miércoles, 30 de diciembre de 2015

EL BLUES DE LAS RODILLAS ( machacadas)



Cascarrabias´Kid ha sido precoz para muchas cosas. O por lo menos el primero de la familia en hacer ciertas cosas a la edad que le tocaba. En lo bueno y en lo malo. En la salud y en la enfermedad. En los estudios... ha  traido el primer cate. El año pasado era de preveer que con el cambio del colegio al instituto lo acusara, pero aunque tonteo con la catástrofe, salió airoso. Por lo pelos, pero libró el curso y fue de menos a más. Espero que en éste le vaya igual o mejor, porque el comienzo es objetivamente malo. Suspenso en matemáticas y suficiente en ciencias.

El problema de Cascarrabias´Kid es que siempre ha vivido de las rentas. Le iba bien con la ley del mínimo esfuerzo. Iba a clase, atendía, se aplicaba y le cuadraban las cosas. Ahora que ha subido el nivel tiene un problema gordo: no tiene el hábito del estudio. Ni se esfuerza, ni se concentra.

Ahí es un fiera el otro, el Agente Naranja. Es listo, ni más ni menos que el hermano, pero le cunde el tiempo que dedica a las cosas. Cuando juega, juega; cuando duerme, duerme; cuando vaguea, vaguea:; cuando toca la trompeta, nos atrona y cuando estudia, le cunde. Si no se malogra, le irá bien en la vida, porque parece que sabe perfectamente de qué va esto de la vida... por lo menos en los aspectos organizativos. El mayor cuando juega, discute; cuando duerme, no para quieto; cuando toca el clarinete, se queja, y cuando estudia, se resiste, negocia, protesta, compara, reta y te busca las cosquillas. Será jardinero. Domina los esquejes. "Es que"

Al final optamos por ser padres originales y le vamos a enviar a clases de refuerzo. Ni Campanilla ni yo eludimos nuestras responsabilidas, ni trasladamos el muerto a otro. Sencillamente lo que necesita Cascarrabias´Kid no es entender las matemáticas, es afianzar unos hábitos de trabajo, de constancia y de concentración que ni yo no Campanilla seríamos capaces de lograrlo sin armar cada día un dos de mayo. En lo tocante a orden y disciplinas nuestras relaciones son explosivas, revolucionadas y revolucionarias. El abismo generacional es insalvable y el paterno/filial intratable.


Hemos tenido, en fin,  un comienzo de fiestas complicado. Pero no todo van a ser riñas, disputas y calamidades. Hay tiempo para todo y este domingo pasado fuimos de excursión a Peña Mea: una de las excursiones más hermosas que he hecho nunca, en parte por el tiempo primaveral, el cielo despejado, el horizonte al alcance de la mano, la  buena compañía, el paisaje y el tentempié. Lo malo, a esta edad que nos ha tocado sobrellevar,- y me refiero a mi mismo- , son las bajadas. Largas, terribles, escarpadas y pronunciadas. De ahí el título del post. Pura dolor. Pura melancolía. Tristeza en estado puro. Oh Yeah!


lunes, 14 de diciembre de 2015

Victoria absoluta ( o el día que el guisante derrotó al macarrón)



Siempre he defendido que el Agente Naranja no comía mal, sino que tenía un horario diferente, y el tiempo ha venido a darme la razón. Ahora ya come a la vez que el resto de la familia y encima caliente. Sigue siendo un tiquismiquis. Por ejemplo no le gustan las salsas. Toma la pasta a pelo. O la ensalada sin aliñar, pero los avances en materia alimenticia han sido significativos.

En el último año se venían observando ciertos cambios de tendencia pero este fin de semana las pruebas han sido incontestables. Había preparado macarrones con berberechos ( ¡le encantan los berberechos al muy jodio!) y sobraba una ración de guisantes que había que terminar. Para mi sorpresa, cuando la ofrecí, convencido que los dos hermanos iban a elegir la pasta El Agente Naranja prefirió el plato de guisantes. Voy a repetirlo, por si alguien piensa que ha leído mal. ¡A un chaval de once años le dan a elejir entre guisantes y pasta con berberechos y elije los guisantes! Me paseé por la cocina hinchado como un pavo, repartiendo entre el respetable miradas de soberbia y altanería. Ahora sé perfectamente cómo se siente un domador de pulgas la primera vez que consigue que un insecto atraviese el aro de fuego. Por fin se veía recompensada toda mi perseverancia en materia nutricional familiar. Cuidadín.

