miércoles, 8 de septiembre de 2010

La Capilla Sixtina



Dice la prensa que se plantean restringir las visitas a la Capilla Sixtina para evitar el deterioro de las pinturas. Una verdadera pena. Ni imaginar puedo la cantidad de turistas que se van a quedar sin su foto o sin su sello compostelano, perdón, sixtiniano. Los viajes hoy en día parecen una gimkana, hay que ir pasando pruebas: la foto de la torre Eiffiel, la foto del Big Ben, la foto de la Torre de Pisa ( ¡las tengo todas!).Soltad a cien turistas de cien países diferentes una tarde en Paris con una cámara de fotos y al final de día el 80 % de las fotos serán parecidas. Me apuesto lo que sea.

Estuve en Roma una hermosa primavera de hace casi veinte años. Fui como un turista normal, esto es, a tirar la monedica en la Fontana de Trevi, a tomarme un helado en las escaleras de la Plaza de España y a darse un garbeo por la Ciudad del Vaticano. Como cualquier turista normal también tenía la intención de ver los museos vaticanos y la Capilla Sixtina. A qué cóño va a ir si no uno a Roma o a París o a Londres, si no es a comportarse como un turista normal y hacer las cosas que hacen todos los turistas. Yo, sin embargo, a pesar de haber estado en Roma y en la mismísima Ciudad del Vaticano me quedé sin ver la Capilla Sixtina. Cuando vi que entre yo y la magnificencia de las frescos de Miguel Ángel había no menos de dos o tres horas de cola, decidí que la magnificencia podía esperar y me fui a tomar un capuchino a una terraza. Lo mismo me pasó en otra ocasión en Florencia. Entre yo y el David se interpusieron varios viajes de estudios de bachilleres españoles y también había terrazas cerca. En Florencia sí visité la Galería de los Uffizi porque efectivamente no había cola. Recuerdo que lo visité cuando quedaba poco tiempo para ver cerrar la galería y me vi obligado a visitarlo tan rápido que cuando pasé por delante de los cuadros de Adán y Eva con el rebufo se les calló la hoja de parra.

Me pregunto que sería de nosotros los turistas si nos quitarán las iglesias, los museos y las terrazas. Qué vacío existencial tan grande.

Estoy seguro que es bueno que los turistas nos culturicemos y estoy seguro de que alguno de nosotros somos capaces de estremecernos ante la contemplación de la belleza, pero me cuestiono si es necesario ir tan lejos a buscarlo y pasar tantas incomodidades. Cuántos de nosotros hemos estado en el museo provincial de nuestra ciudad, cuántos de nosotros hemos acudido en el último año a una exposición artística en nuestras ciudades de provincias. Vale, no es la Capilla Sixtina, pero tampoco está escrito en ningún lado que la Capilla Sixtina tenga que gustarle a todo el mundo, ¿no?, o que una no puede estremecerse ante la contemplación de ese edificio señero de tu ciudad que atesora tanta historia y que tus antiguos conciudadanos levantaron con tanto esfuerfo, tesón y buen gusto.

Ahondando en el argumento. En otro viaje con Berhard, el mismo amigo con el que circulamos a gran velocidad derrapando por los pasillos de los Uffizi, caimos en La Capilla de los Scrovegni en Padova. La tal capilla fue adornada por los frescos de Giotto ( busquénlos en google), un personaje central y embrión del Renacimiento. Es una capilla que poco tiene que envidiar en importancia y hermosura a la Capilla Sixtina y que tuve la suerte de poder visitarla a solas con mi amigo Bernhard y su novia, durante todo el tiempo del mundo y con todo detalle, porque las guías turísticas no le deben considerar suficientemente importante

De esta visita no conservo ninguna foto. Ni falta que me hace.

No hay comentarios: