viernes, 25 de febrero de 2011

¡Se sieten, coño!


Ver la conmemoración del Golpe de Estado del 23-F junto con la Reina de Saba es toda una experiencia extrasensorial. La tele venga a bombardearnos con imágenes de la entrada de Tejero en el Congreso de los Diputados y uno en vez de cabrearse o de sorpenderse de cómo hemos cambiado o de cómo pudo haber pasado algo asi, o de si aquel país de tricornios, bigotes y testosterona pudo ser alguna vez el mismo en que ahora respiro, tengo que explicar unas diez veces al día ( dos por telediario + el zapping) que sí, mamá, que eso pasó en España, que fue un golpe de Estado, que fue hace treinta años, que papá aún vivía entonces, que no tiene nada que ver con La Bañeza y que ese es Suárez, ese otro Carrillo y ese de más allá fulanito de tal.

- Aquello debió ser bastante importante, ¿ verdad?

- Bastante, mamá.

- Ya me lo parecía a mi.

Vuelven a aparecer las imágines del monarca dirigiéndose a la nación a las tantas de la madrugada.

- Uy, ese es ese que sale tanto por la tele.

- Efecticamente mamá, es el rey

Y si me queda mirando no sé si sin saber a qué rey de la baraja me estoy refiriendo o tratando de asimilar el concepto REY.

Es obligatoria recordarla en sus años de esplendor. Cada día. En todas las ocasiones.

Como en aquella ocasión. Yo tenía once o doce años, debía irme de fin de semana de campamento con los scouts y por alguna razón que no recuerdo ( la memoria es inteligente, selectiva y piadosa) no tenía ganas de ir. Mi madre me recordó que el ir o dejar de ir no era una cuestión de apetencia o elección. Si estaba en el grupo tenía la obligación de ir, me gustará o no. Fui obligado y recuerdo que fue uno de los mejores fines de semana que pasé en mis muchos años de boy scout y que cuando regresé y se lo confesé, tuvo la delicadeza de no restregarme por la cara mi enconamiento anterior.

O aquella otra ocasión, ya en la universidad, que había planeado irme de inter-rail quince días solo por Europa y el día antes me quise rajar. Mi madre, mujer de misa diaria y católica a carta cabal, aún sabiendo que mi petate estaba lleno de condones y de petas, prefería verme consumido por el pecado que derrotado por el miedo y me obligó a coger el tren al día siguiente según lo planeado.

Tambien vimos ayer por la tele que los cuadernillos Rubio de toda la vida han sacado una serie especial para enfermos de alzheimer. Tiene una pinta estupenda.

- Y eso del alzheimer - me pregunto- ¿ qué es, hijo?

- Una putada, mamá, una gran putada.

La foto es del cuadro de Mariano Fortuni, Viejo desnudo al sol, del Museo del Prado.

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