miércoles, 25 de enero de 2012

De la mano



A Campanilla y a mi nos encanta ir por la calle de la mano del Agente Naranja. También nos encanta ir de la mano de Cascarrabias´ Kid, pero no se deja. Ir de la mano es un placer y una necesidad, del mismo modo que los científicos necesitan demostrar la existencia del Bosón de Higgs para que la materia que nos rodea tenga sentido, lógica y equilibrio; del mismo modo que el protón no es nada sin su electrón. De la mano, orbitamos, formamos una unidad mínima de materia, un átomo de sentido.

La mano del Agente Naranja es liviana y sutil. No ejerce fuerza, pero el lazo no se rompe. El Agente Naranja domina la técnica y como los verdaderos y únicos dioses que en el mundo han sido atesora el insólito don de la ubicuidad. Esta aquí y en otro sitio. Está aquí, de la mano, conmigo, caminando y, a la vez, está en los lugares más insólitos: en las lunas de Naboo adiestrando a su Padawaan, a bordo del Unicornio con el capitán Hadock, en un indomable pueblo de la galia con un menhir a la espalda, en la cubierta de la Perla Negra arengando a su tripulación, en un campo de rugby de Auckland marcando un ensayo imposible.

Al Agente Naranja es darle la mano y desatársele la imaginación. A Cascarrabias´Kid, sin embargo, las pocas veces que en el mundo han sido, es darle la mano y desatártesele la lengua. Larga como una portera.

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