viernes, 19 de septiembre de 2008

Últimas palabras


Casi siempre tengo la sensación de que las líneas que me ocupan son las últimas de este blog. No hay en realidad tantas cosas que decir, ni tampoco la necesidad de soltarlas. Pero al final siempre sucede algo que te revuelve por dentro y te das cuenta de que sí, de que sientes la necesidad de hablar, de mostrar tu desconformidad. También en ocasiones suceden cosas buenas, sobre las que también necesitas dejar constancia, marcarlas con el lápiz rojo, resaltarlas, porque no siempre va a ser todo malo, desastroso, apocalíptico.
El último respingo lo ha provocado el Gobierno de la Comunidad Autónoma de Madrid. Su Consejería de Educación ha tenido la brillante idea de sacar a un grupo de estudiantes de raza gitana de un colegio muyyyyy grande y llevarles sin encomendarse a Dios ni al Diablo a un colegio más chquitín. Y a los payos que estaban mal a gusto en el colegio chiquitín, los han trasladado al colegio grandón, para que estén cómodos. No estamos hablando de instituciones privadas, si no de colegios públicos pagados con el dinero de nuestros impuestos. Si ya es anómalo este traslado forzoso sin contar con la opinión de los padres, lo más anómolo e intolerable es que las autoridades educativas hayan permitido que el gheto anide en un ámbito tan sensible y tan determinante para el futuro de nuestra sociedad: la escuela pública.
Si algo se debe exigir a un gobierno democrático es que vele escrupulosamente por la igualdad de oportunidades y de derechos de sus ciudadanos y es absolutamente inaceptable que sea precisamente un gobierno elegido en urnas quien conculque las normas más elementales de la cultura democrática.
Ni todos los políticos son iguales, ni da igual quien gobierne.
Hay fronteras que nunca se deben traspasar.

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