lunes, 4 de agosto de 2008

El acabose


Parecía que con la hélice del ADN se había descubierto el principio y el fin del mundo, su alfa y su omega, que los genes eran la panacea y que conociendo el secuencia genética de un individuo se iba a saber todo, todo, todo. Ni el calvinista más recalcitrante se podía imiginar un determinismo y un fatalismo tan estricto y tan atroz. El ser humano quedaba reducido a la caprichosa o siniestra disposición de la adenina, la adenosina, la guanina y la guanosina. ¡ Vivir para ver!
Al parecer la cosa en realidad no se para tanto. ¿ Cómo se puede explicar si no que la "Drosophila melanogaster" ( una jodía mosca y del vinagre) comparta con el Ser Humano ( así con mayúsculas y voz afectada ) más del noventa por ciento de su código genético ? Que me lo exliquen por favor.
Estudios más recientes demuestran que la secuencia genética más desfavorable ( tumor en ciernes o esquizofrenia o impotencia supina o lo peor de lo peor) puede no desarrollarse nunca jamás, por más terco que sea el gen de turno. La actitud de la persona portadora y sus hábitos son determinantes a la hora de despertar el gen que desencadena una determinada enfermedad. ¿ No es maravilloso? La ciencia nos devuelve la libertad. Los bancos de cordón umbilical se pueden ir al carajo. Cada indiduo es responsable de sus actos y de su propio destino. Sepámolos, reconozcámoslo, seamos consecuentes.
Lectura recomendada: Richard Dawkings, "El gen egoísta".

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