domingo, 26 de diciembre de 2010

Energias renovables



Esta mañana me he puesto unos pantalones de pana de los de toda la vida y me he ido de compras. Genero la suficiente electricidad estática como para abastecer una ciudad de doscientos mil habitantes durante todo un año. Exageraciones a parte, la situación no es del todo cómoda. No puedo sentarme en una cafetería para tomar un café porque saldrían chispas tan descomunales que podría acabar todo en una tragedia, en una explosión de consecuencias incalculables. Tampoco puedo ir de la mano de los chicos y es un engorro, esta época del año es propia de compras y grandes aglomeraciones y conviene llevarlos bien cogidos, pero nada más tocarles se les carda el pelo y los ojos hacen unos preciosos juegos de luces. Lo más sorprendente fue cuando una señora me dio las gracias. Estábamos en un comercio, ella estaba a mi lado y en menos de cinco minutos ya le había cargado el móvil. Un tipo con pinta de americano no perdió ripio de lo sucedido. Como supe luego se trataba de un ingeniero del Instituto de Tecnología de la Universidad de Massachusttes. No me lo quite de encima en todo el día. Todo el rato acercándome aparatos eléctricos cada vez más potentes sorprendido de la capacidad del efecto. Lo más sensato hubiera sido meterme en un probador y librarme de aquella fuente inagotable de energía, pero estoy seguro de que hubieran salido corriendo sin mi y no los hubiera vuelto a recuperar jamás. Me hubiera gustado volver en coche a casa, pero sólo pensar en el hostiazo que me iba a soltar en cuanto me acercara, se me quitaron las ganas y, además, no estoy seguro de sur capaz de conducir un Ferrari. Dicen que van a subir el uno de enero el recibo de la luz un 10 %, que si sube el precio del petróleo, que si el coste de generación, que si la rentabilidad de la energía fotovoltaica, en fin, que yo tengo en estos momentos la solución pegada a mi mismísimo culo. ¡Tantos millones en investigación y desarrollo desperdiciados!
La pana se va a poner de moda y, si no, al tiempo.

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