del Saco, el Ogro, el Lobo Feroz con un trozo de trapo rojo colgándole de la comisura de los labios, Buster Keaton ( que sería un cómico, pero que se siente al lado en una parada de bus con esa cara de palo y ya me dirán si acojona o no acojona), incluso estaba Kim Bassinger cuando todavía era Kim Bassinger ( la imaginacion tiene estas cosas)

El guasap llegó a las 21:10, cuando ya no me quedaban pelos de los que tirarme de cuello para arriba. Todo había salido bien, tal y como sus padres les hemos inculcado muchas veces: nunca, nunca pasa nada, estad tranquilos.

Pero que lo digamos y que queramos que nuestros hijos crezcan sin la custodia del miedo, no quiere decir que seamos unos inconscientes ni unos jipis y también se llevan la lección bien aprendida: se saben nuestros números de teléfono de memoria y saben que si hay algún problema, o se diriguen a un guardia o a una persona mayor o deben entrar en el comercio o bar más cercano. No sé si estas directrices servirán de algo, pero seguro que son mejor que improvisar o no saber qué hacer. A ustedes les podrán parecer tan útiles como matar moscas a cañonazos, pero ¿ quién no se siente seguro empuñando un cañón?





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