sábado, 5 de marzo de 2011

La Velocidad



El siglo XX fue sin duda la centuria de las mujeres y de la tecnología, dos arcanos incomprensibles para mi.

En el siglo XX las mujeres conquistaron entre otras cosas el sufragio universal y su sexualidad. Aún queda mucho camino por recorrer, pero por lo menos el mundo ha recuperado con todas las de ley a la mitad de la humanidad que hasta entonces había estado ignorando.

El último síntoma de la mirada femenina que recorre el mundo la hemos visto esta última semana: el Gobierno ha decidido que a partir del lunes que viene la velocidad máxima en las carreteras españolas será de 110 kilómetros por hora. Estoy seguro de que la mayoría de las mujeres hubieran preferido que esta medida fuera aún más drástica, porque las mujeres saben perfectamente que ciertas cosas, las verdaderamente importantes, hay que hacerlas con tiento, sin prisa, despacio y bien.

La medida gubernamental puede parecer una mera ocurrencia o una tomadura de pelo, pero a mi me parece perfecta. Sólo una medida así sería capaz de conseguir lo que ha conseguido: poner en primera línea de fuego el debate de los recursos energéticos. A una gran parte de la ciudadanía que cierren o no nucleares nos las trae al pairo, a que nos cueste más llenar el depósito nos hemos acostumbrado aunque nos duela, que haya o no primas a las energías renovables... puede ser que sí o quizás todo lo contrario, el coche eléctrico, los edificios sostenibles, la biomasa, el biodiesel, nos suena un poco a futurismo o a camelo, no nos lo acabamos de creer, pero lo cierto es que la energía es un recurso escaso y caro y que nuestro futuro como sociedad pasa por una gestión eficiente y económicamente sostenible de los recursos energéticos.

La limitación de la velocidad ha abierto una oportunidad magnífica para darnos cuenta de que estábamos viviendo muy por encima de nuestras posibilidades y que el debate sobre la cuestión energética es vital para nuestra sociedad. Esperemos que los de siempre no trunquen nuestras espectativas.

O eso, o mi traje de pana.

viernes, 25 de febrero de 2011

¡Se sieten, coño!


Ver la conmemoración del Golpe de Estado del 23-F junto con la Reina de Saba es toda una experiencia extrasensorial. La tele venga a bombardearnos con imágenes de la entrada de Tejero en el Congreso de los Diputados y uno en vez de cabrearse o de sorpenderse de cómo hemos cambiado o de cómo pudo haber pasado algo asi, o de si aquel país de tricornios, bigotes y testosterona pudo ser alguna vez el mismo en que ahora respiro, tengo que explicar unas diez veces al día ( dos por telediario + el zapping) que sí, mamá, que eso pasó en España, que fue un golpe de Estado, que fue hace treinta años, que papá aún vivía entonces, que no tiene nada que ver con La Bañeza y que ese es Suárez, ese otro Carrillo y ese de más allá fulanito de tal.

- Aquello debió ser bastante importante, ¿ verdad?

- Bastante, mamá.

- Ya me lo parecía a mi.

Vuelven a aparecer las imágines del monarca dirigiéndose a la nación a las tantas de la madrugada.

- Uy, ese es ese que sale tanto por la tele.

- Efecticamente mamá, es el rey

Y si me queda mirando no sé si sin saber a qué rey de la baraja me estoy refiriendo o tratando de asimilar el concepto REY.

Es obligatoria recordarla en sus años de esplendor. Cada día. En todas las ocasiones.

Como en aquella ocasión. Yo tenía once o doce años, debía irme de fin de semana de campamento con los scouts y por alguna razón que no recuerdo ( la memoria es inteligente, selectiva y piadosa) no tenía ganas de ir. Mi madre me recordó que el ir o dejar de ir no era una cuestión de apetencia o elección. Si estaba en el grupo tenía la obligación de ir, me gustará o no. Fui obligado y recuerdo que fue uno de los mejores fines de semana que pasé en mis muchos años de boy scout y que cuando regresé y se lo confesé, tuvo la delicadeza de no restregarme por la cara mi enconamiento anterior.

O aquella otra ocasión, ya en la universidad, que había planeado irme de inter-rail quince días solo por Europa y el día antes me quise rajar. Mi madre, mujer de misa diaria y católica a carta cabal, aún sabiendo que mi petate estaba lleno de condones y de petas, prefería verme consumido por el pecado que derrotado por el miedo y me obligó a coger el tren al día siguiente según lo planeado.

Tambien vimos ayer por la tele que los cuadernillos Rubio de toda la vida han sacado una serie especial para enfermos de alzheimer. Tiene una pinta estupenda.

- Y eso del alzheimer - me pregunto- ¿ qué es, hijo?

- Una putada, mamá, una gran putada.

La foto es del cuadro de Mariano Fortuni, Viejo desnudo al sol, del Museo del Prado.

viernes, 18 de febrero de 2011

¡ Viva la República Navideña!




Los Reyes Magos o son unos cabrones o me tienen manía. Este año tampoco me han traido lo que les pedí: que mantuvieran en los chicos la magia de la noche de reyes un par de años más. No han trascurrido ni dos meses y ¡ bingo!, Cascarrabias´Kid ya está con la mosca detrás de la oreja.

El otro día volvía con él a casa y me lo dijo.

- Dani y Juan ( dos compañeros de clase, ¡ Alá les confunda y adorne sus posaderas con unas buenas almorranas!) no creen en los Reyes Magos - me dijo. Pausa - Y en Papa Noél tampoco.- Pausa. Pausa. Pausa. La calle era más fría y el invierno más invierno que nunca- Dice que los Reyes magos son los padres.

- Los padres de quién- le pregunté instantáneamente.

- Jolín, ¡los padres! ( pareces tonto, debió pensar)

- Cómo que los padres, los padres de quién.

- Los-pa-dres-los-pa-dres.

- Pero qué padres.

Pausa

- Pues los padres.

Pausa. Encogimiento de hombros.

- Dice que son los padres quienes entran de noche y dejan los regalos- dijo sin mucho convencimiento.

Primer asalto ganado. Conseguí desconcertarlo. Cómo iban a ser los padres si el mío está en Babia, debío pensar. Pausa. Ráfaga de viento helado. Suspense. Dijo los padres entran, dijo, los padres dejan, no dijo ni entráis, ni dejáis. Como Gila: alguien ha matado a alguien y no miro a nadie.

- Qué tontería.

- Lo dicen, de verdad.

- Pues el año que viene le mandas la carta a los padres de Dani y de Juan y a ver qué te traen.

Argumento irrefutable. Asunto zanjado.

Pero yo sé que la brecha ya no hay manera de cerrarla. Y Cascarrabias´ Kid también lo sabe y es sólo cuestión de tiempo que la sospecha se metamorfosee en certeza y se rompa el hechizo de la noche más mágica de su existencia.

Los Reyes Magos ahora mismo están más devaluados que las acciones de Nueva Rumasa.

Ahora la duda que se nos plantea a Campanilla y a mi es si abrirle definitivamente los ojos, para que no se extienda el cáncer y contamine a su hermano o dejar las cosas del tamaño actual a la expectativa de cómo se desarrollen los acontecimientos.

Les mantendremos informados.

¡Cabrones!

jueves, 10 de febrero de 2011

Mi amigo Elhadji


Mi amigo Elás tiene cincuenta? cincuenta y dos? cincuenta y cinco años?, es senegalés y hoy acaba de ser papá por cuarta vez. El primer hijo varón. Su primera hija tiene veinteseis años, vive en Senegal y le ha hecho abuelo hace unos pocos meses. La segunda tiene ya 17 años y la conocí cuando contaba aún con 10 u 11 años. La tercera, que también vive ya en España, tiene trece años. Todos los hijos los ha tenido con la misma mujer. Su mujer es senegalesa, ha llegado a España hace poco más de un año y apenas habla un poco de español. Elás tiene la nacionalidad española y sus hijos también.

El tiempo tiene las patas largas y corre más que los ladrones. Cómo explicarse, si no, que hace casi veinte años que nos conocemos. Ya entonces hablaba un español más que correcto y era un hombre optimista, simpático y leal, la sonrisa siempre puesta, sin impostura, el chiste, la broma, el abrazo, el afecto. A pesar de que su vida, como la de otros muchos compatriotas, no siempre fue fácil. Me refiero a sus compatriotas de antes, los senegaleses, no a los de ahora, los españoles. Por aquel entonces tenía un puesto en el rastro y vendía no recuerdo si bolsos, o camisetas o marroquinería, ni falta que hace. Luego consigió un trabajo en el andamio. Fue un salto sustancial en su vida. Todavía me acuerdo de lo delgado que estaba y cómo se quejaba de lo duro que era la vida de peón y cómo nos reíamos con las bromas que le gastaban con lo del cerdo, el alcohol y el tamaño de la verga.

Años más tarde me lo volví a encontrar y me contó que se acababa de sacar el carnet para conducir camiones. " Llama aquí de mi parte", le dije y a la semana siguente conducía un camión rumbo a Bélgica. Me llamó para darme las gracias. No sé si le hice un favor o una putada, pero él me sigue sonriendo y saludando afectuosamente cuando me ve. Lleva ya unos cuantos años al volante y en el interín ha conseguido la nacionalidad española y ha conseguido reagrupar a la familia. Elás es un buen trabajador, y quiero pensar que un buen esposo y un buen padre. Desde luego es un buena amigo, un buen musulmán y un buen ciudadano. También un buen compañero: un hombre optimista y alegre, con la sonrisa siempre cargada y que trasmite cariño y luz a todos los que le conocemos. Es un hombre digno de confianza. Qué más se puede decir de una persona.

Ahora además, es un hombre feliz. Ha sido padre de nuevo. Cualquier otro español de su edad estaría más preocupado por su plan de pensiones que por traer otro vástago a este mundo. Tenemos tanto que aprender de estos nuevos compatriotas.

No me quiso decir cómo se llamaría el chaval. Es un secreto. Dentro de una semana, como marca la tradición en su país de origen, harán en casa una gran fiesta, le raparán el pedo al recién nacido y en ese momento harán público el nombre del nuevo miembro de la comunidad. Justo en el momento de hacer público su nombre, como marca la tradición, habrá que sacrificar un cordero. Pero en España está prohibido sacrificar animales fuera del matadero y con el sello azul en el culo. Qué hacer. En el momento de decir el nombre del recién nacido alguien al otro lado del móvil y del mundo, en Dakar, matará un cordero en el momento indicado.

Me siento un hombre afortunado por poder contarme entre los amigos de Elás y también me siento orgullosos porque al poder llamar compatriota a Elás se ennoblece, enriquecey agranda el sentimiento de ser español.

Enhorabuena y gracias amigo.

viernes, 4 de febrero de 2011

El valor y el precio



Los chicos están empezando a conocer ahora la función del dinero y el valor de las cosas. Casi na. También este año han empezado a recibir propina, lo que sin duda ha contribuido a que empiecen a familiarizarse con el dinero, sus posibilidades y sus frustraciones. Les hemos asignado la nada despreciable suma de treinta céntimos de euro a la semana y su obtención está directamente viculada a su rendimiento y comportamiento semanal, o sea, que no conseguimos ni una sola semana que llegue el domingo y cobren íntegra la propina. Se la pulen en castigos y amenazas, pero ese es tema para otro artículo.

Ni Campanilla ni yo habíamos tenido hasta el momento ninguna prisa en que los muchachos empezaran a manejar dinero, ni ellos lo habían demandado, pero cuando por fin nos decidimos a asignarles una propina hemos de reconocer que fue una buena idea. Coincide además con la época donde en la escuela empiezan a manejarse con soltura con las sumas y las restas, lo que facilita que aprendan mejor a saber lo que se tienen entre manos, a que hagan sus cálculos y sepan cuantas chuches pueden o no pueden adquirir. Fue un auténtico schock llegar al kiosko del barrio una de las primeras veces a por la peonza de moda y ver que todo el capital de los dos juntos apenas daba para adquirir una peonza de saldo y baratija, en lugar del rutilante objeto que tenían otros compañeros de colegio. Fue más traumático aún comprobar cómo aquel objeto en el que habían invertido todo su capital se rompía a las primera de cambio. De una manera intuitiva supieron que el valor de las cosas rara vez está relacionada con su precio.

