
El otro día Cascarrabia´s Kid discutía en la cocina con Campanilla. Quería sacar dos céntimos de la hucha y Campanilla se negó. Uno tiene la suficiente experiencia como para saber cuándo no debe meterse en una discusión entre madre e hijo. Ese era uno de esos momentos.
Más adelante traté de conocer los motivos de la discusión. No fue fácil. Resumiendo: Cascarrabia´s Kid se había peleado con un compañero en el patio del colegio, vamos, que le cascó de lo lindo, y el agredido había amenazado con chivarse a la señorita. Cascarrabia´s Kid aterrorizado por las consecuencias de tal denuncia, había llegado a un acuerdo con el chivato: el silencio costaba dos céntimos. A Cascarrabia´s la autoridad le impone.
Qué problema había. Al llegar a casa echaba mano de la hucha y asunto solventado. Lo que no sabía Cascarrabia´s Kid es que su hucha es una inversión a plazo fijo y no es tan sencillo deshacer posiciones. Riete tú de los planes de pensiones.
Campanilla no le permitió transitar por el camino más fácil: la hucha, y yo le dejé bien claro que una deuda es una deuda y que las deudas hay que satisfacerla siempre. Con esas cosas, pocas bromas.
Cascarrabia´s Kid estaba por tanto en un gran dilema. Tenía vedado el acceso a la hucha y tenía la obligación de saldar la deuda adquirida. Qué hacer.
A Cascarrabia´s Kid se le propuso ganarse los dos céntimos. Espero que ningún miembro de UNICEF lea este blog porque hemos explotado a un niño, le hemos hecho trabajar sin seguro social de ningún tipo, por un sueldo realmente de mierda, en una situación de semiesclavitud y, para más inri, el salario va a ir a parar al bolsillo de otro. El muchacho ha hecho sin duda el negocio de su vida.
¡ Si por lo menos fuera capaz de sacar las enseñanzas adecuadas!
En otro orden de cosas, lo que más me preocupa es el poder del miedo, el que Cascarrabia´s Kid tenía a la reprimenda de la señorita y el que demostró a qué yo supiera qué es lo que había pasado con su compañero, con Campanilla y con los dos céntimos. Pero de eso hablaré otro día.
O no.