sábado, 6 de abril de 2013

Los Planetas


Esta mañana hemos ido toda la familia a ver una representación de la sinfonía de los Planetas de Holst. La novedad era que mientras los músicos tocaban, en una pantalla de cine echaban una recopilación de imágines de esos mismos planetas tomadas por todas las sondas y naves que el hombre ha venido lanzando al espacio en las últimas décadas. Previamente un narrador hacía un comentario entre literario y científico de cada uno de los planetas. Hermoso e interesante.

Descubrí así que la temperatura en Mercurio es de 500 ºC y tiene una concentración de anhídrido carbónico bestial, o que tarda ciento setenta y tantos días terrestres en dar una vuelta sobre si mismo, que Júpiter tiene 63 lunas conocidas, tiene una masa trescientas y pico veces mayor que la de la tierra y esta formado por gas y tiene una peculiar mancha roja que encandila a los astrónomos; que los anillos de Saturno giran a una velocidad 15 veces mayor que la velocidad de la tierra y están formados por pequeñas partículas, o que alguno de sus lunas son más grandes que la misma tierra; que la distancia desde Urano a Neptuno es mayor que la del Sol a la Tierra y que uno de las lunas de Neptuno tiene un cráter por el impacto de un meteórito que abarca todo un tercio de su tamaño, la foto del satélite era la de un temible cíclope.

Estaban todos los planetas menos Plutón, que en el año que se compuso la obra no se había descubierto aún, y la tierra; pero viendo las imágenes, escuchando la música y atendiendo al narrador era difícil no tenerla muy presente. Escuchando lo inhóspito del espacio estelar, las altas o bajas temperaturas, los órbitas, la composición de los planetas era difícil no quedar fascinado por la milagrosa excepcionalidad de nuestro planeta: orbita a la distancia justa del sol para que se dé determinada temperatura, tiene la atmósfera adecuada en la que se estrellan y desintegran la mayoría de meteoritos, rota de la manera idónea, en fin que se han conjugado todas las circunstancias aleatorias y posibles para que en su superficie se formara el agua donde chapoteaba la papilla de moléculas que dieron lugar al ADN y que con el tiempo han acabado convertiéndose en Albert Einstein, Marie Curie, Usain Bolt, Nadia Comaneci, Miquel Baceló, Frida Khalo, Pablo Neruda, Jane Austen, Aristoteles o Simone de Beauvoir.

 El espacio, el universo pueden ser todo lo grande que se quiera, que se conozca o que se pueda imaginar, pero resulta difícil creer que ahí fuera se puedan repetir las mismas circunstancias, en el mismo tiempo geológico, que den como resultado algo similar a la humanidad. Puede haber otras cosas,incluso mejores - la literatura y la imaginación humana no tiene límites en poner cara y ojos ( o antenas) e los extraterrestres-,  pero como la Humanidad creo que no.¿ somos realmente conscientes de nuestra excepcionalidad?

Hoy me iré a la cama sintiéndome más valioso que la mejor de las piedras preciosas. También avergonzado de dilapidar mi grandeza entre corruptelas, vicios, envidias, zancadillas, mentiras, violencia y mediocridad.


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