Las primeras semanas se pulían el dinero en el quiosko a las primeras de cambio, ahora sin embargo, se han convertido los dos en unos Gilitos, y compiten a ver quién de los dos acapara más metal y cuentan y recuentan sus fondos una y otra vez. Me imagino que Emilio Botín debió empezar igual su fulgurante carrera de " Chairman of Banesto".

Ahora han empezado a gastar de otra manera. Efectivamente con su asignación semanal no van muy lejos y para adquirir las cosas que quieren se ven obligados a ahorrar. Algunas de las cosas que quieren saben que son tan caras y que tendrán que juntar tantas propinas que prefieren cargarles el muerto a los Reyes Magos o posponerlo para el día del cumpleaños. También hay compras de objetos relacionados con sus prácticas deportivas que les subvencionamos: ellos ponen X y buen comportamiento y nosotros el resto.

Nunca han sido unos niños caprichosos de los de culito veo, culito quiero, pero son de carne y hueso y como cada hijo de vecino desean. Lo bueno ahora es que cuando les dices el precio de las cosas, lo ven desde una nueva perspectiva y ellos mismos se dan cuenta de la magnitud de la tragedia. Empiezan a sopesar el auténtico valor de las cosas. O por lo menos eso creemos...

lunes, 24 de enero de 2011

Rugby



Aún no había cumplido siete años, eso seguro. Todavía vivía en el pueblo y recuerdo que ya organizábamos partidos de rugby en el patio del colegio de las monjas. Sólo había una regla " al montón que ye grandón". Luego supe que el montón también tenía sus reglas y se llamaba "melè". Aquel deporte me fascinó desde el primer momento, fue lo que se dice un amor a primera vista. Por aquel entonces el Cinco Naciones estaba dominado por el quince rojo de Gales y desde entonces han sido mis colores. Los únicos, pase lo que pase ( salvo cuando hablamos de fútbol, claro, que son azules)

El segundo fogonazo fue a los ¿once?, ¿doce?, ¿trece años?. No lo sabría precisar pero de pronto nos vimos un grupo de amigos del colegio los sábados por la mañana en uno de los campos a las afueras de la ciudad, al mando de un muchacho inglés y otro americano, con un balón ovalado entre las manos y tratando de aprender los rudimentos de ese deporte que tanto me había fascinado de niño. La experiencia no se alargó más de un año y tampoco guardo un detallado recuerdo de aquellos días. La memoría es sabia y piadosa. Un día dejamos de ir a los entrenamientos y en mi recuerdo sólo quedan ciertas instrucciones y la humillación de haber recibido algún topetazo más fuerte del que podía soportar mi cuerpo de juguete.

El tercer episodio se remonta a la etapa universitaria. Me amigo M. se fue de Erasmus a Inglaterra y le rogué que me trajera una camiseta del equipo de Gales. Qué chorrada, pensarán, si hoy con internet se puede conseguir lo que se quiera; pero en los años ochenta no era tan sencillo y con mi camiseta roja fardaba mogollón. El Rubgy por aquellos años era un vínculo más con mi novia. No sé si el gusanillo del deporte de los quince se lo metí yo, pero si sé que los dos disfrutábamos viendo correr por un campo de rugby a Sergè Blanco o al enclenque Jonhatan Davis metiendo "drops" con una facilidad pasmosa. El dia que mi madre me tiró a la basura mi súper camiseta de gales, descolorida y rota, casi me da un patatús. Qué sabrán las madres del amor a unos colores...desvaídos.

