jueves, 3 de abril de 2014

EL DURO OFICIO DE HACERSE MAYOR



Querido hijo:

Tenía que llegar. No te asustes, no temas, no te rindas. Nadie dijo que vivir fuera fácil. Crecer, hacerse mayor, alcanzar la plenitud como persona, significa también enfrentarse con episidios nuevos, desconocidos, desagradables, inesperados, desgarradores. También a la traición y al despecho de los más cercanos. Uno se hace mayor de verdad cuando es capaz de aceptar la contrariedad y la desdicha sin perder la compostura, sin esconderse,  sin renunciar a nada, sin dar un paso atrás.

Me gustaría poder decirte que la vida es siempre un camino de rosas, que nunca te pasará nada, que siempre estarás protegido y que siempre habrá sentido, orden y claridad en cuando emprendas, en las personas que conozcas y las circunstancias que abordes. Nada más lejos de la realidad. La vida es una caja de sustos, trances y sorpresas.  Algunos agradables, otras no tanto. Hacerse mayor supune aprender a convivir con las desagradables sin perder la compostura, y aferrarse y disfrutar de las agradables con intensidad y gozo. La vida es la mejor aventura posible.

Mi muy querido hijo. Ten siempre presente que los fantasmas no existen. Son sólo sombras que habitan en nuestras cabezas. Si a un fantasma le quitas la luz, automáticamente desaparece su sombra y se vuelve asequible, canijo y franqueable. Pero el interruptor que disipe la sombra sólo puedes pulsarlo tú. Sólo tú puedes descubrir dónde está. Sólo tú puedes apaciguar la tenebrosidad que les enardece. La seguridad, la certidumbre, la felicidad está dentro de ti. Hay mucho en juego. De cómo cicatricen estas primeras heridas, dependerá mucho el rumbo y el ánimo con que afrontes el futuro. Sé valiente. Sé inteligente. Sé siempre fiel a lo mejor de ti mismo. Mira a la gente de frente, también a los que te defraudan, te amenazan y te rechazan. Suele funcionar. No es sencillo. Requiere su práctica.  Es oficio de valientes. Aprende a convivir contigo mismo y no tendrás ningún problema en convivir con los demás. La escalera no es tan empinada ni tan alta. Sólo se trata de ir subiendo escalón a escalón. Empieza por el primero, no te emborraches de escalera.

No pierdas tiempo buscando sentido en lo que no lo tiene. La desafección, la traición, el daño, la burla, la indiferencia, la violencia sólo son importantes y preocupantes cuando eras tú quien se lo infringes a otro; de otro modo consideralos como sombras de fantasmas y desármalos de la única manera posible y apropiada: obrando con corrección, sin rencor, ni venganza. Obra bien en toda circunstancia, porque el mal que causes no te hará más feliz, no así la satisfacción de no tener cuentas pendientes con nadie.

No es necesario entenderlo ahora todo. Quédate tan sólo con un último detalle. En toda circunstancia puedes contar con el apoyo de tus padres. Ellos -  nosotros-, siempre estaremos de tu lado. En toda circunstancia. A pesar de las broncas y los sermones. O precisamente por eso.

Tuyo siempre
Culo Gordo.

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