Ese mismo día por la noche había parrochas, que no hace mucho tiempo era uno de los platos habituales que comía tarde, mal y frío. Es decir, por obligación primero, y un poco más recientemente tras ardua negocación:
 -Cómete ocho.
 -No cinco.
-Nueve y ni una más.
-Vale, ocho.
....
- ¿Me perdonas una?
Y cuando vio que el ritmo de su hermano y el mío despachando parrochas amenazaba con acabarlas  (normalmente se sirven todas en un solo plato  y cada uno va cogiendo de una en una y dejando la raspa en otro plato), se quejó y nos pidío que:
- Por lo menos dejarme esas que quedan.
Campanilla no daba crécito y el pavo volvió a sacar la cola a pasear por la cocina. ¡Glugluglú!

No hace mucho - dos o tres semanas-, que estaba preperando unas hamburguesas para cenar, que él suele comer con pan, carne y sanseacabó, me pidió que le pusiera lechuga. ¡ Una hoja de lechuga! ¡ Y tomate, pidió también una rodaja de tomate! Y no puso mala cara cuando vio que el pan había sido pasado por la sartén con un poco de mantequilla para que estuviera más jugoso. Me puse tan nervioso que me quedó la carne cruda, a medio hacer. No fuera a ser que si le daba tiempo a pensar, se arrepintiese.

Todavía queda mucho camino por recorrer y todo se andará, pero sé que no está ya lejano el día en que eche mayonesa a las ensaladas de pasta, o aprecie una buena tostada con mermelada para desayunar o que pueda compartir con ellos una buena tabla de quesos asturianos: olorosos, intensos, cremosos, ¡ pura delicia!

domingo, 26 de julio de 2015

El descubrimiento de América




Lo que no mata engorda, decían, pero la frase tenía un sentido trágico. Las mismas ranas de colores chillones que se comían con delectación, podían matarles cuando en un despiste , sentados sobre la verde y traidora selva, le ponían por azar la mano encima. Lo mismo pasaba con alacranes, los jaguares, o los erizos de mar. Una pisada en falso podía suponer una infección letal o un manjar. Su conocimiento médico no alcanzaba ni a proporcionar el consuelo de los chamanes. Era paradójico. Los animales que les podían producir la muerte eran especialmente sabrosos. Ñam.

Ropa no llevaban ninguna, pero en contra de lo que pudiera pensarse, los cuerpos no eran inocentes. La lascivia era un concepto desconocido entre machos y hembras. Se mostraban indiferentes a unos pechos turgentes. No les excitaba el penetrante olor de una vagina, ni la turbadora fragancia de la testosterona. No practicaban la seducción. No jugaban a las miradas equívocas. Ni castigaban con silencios. Ni dejaban mensajes ni señas en los caminos con flagrante mensaje. Los roces de los cuerpos eran inevitables o inocentes, nunca había en ellos provocación, ni deseo, ni ansia. Sus cuerpos eran como los duraznos. Estaban siempre al alcance de la mano. Y ya está. Eso era todo.  Disfrutaban a su manera. Y parecían felices.

Luego descubrimos que en sus relaciones abundaba la sumisión, la dominación, el placer de causar dolor. Las diferencias en su estatus social entre ellos eran verdaderamente sutiles, y para entenderlas habría que fijarse en la capacidad para provocar la envidia o incitar a la venganza, cuyos desenlaces se resolvían con sangre y crimen. Ellos y ellas conocían los juegos de la crueldad y los practicaban sin rubor.  Conocían también el dolor de estar vivos, el instinto procreador, la carga de los hijos, el vínculo conyugal, las parafilias o el adulterio.

Esa gente desconocía el refinamiento de la seda teñida ascendiendo por una pantorrilla, o un talón en el momento de encajar con la horma de su ajaezado zapato, o el ala aleve de un leve abanico, o una cabeza coronada por su volátil sombrero, o un paseo en carruaje con sus briosos corceles y sus bruñidos atalajes, o la más elemental etiqueta de mesa con sus cubiertos, su vajilla, su cristalería, sus servilletas, sus lavamanos y su librea. Esa gente insertaba en sus lóbulos grandes aros, atravesaban sus labios con astillas largas y punzantes, laceraban sus piel con punciones que dejaban marcas geométricas o modo de cicatrices, ellos y ellas cubrían apenas alguna parte de sus arrogantes cuerpos con unas riestras de hojas a modo de faldas o taparrabos, comían sin ceremonia ninguna, de los frutos que la naturaleza ponía al alcance de sus manos, y no observaban ningún recato al sentarse, ni en sus conciliábulos, ni guardaban ninguna compostura, ninguna ceremonia ni rito aparente. Son gente espontánea en extremo. Lo que se dice, en el extenso sentido de la palabra, unos salvajes.

Se pasaban los días adivinando eclipses con gran exactitud, elaborando calendarios lunares y prediciendo la visita de cometas de perseverancia obsesiva. Cuando les hablábamos de un ser omnipotente que había creado el mundo en siete días se tronchaban de la risa, pero acabaron pasando por el aro. Vencieron la cruz, la espada y la viruela. En sus ratos libres, que eran los más, salían al mar en unos troncos hábilmente horadados que llamaban canoas. Luego se bañaban. Su afición al agua era antinatural, impropia de cristianos.

Eras seres grupales. En su unión radicaba su supervivencia. Cuando estaban juntos se les ofrecían ocasiones sin fin para que surgiera entre ellos la discordia, el enredo, la insidia, o la traición. Separados serían comidos al instante por la el hambre, las fieras y sus enemigos. La jerarquía de su organización social no conocía el mérito, sino la fuerza y el privilegio o la herencia. El cacique no aspiraba al bien común, pero a la aquiescencia de su poder y al beneficio de su clan. La tribu era sumisa y complaciente, mientras los días se sucedieran con monotonía y no escaseara el sustento. Los machos estaban siempre prestos para la guerra cuando el jefe los convocaba. Los muertos eran celebrados con grande boato y plañidos. A los guerreros que iban al combate sólo se les prometía honra y recuerdo eterno y aún así  caminaban sin titubeos hacia la muerte.

Llegábamos a su tierra cansados, en extremo sucios y malolientes tras largas semanas de travesía, penalidades, dudas y estrecheces. A nuestros marineros no les quedaba ya diente en la boca y las ropas eran puros andrajos. La disciplina había llegado a su límite. De haber demorado unos días la llegada a tierra nos habríamos amotinado por el simple placer de saciar nuestro afán de venganza con la cabeza del capitán.  A pesar de todo cuando llegamos a sus tierras en nuestros barcos, éramos plenamente conscientes de nuestra superioridad sobre aquellas gentes y dábamos muchas gracias a Dios por ello. Más allá de la apariencia física que nos igualaba, era como comparar dioses con animales.

domingo, 19 de julio de 2015

No se han cumplido ninguna de mis expectativas



Cascarrabias´ Kid cumplirá este verano 13 años. Por primera vez le hemos enviado al extranjero de campamento. La idea era que tuviera una primera experiencia fuera sin la protección de sus padres y en función de cómo fuera la experiencia tomar otro tipo de decisiones en el futuro. No salió del todo como queríamos. El campamento lo organizaba una organización irlandesa en el sur de Francia y combinaba el aprendizaje de idiomas con el práctica del rugby.

Cascarrabias´Kid podía dedicarse a la consultoría campamentil. En su corta edad ha acudido ya a seis campamentos de verano y sólo ha repetido  en una ocasión. Los ha visto de todos los colares y formatos y ya nadie le da gato por liebre, ni engrudo por bolognesa, ni pasatiempo por actividades, ni aburrimiento por tiempo libre. El tío lo tiene clarísimo. Ese bien. Eso está mal por tal, por tal y por cual, ese ni fu ni va, ese estupendo, en ese se puede repetir. Sus opiniones no tienen siempre una base objetiva, pero son rotondas y concuerdan con su lógica cuyo fin último es la diversión. Si no se pasa bien, no vale. Y punto. Del último afirmó que no valía lo que costó. Esta bien que los hijos empiezan a diferenciar entre valor y precio.

Puede que en alguno no se lo haya pasado bien por alguna mala experiencia con algún compañero, lo que no es habitual, o por algún amor no correspondido, o por la pertinaz lluvia que les recluye a techo, pero en la mayoría de las ocasiones ha sido porque le han dejado tanto tiempo libre o las actividades eran tan pobres, que le daba suficiente tiempo para pensar en si mismo, lo que es fatal, catastrófico, imprevisible, desaconsejable, en fin, peligroso. ( ¡Ay, a quién habrá salido!)

En esta ocasión no pudo soltarse con el idioma porque había suficientes españoles como para hacer innecesario interactuar con el resto del mundo. No le dio tiempo a sentirse desprotegido porque en el mismo campamento había otros tres compañeros del mismo equipo de rugby. No perfeccionó su rugby porque el nivel en general no era mayor del que ya llevaba de casa. No aprendió francés porque las clases eran pobres, aburridas y sin ninguna exigencia. Tampoco el roce con los nativos se puede decir que haya propiciado una contaminación cultural exhorbitada. La playa sólo la cataron un día. El lago al borde del campamento no era propicio para el baño. Y la comida… Por dios, de eso mejor no hablar.

-          Entonces, ¿qué tal en el campamento, hijo?
-          No se han cumplido ninguna de mis expectativas.

De todo se aprende. Si quieres practicar rugby, búscate un buen campamento dedicado el rugby. Si quieres aprender francés, búscate un buen curso de francés en Francia. Si quieres diversión, ve a un buen campamento multiaventura. Y si quieres comer bien, hijo, como en casa en ningún sitio.

domingo, 5 de julio de 2015

Oración

" A mi edad el llanto está reservado para la muerte, para cuando se marchan los seres queridos, los amigos constantes, aquellos que a sus paso por la vida le han tocado el corazón a uno"

Ivan Doigt." Una temporada para silbar"



No tememos el error , ni la caida,
o que la imperfección guíe nuestros pasos,
mientras no desfallezcan las fuerzas,
ni desaparezca la razón para levantarse.

Que sepamos cuando debemos avanzar
y cuando volver la cabeza
y sepamos entender las huellas desparramadas por el camino
andado,
que la pena sólo sea
el preludio de la sabiduría.

Que la bandera que señala nuestro hogar
nunca arríe
ni haya rastro de uñas en su puerta.

No es necesario estar siempre a prueba
ni es fácil calibrar la templanza.
Libranos por tanto de la panza del cetáceo.

Que la muerte, cuando llegue,
sea dulce.

Y que ellos, cuando evoquen nuestro nombre,
en cualquier circunstancia
afirmen con rotundidad
que fuimos amigos constantes.

domingo, 17 de mayo de 2015

Tenía que pasar


La adolescencia no es un acto rebeldía, es el reflejo retorcido, insólito y acre en la mirada de tu propio hijo. Eso es. Y no estaba preparado para ello. No llegaba al odio, pero no descarto que acabe coqueteando con él. Ahora ya lo sé. Y espero estar un poco más atento.

La semana pasada Cascarrabias´Kid se desplazó con su equipo de Rugby a jugar en Valladolid el campeonato de España de su categoría. Les dieron a base de bien. El rugby es un juego colectivo - quizás el único de verdad que exige del compromiso de todos - , donde tan importante como la técnica individual- que es necesaria y en grande grado -, el equipo debe moverse tanto en defensa como en ataque como un sólo bloque, como una coreografía de bailarines en el lago de los cisnes. Mientras el solista interpreta su "battement dégagé", el resto del cuerpo de baile debe ocupar sobre el escenario el lugar adecuado para darle continuidad a la partitura. Así de simple. Así de complicado. A los muchachos les falta eso. Cuando un jugador no está ejecutando su "brisé de volé" particular, se quedan de brazos cruzados. Pocas veces la palabra pasmarote alcanzó un significado más pleno. En fin, que perdieron. Con honor, y sin dejar de ser un equipo, dándolo todo, con orgullo y amor propio, pero - y esta es otra de las premisas habituales del rugby, como bien afirma Félix, el entrenador - perdieron con todas las de la ley porque es un deporte que premia a los que juegan mejor.  La suerte no es aficionada al rugby.

Nos tocó compartir Hostal con el equipo, aunque lo deseable hubiera sido que esa experiencia de iniciación a la camaradería adolescente la hubiera vivido sin testigos. En fin, que uno no es padre a tiempo parcial y claro, no escatimé los gestos de ánimo, de afecto, los roces, los abrazos, las bromas, los sobrentendidos cotidianos y me topé con la mirada de extrañeza, de rechazo, de vergüenza. Mi hijo se avergonzaba de ser mi hijo, de que su padre estuviera allí, de que le hablara, le mirara, le tocara. ¡En presencia de sus compañeros de equipo! Había incluso perplejidad en su mirada. Él mismo era consciente de ese mismo sentimiento de repulsión hacia mi. Y le chocaba. Pero sé que la próxima vez, que la habrá, el odio será genuino. Sin cortinas.

Afortunadamente en casa de nuevo, alejado de los reactivos, ausentes los estimulantes, neutralizada la provocación, el afecto volvió a su propio ser.

Menos mal.



lunes, 20 de abril de 2015

Una historia vieja




La historia es vieja, pero no por ello pierde su enjundia. Va de música. El verano pasado el Agente Naranja estaba harto del piano y se le metió en la cabeza que quería ser Chet Baker y pasarse a la trompeta. Por otro lado el clarinete de Cascarrabias´Kid había dado de si todo lo que podía y su profesor nos había recomendado que adquiriéramos otro de mejor calidad. El que tenía había sido de saldo, sonaba fatal y con el paso de los años no se puede afirmar que hubiera mejorado el timbre, al contrario.

Por si no lo saben  ya se lo digo yo, los instrumentos musicales son caros, pero algo había que hacer. Campanilla y servidor estábamos dispuestos a hacer el esfuerzo pero lo que no queríamos es que nos tomaran el pelo. Estábamos los dos más que hartos de tener que andar todo el día encima de ellos para que ensayaran. ¿ De verdad querían un clarinete nuevo y cambiarse a la trompeta? Pues que se lo ganaran. Que nos demostraran que de verdad querían continuar con la música y que no era un capricho ni una tormenta de verano.

Campanilla y yo queremos que la música sea para ellos un elemento formativo, pero sobre todo lúdico, de diversión. No tenemos ninguna intención de tener en casa ni a un Bach ni a un Beethoven, pero si queremos que se esfuercen un poco, que practiquen y que el dinero que ponemos en la actividad  se refleje en los resultados, porque pensamos que es una gran oportunidad que cuando vayan creciendo sabrán valorar. Los dos quisieron renunciar a las clases de solfeo, y accedimos; se quedaron los dos sólo con las clases de instrumentos que era lo que les divertía y les gustaba. Pero si querían que ahora accediéramos a sus deseos, debían poner un poco de su parte.

Primero les pedimos que verbalizaran sus deseos. Soy de la opinión de que escribir nuestros deseos suele servir para ajustar su verdadero tamaño, incluso para romper círculos viciosos, a menudo irreales. Las notas de la foto resumen el resultado.

"CLARINETE
Contras: Yo soy vago y estos años he demostrado que ya no estudio y que no soy responsable.
Bueno: a mi me gusta mucho el claro y el mérito de estar donde estoy. Me divierte, me ayuda a ligar...
Conclusión:  Por lo tanto quiero seguir tocando. Pero si me tenéis que obligar a tocar, no puedo prometer que lo vaya a cumplir. Gracias."

Todo un ejercicio de realismo y sinceridad por parte de Cascarrabias´ Kid.

"Papá elijo tocar trompeta y dejar piano.
Porque la trompeta me gustó y no me pareció difícil de tocar. Y además me comprometo a tocar la trompeta todos los días como mínimo cinco minutos".

Todo un intento de camelarnos del Agente Naranja.

Eso sí , se pasaron los dos todo el verano tocando un mínimo de treinta minutos su instrumento para demostrar que se lo merecían. Uno el clarinete y otro el piano. A Cascarrabias´Kid le cayó el clarinete para su cumpleaños y el Agente Naranja toca la trompeta desde el mes de septiembre.

Saludos, vecinos.

jueves, 2 de abril de 2015

Poema 637



Se alargan las sombras y se afilan
los presentimientos
en esta primavera de merced y tambor.

Pesa el pensamiento
y las cornejas anidan en el estómago.
¿ Dónde está? La luz
apenas dribla los resquicios
y avanza a tropezones
a gatas, como los niños.

Es la esperanza
que viene preñada de incertidumbre.
Todo futuro
Sólo futuro.

lunes, 23 de febrero de 2015

Capacidad



El otro día cenando Cascarrabias´Kid nos echó en cara que su hermano tiene más capacidad intelectual. Él no lo expresó así, dijo exactamente que tenías más capacidad para el estudio, pero a fin de cuentas venía a decir que su hermano es más listo. Es posible que lo sea. Pero lo que tiene que entender Cascarrabias´Kid es que tener más capacidad per se significa muy poco, tiene muy poco valor si uno no desarrolla todas sus posibilidades.

Una de las mayores lecciones de vida que he recibido me la dio mi hermana E. La lección no es nueva, pero si lo fue para mi cuando me lo dijo: " hace más el que quiere que el que puede", y soy de los que he sabido suplir mis carencias intelectuales con pundonor, esfuerzo y constancia. No me he sentido inferior a nadie jamas, lo que pasa es que para conseguir lo mismo a veces necesito dedicar más tiempo, en ocasiones, dependiendo de qué sea el conocimiento o habilidad que persegúia, estaríamos hablando de tiempo geológico, pero, qué diablos, quién dijo miedo.

Cogí dos botellas de agua, una grande de un litro y otra pequeña de medio litro. Llené la de medio litro hasta los topes y la grande por debajo de la mitad. Ya está mi padre, debió pensar Cascarrabias´Kid , con sus experimentos.

- Éste le dije- señalando la botella pequeña - eres tú. Y este otro- señalando la botella grande - sería tu hermano.

Efectivamente en la botella grande cabe más agua. Sin embargo.

Vacíe la botella pequeña en un bol y en otro, al lado, el líquido que quedaba en la botella grande. El bol donde se había derramado el agua de la botella pequeña tenías más agua que el bol donde se había derramado el agua de la botella grande, a pesar de su mayor capacidad. Y es que de nada sirve tener una gran capacidad si uno no hace nade por llenarla o, si se prefiere, mi querida E. vale y logra más la gente que aprovecha al máximo su capacidad por pequeña que sea que aquellos que teniendo todo de cara, no se esfuerzan. Más vale menos bien aprovechado que mucho desperdiciado.

Algún vez, espero, cuando lea esto, me dará la razón.





domingo, 11 de enero de 2015

Don Miguel de Cervantes lee a Rulfo




A don Miguel no le permitieron emigrar a la Nueva España cuando salió de la cárcel acusado de distraer dineros de la Corona. No gozaba por ello de mucha prédica entre los funcionarios de la Hacienda Real, ni tampoco de aquellos otros funcionarios que debían rubricar su autorización de embarque. A esas alturas de la vida don Miguel estaba viejo y cansado, y sin embargo aún pervivía en él el espíritu aventurero y conservaba intactas las esperanzas de que la siguiente empresa que emprendiese, por descabellada que fuera, sería la definitiva. 

La primera edición de “El Ingenioso Hidalgo”, por contraste, viajó profusamente en los barcos que cruzaban la mar océana. El libro de Don Miguel, como todas las novelas, poemas, obras de teatro, en fin,  como todas las obras de ficción que hacían volar la imaginación de los plebe más allá de sus propias expectativas, estaban proscritas por la autoridades civiles y eclesiásticas españolas que debían dilucidar cómo colonizar el imaginario de lo que acabaría siendo un Nuevo Mundo:  el edicto determinaba que la única lectura permitida en las nuevas Tierras era la Biblia. La Inquisición tenia una solera incontestable a la hora de saber cómo velar por la pureza de la grey y los peligros de los que había que descargar a las almas cándidas y aún no contaminada de los indios, que carecían de toda defensa para discernir la verdad incontestable del Libro Santo, de la falsa y tentadora de las ficciones. El Don Quijote, por tanto, viajó de contrabando oculto en el pañol de los barcos y tuvo una difusión prodigiosa y clandestina.



Las noticias, historias, enseres, objetos, animales y habitantes que traían los barcos que regresaban de América eran tan sugerentes como la más fantasiosa, maravillosa y mágica de las novelas; un profuso bestiario, un desafío para el supersticioso entendimiento del mundo civilizado. Era el nuevo mundo en realidad el que estaba conquistando con sus novedades y su riquezas la vieja Europa, y no al revés. Al final lo que partió de Palos de Moguer fue una refinada versión de la enfermedad, la violencia y el fanatismo, virtudes bien conocidas y practicadas por cualquier ser humano en todo el orbe, conocido o bárbaro.

En manos de don Miguel cayeron a la vuelta de uno de aquellos viajes unos papeles firmados por un tal Juan Rulfo que contaban una historia de vivos que hablaban con muertos en un pueblo de extraños campesinos, sol y polvo. ¿ O era una historia sólo de muertos ? De no ser por la sorprendente similitud de caracteres entre los castellanos pobres que él conocía y los indios sencillos y brutos que aparecían en la narración, hubiera pensado que aquellas páginas las había escrito un demente, un ser de otro mundo o de otro tiempo, o que lo leído, como las malas noches, era un castigo sin piedad de su arrebatada y clarividente imaginación. Aquellas páginas. Aquellas páginas. Qué pluma había tramado aquella historia. No era fácil de entender, se le escapaban muchas palabras, había giros en un castellano inventado, los campesino hablaban mal, peor que un yangüés vizcaíno, el discurso no era lineal, los capítulos habían sido sustituidos por párrafos, era como si los folios estuvieran desordenados adrede, el foco cambiaba de un personaje a otro, abundaban las mujeres y su punto de vista, la tierra era tan importante y protagonista como el secarral de La Mancha, en las frases había audacia, sabiduría, crueldad y miseria, en los personajes que lo poblaban solo brutalidad, procacidad, pobreza y ningún temor de Dios.

La primera sensación fue como estar leyendo algo similar a la Historia Natural de Plinio. Aquel habitante del Imperio Romano que murió por causa de su impertinente curiosidad: el barco en el que navegaba se acercó demasiado al volcán del Vesuvio, en plena erupción, en la bahía de Nápoles.  Su afán de veracidad le llevó a arrimarse demasiado al suceso que espera conocer y luego contar. Q.E.P.D. Plinio había descrito en sus numerosos libros a todos los seres vivos de los que había noticia en el mundo antiguo: unos pocos los había visto en sus viajes por las provincias Narbonense, en el África, en la Tarraconense, o en la Galia belga; otros pocos los había visto en los circos o en los desfiles con los que los emperadores romanos celebraban sus victorias, pero la inmensa mayoría de los animales, peces y aves que da a conocer los había conocido en la procelosa atalaya de su biblioteca y en el relato sorprendido y inexacto de viajeros y de algunos aborígenes importados.  Buceando en unos libros y otros, comparando las fuentes, había escrito el mayor compendio de flora y fauna de la antigüedad y el resultado era una descripción peculiar que mezclaban el rigor y el delirio, la fantasía y la ciencia. Un puro placer para el lector de ahora y de siempre. “ Hay un pez muy pequeño que vive en las rocas llamado rémora (…) En una ocasión detuvieron, adhiriéndose a  ella, una nave que venía a toda vela y llevaba jóvenes nobles para ser castrados por orden de Periandro; los moluscos que rindieron este servicio reciben culto en el templo de Venus en Gnido”. Como Plinio, Rulfo debía ser un entomólogo de salón que describía un mundo, mezcla de otros mundos escritos o soñados, pero con la contundente apariencia de veracidad del que sólo es capaz la verdadera y auténtica literatura. Aquella páginas. Aquellas páginas.


Un deslumbramiento similar al que experimentaba don Miguel al leer a Rulfo, lo experimentaría Laurance Sterne años más tardes cuando leyó su Quijote. El resultado fue el Tristam Shandy, otro libro delirante e inspirador. Don Miguel se había servido de la figura inventada del historiador Cide Hamete Benegeli para justificar la existencia de la historia de Don Quijote. Don Miguel había sido un soldado de la Corona, que había luchado en Lepanto, había perdido un brazo, había sufrido cautiverio en Árgel, había sido recaudador de impuestos en Andalucía y había sido acusado y preso por no ser preciso y diligente al rendir cuentas. ¿ Pero ese tal Rulfo no sería otro moro chusco dado a escribir apócrifos?, ¿ quién se escondía detrás de ese nombre? Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno. Jamás había oído hablar de él, pero qué se puede esperar de una persona que cuenta una historia de hijos bastardos cuyas madres viven el estigma de la vergüenza con orgullo y naturalidad, mujeres desveladas por la angustia de que el patrón elija a otra para forzarla esa noche, muchachas resignadas a su perro destino, mayorales dispuestos a cualquiera tropelía por complacer a su patrón, sin esperar más premio que una amenaza o un desdén o la intención de ver agrandada la fama del malhechor, un padre que permite al único hijo que ha reconocido crímenes dignos de su propia leyenda,  un hombre que venera a una mujer que en su imaginación no dejó de ser hermosa, a pesar de haberse vuelto loca, ausente y desdeñosa, un hidalgo sin fortuna ni instrucción que fundamenta su poder en el abuso, la amenaza, el engaño y la sangre, un hombre del clero que empuña las armas para comandar una partida de bandidos que luchan contra sus señores. ¿ Eran verdaderamente así los indígenas del Nuevo Mundo? ¿ Era ese el legado de la Corona de las Españas?

A don Miguel aquella lectura le parecía hipnótica. Su lengua iba cabalgando de frase en frase, que se sucedían con una lógica implacable, y se iba abriendo paso tropezando con algunas palabras, con las ideas y con su propio asombro. Por una parte valoraba en su justa medida las páginas que tenía entre manos, por otra cavilaba acerca de la rudeza desnuda que venía reflejada en sus páginas. ¿ Era aquélla una característica general del género humano, también al otro lado del mar, o había sido espoleada por la expediciones colonizadoras organizadas por la casa de los Habsburgos? Don Miguel estaba desconcertado. Aquellas páginas eran pura literatura y sin embargo, contravenía todas las normas que hasta entonces él consideraba que regían las Artes, las mismas que sin perseguirlo expresamente, él mismo había conculcado. El arte tiene una función estética, pero también social y moral . Dónde estaba la moralidad en aquella sarta de bárbaros. Si aquellas páginas conculcaban las normas sobre la verdadera literatura que exponía Aristóteles en su Poética, sin dudarlo, lo que convenía volver a revisar era la Autoridad de la propia Poética. En todo caso, en aquellas páginas era imposible rastrear las huellas de la influencia de su propia novela. Sin embargo rezumaba de la frialdad y de la falta de compasión del Viejo Testamento. 

martes, 6 de enero de 2015

Navidad 2014


Lo mejor es que ya han pasado y seguimos aquí para contarla. No han sido una malas navidades, de hecho, las he conocido mucho peores. Han sido unas fiestas diferentes. Por ejemplo, todos los miembros de la familia conocen ya que los Reyes Magos existen pero que somos los padres. Sucedió allá por octubre. Campanilla y yo conspirábamos en la cocina y vino el Agente Naranja a cortarnos el rollo. La pregunta del millón cayó de sopetón.

 - ¿ Es verdad que los Reyes sois vosotros?

   Transcurrieron nano segundos entre el sonido de la última letra, desde que se oyó el eco de la entonación, de su cortante interrogación, hasta  que le confirmamos la veracidad de los hechos, y en sus mirada, que se cruzó temblorosa y anhelante con la nuestra, habitó toda una dolorosa eternidad. La verdad es que nos había pillado de sorpresa, que no nos lo esperábamos, ni en ese momento, ni así, de sopetón, y a pesar de que en su miraba anidaba la esperanza de la mentira, del dulce desmentido, de alguna manera sabíamos que ese era el momento apropiado y que estaba bien así. Campanilla me miró. Yo la miré a ella. El Agente Naranja estudió la mirada que Campanilla se cruzó conmigo, buscó seguidamente la mía y ahí estaba, la confirmación del desastre. De algún modo estábamos convencidos que a sus diez años él ya sabía y prefería vivir en el engaño, pero resultó que no, que si había oído, había olvidado y si le habían dicho, no había escuchado. Había tanto desencanto concentrado en sus ojos, había una dosis letal de desengaño...

 - Agente- le dije señalando a Campanilla- saluda a su Majestad doña Gaspar. Y luego, haciénndole una colorida y barroca reverencia, me presenté.

 - Puedes llamarme Baltasar.

 - Entonces, ¿ es verdad?

 Lo era. Encajado el primero golpe, nervioso, frotándose las manos, en el umbral de la puerta de la cocina, con la seria sonrisa nerviosa, la segunda pregunta no se hizo esperar.

 - ¿ Y el ratoncito Pérez?

 Las carcajadas fueron tan exageradas que atrajeron a la cocina al cuarto en discordia: Cascarrabias´Kid. También él tuvo que corroborar que sus sospechas ya no tenían vuelta atrás.

 - ¿Y pagabais vosotros los regalos?, ¿ Y cómo hacíais para esconder los regalos?

 En ese aspecto las fiestas no han perdido la magia de los Reyes Magos, han sido diferentes, pero no peores. El conocimiento no ha eliminado el misterio de la epifanía familiar. Les hemos obligado a escribir la carta como todos los años. Y nos han llenado la nevera de notas, post it, folios. tachones, flechas, cambios de opinión, reafirmaciones, subrayados, en fin, que lo han vivido con una intensidad envidiable. En algunos casos ponían hasta el precio del regalo, porque aunque los reyes existan realmente por más que seamos los padres, el país está como está y la pela es la pela. Por otra parte, este año el adviento ha tenido la ventaja de que los dos hermanos han podido intercambiar pareceres sobre el tema por primera vez, algo que Cascarrabias´Kid, que se ha portado como un campeón estos dos últimos años guardando el secreto a su hermano, estaba ya deseando. La víspera, ayer, aún habíendonos ahorrado acudir a la cabalgata, los dos hermanos estaban nerviosos como siempre, no les cabía el alma en el cuerpo y por la noche, como no podía ser de otra manera, limpiaron los zapatos, cogieron hierba para los camellos, les pusieron un bol de agua para abrevar, les sacaron unos dulces a sus majestades y les escribieron la carta de agradecimiento de rigor.

Cito literalmente:

"Queridos Reyes Magos:

Valoramos vuestra sabiduría y esperamos que nos traigáis lo que hemos pedido. Sabemos que elegiréis los regalos que consideráis aptos. Esperamos que elijáis muy bien. Vuestros queridos súbditos y descendientes esperamos que os comáis la hierba, el agua con la lengua y que nos dejéis los bombones de coco.

Muchos besos de vuestros súbditos.

P.D. como no veamos el stratego os fusilamos".

Angelitos.

P.D. Las notas de Cascarrabiás han vuelto a los estándares esperados. Las del Agente Naranja, en su nivel.