El cuarto capítulo es reciente. Este año hemos llevado a Cascarrabias´Kid y al Agente Naranja a la escuela de Rugby de la ciudad. Están encantados y nosotros también. Nos gusta practicamente todo. El Rugby es el deporte de equipo por antonomasia, donde tipos como Messi no tienen nada que hacer si no tiene detrás catorce compañeros que lo respalden. Mientras que quince tipos mediocres, pero solidarios, compenetrados y comprometidos pueden conquistar la gloria. En los entrenamientos, cuando uno de los muchachos se salta las normas, el entrenador castiga a todo el equipo ( unas planchas, unas carreras) para que aprenden desde el primer día que todos son uno y lo que haga uno influye en todo el equipo. El ambiente en la grada es único, entre otras cosas porque tanto padres, como entrenadores, jugadores y aficionados nos sentimos como especies en peligro de extinción y nos apoyamos unos a otros como podemos: vendiendo papeletas, acudiendo a todas las actividades a las que se nos convoca con actituad militante o comprando camisetas de saldo para financiar al club. El rugby es un deporte técnico, donde las reglas de juego son relativamente sencillas, pero cuyo juego despliega muchas y difíciles variantes, con muchos automatismos y movimientos que cada jugador debe aprender, donde se juega más sin balón que con balón y donde los jugadores deben tener un dominio perfecto de los caprichosos efectos de un óvalo indomable. Que me lo digan a mi. Al principio teníamos nuestras reticencias en que el Agente Naranja jugará al rugby, siempre ha sido un niño mermado físicamente por culpa del asma. Qué equivocados estábamos. En cuanto ha empezado a practicar deporte al aire libre ha mejorado sensiblemente. Sin mencionar la ilusión y la ansia cuando llega el día del entrenamiento o del partido.

Aprovechando la obligación de traer y llevar a los muchachos yo también me visto de corto y corro por el campo con el grupo de veteranos, que tan generosamente me han acogido, jugando a que se jugar, moviéndome como si verdaderamente fuera capaz de correr sin desplomarme pasados diez metros y pasando la pelota como si no fuera tetrapléjico, yo, que me he vanagloriado los últimos veinte años de no haber derramado con éxito ni una sola gota de sudor. No sufran por mi, los veteranos no nos placamos, como dice Campanilla jugamos al pilla-pilla con una pelota en las manos, pero para mi es como haber rejuvenecido por lo menos por lo menos seis meses... ni digo siete porque no quiere que me consideren un exagerado.


Lectura recomendada: Albert Turró. " El Tercer Tiempo. Todo lo que hay que aprender de rugby mientras se beben unas cervezas", Saga Editorial.

jueves, 13 de enero de 2011

Alexander Flemming



Dice la leyenda ( falsa) que el padre de Alexander Flemming salvó a Winston Churchill de morir ahogado en un pantano siendo este niño. Como compensación y muestra de gratitud el padre de Churchill le pagó los estudios al hijo del granjero, el también niño Alexander Flemming, a la postre médico. También es falsa la historia que cuenta que años más tarde, la penicilina que descubrió el doctor Flemming salvo la vida del hijo de Sir Winston Churchill. ¿ Qué por qué lo se? Porque lo he leido.

Lo cierto es que el Doctor Flemming ofició su profesión durante la Primera Guerra Mundial y vivía con espanto la alta mortalidad que provocaban las heridas infectadas de los soldados. ¿ Fue la fuerte impresión por las carnicerías de la soldadesca lo que le llevó a descubrir la penicilina? Pues en cierto modo sí, porque dedicó su trabajo posterior a trabajar en enfermedades infecciosas como la gangrena; luego había ya una predisposición. Luego favorecieron el descubrimiento el carácter caótico y desordenado del profesor y la chiripa. Andaba todo manga por hombro en el laboratorio y entró la bacteria en contacto con el penicillium chrysogenum y el doctor en lugar de arrojar a la basura el cultivo que se había estropeado, percibió inmeditamente que lo que acababa de suceder era extraordinario. Acababa de nacer la penicilina.

Desconozco si el doctor Flemming era un buen tipo, si pegaba a sus hijos, si le ponía los cuernos a su mujer, si iba a misa los domingos o si coleccionaba ropa interior usada, -no he leído nada jugoso en ese sentido que me diera alguna pista y enriqueciera esta breve reseña- ni falta que hace. Sus descubrimientos significaron, después de la vacuna, la modernización de la salud pública y la erradicación de la mortalidad endémica. Antes de los antibióticos nuestros abuelos caían como chinches. Y tiene su mérito, yo me paso todos los otoños en el bosque rodeado de hongos y no he observado ningún fenómeno científico digno de ganar el Nobel. Por no encontrar no me he encontrado ni monguis (psilocybe semilanceata)