martes, 8 de octubre de 2013

El clarinete



Cascarrabias´ Kid toca el clarinete, el Agente Naranja, el piano. Lo tocan poco, más bien nada. Nos cuesta un mundo conseguir que se sienten a practicar y a estudiar. La música es un complemento para su formación, aunque ahora lo vean como una imposición. Se les atragantó el solfeo. La verdad es que es un coñazo, por el horario y por el contenido. A Cascarrabias´ Kid le hemos relajado la disciplina. Este año no le hemos obligado a continuar con las clases de solfeo. Tres año nos parece más que suficiente, va creciendo, se va haciendo un paisano, tiene ya cierto criterio para decidir qué si y qué no y hay que respetarlo. También hay un componente económico. Su no clase de solfeo nos ahorra una pasta, que, tacita a tacita.. pues eso, que empezamos a estar ahogados con tanto gasto.

Ya tenemos asumido que no tenemos en casa ni un Goodman ni un Feidman, ni un Baremboim ni un Monk, pero insistimos en que no dejen la música porque cuando crezcan sabemos que será un buen compañero de viaje. Creo que lo conseguiremos. Y espero que nos lo agradezcan. Cascarrabias´ Kid le pone pundonor al clarinete, se esmera, le gusta, pero musicalidad... cero patatero. Oír la melodía de Piratas del Caribe no sé cuántas veces seguida, tocada nota a nota, una detrás de otro, pero sin la más mínima armoniosidad, puede ser una tortura. El Agente Naranja, que es alérgico  a la teclas negras y también a las blancas cuando están pegadas a las negras, no toca una mierda, pero se le cae un dedo en una tecla y suena bien. Es delicado, sutil, da gusto cómo suena incluso cuando improvisa. No desafina el tío ni aunque se lo proponga.  Qué cosas.

En fin lo que quería contar es que el domingo pasado les pedimos a los muchachos que practicaran un poco. Les forzamos, digamos, con la sutilidad habitual: propinas menguadas, entrenamientos fallidos y las amenazas de rigor. Mal que bien los dos fueron a sus cuartos a practicar. Mientras en la cocina les preparaba la cena. Sin prestar mucha atención. Sólo me faltaba además de oírles tener que escucharles. Mientras servía los platos llego Cascarrabias´ Kid con signos evidentes de haber llorado: ojos enrojecidos y el ánimo abatido. Su hermano fue quien percibió su estado y le preguntó

- ¿Por qué lloras?

Nos miró sorprendido por nuestra perspicacia y nos comunicó que no pensaba decírnoslo.
Al principio pensé que podía ser un golpe, o una trastada o algo similar, pero estaba blando de ánimo: había gato encerrado y daba igual que su hermano y yo insistiéramos.

- No os lo pienso decir... si acaso a mamá

Así fue como me enteré que el tío, practicando con el clarinete, a sus once añitos, se había emocionado conmovido por los sonidos de la música que salía de su propio instrumento.

Creo que a partir de ahora no nos va a resultar tan penoso convencerle para que practique un poco.





No hay comentarios: