sábado, 8 de septiembre de 2007

La vuelta al cole

El próximo martes comienza el colegio mi segundo hijo. Él no lo sabe, pero es uno de los días más importantes de su vida y para sus padres todo un motivo de orgullo.
Vivimos en un país democrático, con un buen sistema educativo público y gratuito. Podía ser mejor, sería deseable que fuera mejor, más público y menos concertado, por ejemplo - muchas escuelas concertadas, que pagamos tú y yo, siguen despidiendo a sus profesores en el mes de julio para volver a contratarlos en septiembre-; menos fragmentado territorialmente - los contenidos autonómicos de algunas asignaturas no hacen a nuestros hijos ni más libres, ni más sabios, sólo más pueblerinos y más maniqueos-; podía ser también un sistema educativo más ambicioso e integrador en contenidos, formas, actituades o disciplina, pero como punto de partida no está nada mal.
Yo soy esta semana un padre contento. Siento estar dentro de un sistema doblemente bueno, pues veo cómo mi hijo comienza su vida cómo ciudadano y cómo la sociedad nos ayuda a inculcar valores que sólo ese trato social puede garantizar.
Hasta ahora nuestro hijo ha ido de nuestra mano, con mayor o menor fortuna su madre y yo hemos sido capaces de enseñarle unas formas y unos hábitos, pero es ahora cuando empieza su verdadera carrera hacia la independencia y autonomía personal.
Por su aula pasarán el cobarde, el abusón, el quejica, el taimado, el traidor, el débil , el afligido... Tendrá que afrontar las más dispares situaciones, tendrá que decidir y ni su madre ni yo, ni nadie podrá hacerlo por él. ¿ habrá sabiduria o vileza en sus decisiones?, ¿ sabrá perder, conservar un amigo, militar en el catecismo de la lealtad, la fidelidad y el honor? ¿ cómo enfrentará la frustración, la injusticia o el daño gratuito? ¿ será sensible a la dignidad, se horrorizará ante la humillación?
Me gustaría estar siempre ahí, en todos esos momentos en que tengan lugar esa toma de decisiones, no de una manera física e imponedora, sino de una manera tangencial, a través de los principios y del ejemplo que intentamos ser para ellos.
De momento vaya por delante mi más sincera gratitud y mi más decidido apoyo a todos sus maestros y profesores por ayudarnos en esta tarea educativa por convertir a nuestros hijos en ciudadanos libres, autónomos y, en la medida de lo posible, cultos.
La vida es bella. Y se renueva.

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