lunes, 23 de febrero de 2009

Kultura empresarial


Si en este país siempre ha estado mal visto trabajar, ser empresario roza ya lo diabólico. El oficio de empresario nunca ha gozado de buena prensa en España, ha sido una profesión muy denostada. Los empresarios siempre han sido unos explotadores, unos avaros, unos ladrones, unos bárbaros sin escrúpulos, en resumen, unos hunos.

La casta empresarial en esta país ha remado contracorriente desde el origen de los tiempos. Voto a brios que algunos, con sus trajes a medida, su puros habanos, su vehículos de importación y sus cabellos engominados se lo han ganado a pulso. Sin embargo hoy más que nunca es necesario romper una y mil lanzas en favor del empresariado de este país, es necesario recordar que la riqueza que hace más cómoda nuestra vida cotidiana no surge "ex nihilo", ni llovida del cielo, ni por generación espontánea, sino por el esfuerzo, por el riesgo, por la avaricia, por el ingenio, por la dedicación de muchos ciudadanos que un buen día se lían la manta a la cabeza y deciden fundar una empresa.

Porque una empresa, entre otras muchas cosas, es un compromiso. Es el compromiso de trabajar y dar trabajo, es el compromiso de abrir las puertas todos los días a las 8:00, de la mañana ,es el compromiso de pagar impuestos y afiliar a la seguridad social y es el compromiso de generar riqueza para tus vecinos, para tus paisanos, para tus compatriotas. Otra cosa es que algunos ciudadanos hagan un uso espureo de ese comprimiso, pero para eso ya está el parlamento y los tribunales de justicia. Las ovejas negras no desmejoran la calidad del lechazo.

Es necesario el reconocimiento público de nuestros empresarios, porque son ellos y sólo ellos quienes tienen la clave para nuestro bienestar. Pero ellos solos no pueden subir la montaña, necesitan ayuda y los gobiernos legislando pueden y deben fomentar esas ayudas. Y cuando digo ayuda no me refiero a subvenciones públicas de turbia concesión, ni a concesiones administrativas mangoneadas, ni a movimientos puramente especulativos, ni a reglamentaciones laborales ultraliberales, no me refiero a nada esto. Me refiero a que los gobiernos tienen en su mano los medios para instaurar o mejorar una mejor cultura empresarial más sana, con unas reglas de juego más claras, más ágiles, más equitativas y más racionales.

No soy ni economista ni... empresario, soy un asaliariado raso. Qué le vamos a hacer. A pesar de los pesares me atrevo a recoger algunas ideas para la mejora de esa cultura empresarial.

Por ejemplo las formas de pago. Cuando vamos al supermercado pagamos al contado los productos que adquirimos, mientras que el supermercado paga esos mismos productos a sus proveedores a 90 o a 120 o a 150 días, cuando no más tarde. Y esto es asi porque el mercado lo permite, porque los pequeños productores tienen que plegarse a las condiciones de las grandes cadenas de distrubución para ver sus productos en las estanterías. El mercado lo permite, pero le gobierno puede impedirlo, legislando y exigiendo, por ejemplo que las transaciones comerciales, independientemente del tamaño de la empresa, se paguen a 30 días o, a lo sumo a 45, como sucede en la mayoría de los países de nuestro entorno.

Otra medida. Los impagos. España es unos de los países con más modos de pago de toda Europa, cheques, letras, pagarés, giros, transferencias, factoring, etc, etc. Al final el dinero pasa de mano en mano, generando costes y aumentando el gasto de las empresas y sin redundar en la creación real de riqueza. Mover dinero se ha convertido en un gran negocio... para los bancos. También los bancos tienen derecho a vivir, pero todo tiene un límite. En resumen, las empresas tardan en cobrar por los servicios prestados y, cuando consiguen cobrar, algo que llega a resultar heroico, varios intermediarios han dejado el jamón en los huesos con tanta tajada. Y ambas cosas son evitables, tanto minimizar los gastos financieros como erradicar los impagos. Porque igual que la alarma social ha provocado que se multipliquen los juzgados de violencia de género o los juzgados ultrarápidos para los delitos relacionados con el código de circulación, igualmente es posible instituir una juzgados de lo mercantil ágiles y baratos donde ante un cheque en blanco o un giro no atendido, un empresario puede poner una denuncia y conseguir un laudo ejecutorio en un plazo de 60 días y no de años como sucede en la actualidad. Porque desgraciadamente también hay empresarios que desconocen que las reglas del juego exigen cumpliar los contratos y pagar las facturas en tiempo y forma. La aventura empresarial es un ejercicio de responsabilidad donde debe impedirse el paso a los tramposos.

En un mundo globalizado nuestras empresas necesitan ahorrar costes, ganar en competividad y ser más ágiles. Y esas metas son una responsabilidad de todos, también de nuestros representantes políticos, que para esos los elegimos.

Por cierto, en un día como hoy, España estuvo a punto de perder la conquistada y joven democracia.

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