domingo, 5 de junio de 2011

Declaración de principios ( políticos)




Desde que cumplí 18 años sólo he dejado de votar en una ocasión y por razones ajenas a mi voluntad. Supongo que mi devoción por la participación democrática está íntimamente ligada con la frustración que supuso no poder participar en el referendum de la OTAN allá por el 1986 o algo así, porque cuando se celebró me faltaban apenas dos meses para cumplir los 18 años. Me sentí muy impotente por no poder expresar mi NO. La vez que me quedé sin votar, fue por los impedimentos que pusieron eso tan neutral que llamamos autoridades a los residentes temporales en el extranjero. En otras ocasiones, también residiendo en el extranjero, conseguí votar siempre sin problema. Sólo se nos negó el derecho en aquel año 93 o 94, bajo la hégira de Felipe González, cuando le concedieron el premio "Carlomagno" en Aquisgrán, ciudad natal de Karl Marx, dicho sea de paso.

Nunca he sido fiel a ningún partido político, mi voto nunca se ha podido considerar un voto cautivo, lo que no signifique que mis ideas y mi ideología no sean claras y firmes. En todo el espectro político nunca he encontrado pantalones adecuados a mi gusto y estilo y siempre he estado saltando de una opción política a otra, en ocasiones movido por la personalidad de sus líderes, en otras por la confianza que despertaba en mi un determinado proyecto o por la esperanza en que tal persona fuera capaz de mejorar la situación o cumplir lo que prometía. En la mayoría de las ocasiones me he decantado siempre por partidos minoritarios y en muchas ocasiones también me he acabado arrepintiendo del uso que había dado a mi voto. Muchas veces he votado convencido, pero también he votado otras veces con la pinza en la nariz y en contra de quienes tenían todas las de ganar. Yo también me he dejado convencer por lo que se ha dado en llamar el voto útil, muy a mi pesar.

Después del movimiento del 15M las cosas no deben ser igual y el cambio empieza de momento por el arma más poderosa que la democracia pone en nuestras manos: el voto. Es por ello que me comprometo a no votar nunca más en el futuro en contra de nadie, a favor del mal menor o por compromiso con "los nuestros"; que siempre buscaré opciones que no tengan ninguna relación con corruptelas, tejemanejes, grandes fastos y estériles dispendios; que siempre estaré atento y vigilante al discurso del "y tú más", que apoyaré siempre a partidos que abogen sin demagogia por una reforma y hallan dado muestras con sus acciones de su interés por una regeneración de la democracia actual: refundición de los partidos, una ley electoral que facilite una mayor representatividad, en fin, una regeneración total de la participación y de la actividad democrática. Vamos, que el que quiera mi voto, va a tener que ganárselo. Demos a nuestros votos el valor que tienen.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pues sí,pues sí...gasta tu voto con mesura ...o el porqué de ciertas cosas :

http://www.youtube.com/watch?v=WcbKHPBL5G8

Saludos,bárbaro