martes, 8 de junio de 2010

Las amistades peligrosas




Toda la vida convencido de que mi familia eramos cuatro y el Ángel de la Guardia y resulta que somos cinco más el IVA; por orden alfabético: Campanilla, Cascarrabias´Kid, Culo Gordo, El Agente Naranja y su más íntimo amigo, Edipo.

Ya cuando era más pequeño El Agente Naranja se había agenciado un amigo imaginario al que llamaba Pepegüí. Al principio nos hacía gracia la historia que se había montado el chiquillo con el Pepegüí dichoso, pero el cuento dejó de gustarnos el día que se enfadó con nosotros - debía tener poco más de dos años- y amenazó con irse a vivir con su otra familia, que resultó que era la de Pepeguí. En la guarderia, donde también conocían las andanzas del tal Pepegüi y donde consultamos lo que sucedía, nos tranquilizaron, era algo normal y que le pasaría con la edad.

Yo ya de aquella quise aprovecharme de la situación e inscribir a la familia en el Registro Civil como familia numerosa, pero no coló. El Agente Naranja sí jugaba con Pepegüí, pero Cascarrabias´Kid no le pillaba le intríngulis y entonces faltaban pruebas, una partida de nacimiento y dos fotos de carnet. El Ángel de la Guardia tampoco era inscribible.


Pepegüí desapareció igual que vino. Hombre, ayudo un poco el hecho de que cuando Campanilla o yo nos enfadábamos con el Agente Naranja le amenazábamos con largarle con su otra familia, con la de Pepegüí. Y es que donde las dan las toman. El Agente Naranja debió sopesar la calidad y variedad de los menús y seguro que en la familia real se comía mejor que en la familia virtual y además la cama estaba más caliente, asi que optó por enterrar a Pepegüí.

Otro amigo que no le abandona desde la infancia es Rodolfo, el elefante que aparece en la foto. Duermen juntos desde su más tierna infancia y cuando salimos de casa nos puede faltar el pijama, la comida, lo que sea, menos Rodolfo. Es ya un miembro más de la familia.

Al que tengo un poco más atravesado es al otro, al Edipo, que se pasa todo el día malmetiéndonos a mi hijo y a mi por culpa de Campanilla. Nos enfrenta. Cuando la abrazo se cela y luego se pasa él todo el santo día sobándola, abrazándola y besuqueándola. La tiene frita. Yo no sé hasta que punto es inconsciente el deseo de mantener una relación incestuosa con su madre y de eliminar al padre, que soy yo ( mientras que el ADN no demuestre lo contrario). Para mi que algo hay. Tampoco sé que fase del complejo atraviesa el Agente Naranja ahora mismo, si la oral, la anal o la fálica. Posiblemente las tres a la vez porque el tío no calla, da por el culo bastante y me tiene hasta la polla.

Si estamos con estas amistades ahora, qué no tendremos cuando nos llegue la pubertad.

En fin, me dice Campanilla que ha cedido la fiebre de los días pasados. Seguro que por lo menos estiró otro centímetro más.

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