martes, 16 de noviembre de 2010

La Tragedia Griega



Los griegos en época de Aristóteles sí que sabían lo que era una buena tragedia. Las tenían bien protocolizadas, con su coro, su mímesis, su catarsis, su anagnórisis. Sus personajes eran redondos y palpables y a través de la trama se representaba ante los ojos del espectador su lamentable caida, o sea, que la cagaban pero bien. "Edipo Rey" de Sófocles es una de las grandes cumbres de la civilización.

Las tragedias hoy en día son de chichinabo, una bagatela. Me refiero a las tragedias de la vida real, no a las literarias. O bien porque son de patio de vecinos (de droga y alcohol, avaricia y semen), o bien porque están tan pegadas a la realidad que no despiertan ninguna pasión que eleve nuestra imaginación ( quedarse en el paro, que te desahaucien, que no puedes pagar más la hipoteca), o bien porque estamos tan acostumbrados a verlas en la televisión que ya ni se nos atragantan las palomitas.

El domingo tuvimos la oportunidad de presenciar una tragedia deportiva en toda regla, con todos sus elementos: el heroe, Fernando ALonso, el elegido de los dioses, el piloto perfecto que tras gran trabajo y tesón supera todas las dificultades, se impone a los elementos que estaban en su contra, vence a Tirios y Troyanos y contra todo pronóstico se queda a escasos centímetros del éxito total, descubre de pronto, tras un golpe de infortunio, un rasgo hasta entonces desconocido de su personalidad, descubre que es mortal ( anagnórisis). Los memos de su equipo yerran la estrategia y privan al rutilante héroe de la victoria final y de su consagración como héroe total. Todos los mortales reconocemos lo duro de la caida ( catarsis) y sufrimos con él, nos compadecemos ( unos con más mala leche que otros, todo hay que decirlo). La catarsis llega a su punto álgido cuando nos enteramos no sólo de que el héroe ha caido, si no que además ha llorado ( es mortal, mortal de la muerte) y la mega mega catarsis se acrecienta cuando nos enteramos de que el héroe - ese tío que iba de sobrado y era un borde integral- en lugar de arremeter contra el destino y contra el gilipollas del ingeniero o del jefe deportivo de Ferrari, declara que ahora se siente más unido a Ferrari que nunca.

Ahora sale el Corifeo y dice que los que se las prometían felices y se pensaban poderosos e invencibles también están expuestos a la crudeza de la vida y de los elementos.

Cae el telón.
Enhorabuena a los vencedores.

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