jueves, 11 de marzo de 2010

Puntos y comas



Quién no ha hecho limpieza en casa, empieza a encontrarse trastos y los vuelve a guardar por pena o con la falsa esperanza de que sean útiles en el futuro. Pues con los puntos y comas pasa lo mismo, que los vas acumulando hasta que tengas manera de usarlos. Ya puedes escribir cien novelas, quince informes, sesenta cartas, nada, da igual, cuando haces limpieza ahí están todos los puntos y comas mirándote, limpios y nuevecitos, en perfecto estado de revista.

A quién no le han regalado un cuadro con la mejor voluntad del mundo y llega a casa y no encuentra pared apropiada donde ponerlo. El cuadro puede ser precioso, pero no encaja con tu estilo o con los muebles o con tu estado de ánimo y lo acabas guardando o usándolo para equilibrar la pata de una silla o para tapar el cristal de una ventana que se ha roto y no te apetece cambiar. Pues lo mismo pasa con los puntos y comas, que sólo se usan en los correos electrónicos pero sin ninguna funcionalidad sintáctica, sólo para guiñar los ojos: ;-)

Una vez conocí a una persona que sabía emplear los puntos y comas correctamente. Al menos eso decía él. Luego me di cuenta de que era un farsante. Usar los usaba, pero sin tino ni criterio, debía ser un político...

Lo mío con las sonrisas es como con los puntos y comas, las concozco, las atesoro, me gustan, me da pena tirarlas y las guardo por lo que pueda acaecer, estoy deseando usarlas, pero hay días en que uno no encuentra maldita pared donde colgarlas.

Ahora mismo tengo la pluma a rebosar de puntos y comas y cualquier día, a la menor ocasión, cuando menos os lo esperies, os lleno el discurso de sonrisas.

No me vendría nada mal.

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