viernes, 25 de enero de 2008

España 2008. Segunda parte


Es cierto que el concepto nación española ha estado tradicionalmente ligado a la Iglesia Catolíca ( lo que tampoco ha sido obstáculo para que otras identidades locales y nacionales dentro de España sintieran el mismo amparo eclesiástico) La jerarquía católica se considera aún hoy padre, tutor y máximo valedor de la nación española. Con la salvedad de que los buenos padres deben educar a sus hijos con vistas a su emancipación y a su autonomía personal, no los convierten en sus rehenes.
Al régimen de Franco se le denominó Nacional catolicista. Nación y religión eran conceptos inseparables. Evidentemente la nación, como la religión, era una y uniforme. No había espacio para la disidencia, ni para las lenguas vernáculas, ni para los partidos políticos, ni para la diferencia, tuviera ésta el aspecto que tuviese. España, se decía, era Una, Grande y Libre. Y los enémigos del régimen estaban plenamente identificados: era un contubernio judeo-masónico-izquierdista ( la raza, el hereje y ¿el progreso?, ¿ el liberalismo?, ¿ el pluralismo?, ¿ la antiespaña?).
La Monarquía española también vio en los postulados de la Revolución Francesa un peligro eminente y luchó a brazo partido contra sus postulados liberales. Para la España más tradicional, de Francia sólo llegaban desgracias y problemas. Francia no sólo era un compendio moral rechazable, era también la puerta al mundo que convenía tener cerrada a cal y canto.
Cuando murió Franco don Juan Carlos de Borbón fue nombrado su sucesor a título de Rey. Esta sucesión despertó recelos en todos los ámbitos del espectro político y social de la época. Para los seguidores de Franco el joven monarca era un blando, y para los demócratas, más de lo mismo. Juan Carlos "el breve" se le llegó a llamar por parte de los partidos republicanistas. El rey era heredero y depositario de un sistema político militar y dictatorial anterior y estaba capacitado para ejercer el poder político con la misma autoridad que el fallecido dictador.
La sopresa general es que el jovén monarca capitaneo la voladura y desarticulación de las bases políticas de la dictadura anterior desde las mismas entrañas de su régimen político, prescindiendo de su ilimitando poder, favoreciendo la transición política a la democracia y propulsando una constitución política moderna, plural y liberal a la que ha venido dando estabilidad durante todos estos años desde el puesto institucional que la misma constitución de 1978 definió y delimitó.
Con las perspectiva que dan estos treinta años trascurridos, vemos que España es una democracia moderna, estable y dinámica, dotada de una Constitución política donde se recojen la separación de poderes, el sometimiento del ejército al poder político, la abolición de la pena de muerte, la igualdad de hombres y mujeres, los derechos sociales y sindicales de los trabajadores, la libertad de reunión y de opinión, el derecho a la educación, el derecho a la sanidad pública universal, la libertad de cutlo y, en definitiva, donde el concepto de ciudadanía alcanza su máxima expresión para el libre desarrollo de las personas. Si menciono aquí muchos de esos derechos que ahora nos parecen irrenunciables es porque no siempre ha sido así, porque sigue habiendo muchos rincones en el mundo donde algunos de estos derechos forman parte de la utopía y porque en muchos otros rincones su goce y continuidad están en serio peligro.

Continuará.

No hay comentarios: