miércoles, 12 de septiembre de 2012

El acueducto rumano

En tiempos, los romanos - esos invasores con falditas-, llenaron el país de acueductos que aparecen hoy en día en muchos de nuestros coloridos folletos turísticos. En la última decada hemos experimentado una nueva romanización, pero en esta ocasión con U, la rumanización. Ahora nos han invadido los rumanos. La verdad es que "in illo tempore" los romanos que fundaron Lucus Augusti, Caesar Augusta, Asturica Augusta o Colonia Iulia Vrbs Triumphalis Tarraco* , los que erigieron las urbes, los anfiteatros, los foros, las calzadas, los puentes y, como no, los renombrados acueductos, edificaciones todas ellas que nos llenan de comprensible orgullo, eran todos de Roma ni tenían Carta de Ciudadanía Romana; los había Dálmatas, Hispanos, Celtas, Galos, Bárbaros, Cartagineses, Nubios u otros que se ganaban las castañas lanzando el "pilum" o empuñando el "gladius"** como rudos legionarios y al amparo del Imperio y su espíritu civilizador. Exactamente como ahora, donde tampoco los rumanos que han venido a construir los acueductos son todos de Rumanía: los hay ecuatorianos, senegales, moritos y de otras variopintas nacionalidades, todas tan invisibles como aquellas otras por las que se posó el polvo de la Historia.

Una cosa es clara. Todos esos hermosos acueductos romanos jamás se podrían haber erigido sin la necesaria participación de todas aquellas personas - crisol de nacionalidades, creo que lo llaman-, que convivieron sobre el suelo patrio y que confluyeron bajo el yugo del Derecho Romano y sus legiones, mal que le pese al muy benemérito y patriota Viriato y su panda de cabreros.

Si ni los romanos eran romanos, ¡vaya por dios!, ni los rumanos de Rumanía, tampoco los acueductos son ahora tales y en la comparación salimos claramente perdiendo; ahora son aeropuertos sin aviones, auditorios sin público, autopistas radiales de peaje, macropuertos sin barcos, velódromos sin bicicletas, urbanizaciones sin agua corriente, etc. Sírvase añadir Ud cualquier otro ejemplo de los muchos que trufan el paísaje urbanístico del país. Eso sí, ninguno de nuestros modernos edificios le llegan a la suela de los zapatos a los funcionales, sobrios, majestuosos y anónimos romanos, por mucho Calatrava, Moneo, Foster o Gerhy que los firme. Dónde va a parar.

El imperio romano se cayó, o se vino abajo, o pasó a mejor vida en parte por la corrupción interna, en parte por el colapso económico y la crisis social, en parte por invasiones externas de persas y germanos. Exactamente igual que ahora, sólo que ahora los bárbaros se llaman Dragui, Merkel, Standard & Poor´s... y en lugar de catapultas, arietes, escorpiones y onagros, nos han sometido con armas menos sanginarias pero igualmente cruentas y eficaces: la Deuda, la Prima de Riesgo, el Rescate, los Deshaucios y las Preferentes. El resultado es el mismo, los que salen perdiendo son siempre los romanos, sean de Transilvania, del Lago Rosa o de Mostoles. .

Ojalá nosotros consigamos que no nos entierre el polvo de la Historia. 15M.

*Lugo, Zaragoza, Astorga, Tarragona.
 ** jabalina; espada.
Lectura recomendada: Tácito, anales.

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