sábado, 21 de enero de 2012

La pizza


El otro día fuimos los tres al supermercado a comprar una pizza para la cena. En malo hora. Elegir pizza es de lo más complicado del mundo. Que si la hawaiana no, que tiene piña, que si esa otra no, que tiene salchichón, que si la cuatro quesos otra vez no. La tensión se podía cortar con un cuchillo. Al final acabamos comprando la pizza del consenso. La de jamón y queso, sosa, sosísima, de la que todos estamos más que hartos pero es la única en la que somos capaces de ponernos de acuerdo.

Si se fijan es lo mismo que sucede a menudo con la política. Las cosas no cambian porque no hay manera de que nadie se ponga de acuerdo. Cuando se abordan las reformas, de las propuestas iniciciales a los resultados finales media un mundo.

No son están líneas un alegato a favor de las dictaduras ni de las mayorías absolutas, es un alegato a favor desde luego del consenso, pero también de la empatía y del riesgo.

A veces pienso que me moriré sin saber cómo sabe la pizza barbacoa.

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